Diario de Morris

Jueves

He notado a Banshee algo esquivo; cuando fui a darle de comer ni siquiera me ha mirado, siempre intenta lamerme el rostro y mueve la cola de felicidad si huele comida. Pienso que puede tratarse de algún malestar así que mañana intentaré llevarlo al veterinario con el poco dinero que junté hoy. No puedo verlo así, es el único ser que logra animarme, además es una gran mascota y nos conocemos desde hace mucho tiempo.

A raíz de esa situación fui al pueblo, como siempre que necesitaba algo de dinero, a buscar algo que hacer. Pasé por la casa de doña Ana y le pregunté si tenía algo para mí; vivía sola y solía encargarme ese tipo de trabajos que una mujer ya mayor no puede hacer: cortar el pasto, pintar, limpiar algún lugar poco accesible, arreglar algo, etc. No me pagaba tan bien como otros vecinos pero yo jamás exigiría más a una persona que vive con poco, ya jubilada, y justo por eso ella me confiaba esas labores, preferencia que me convenía.
Mientras trabajaba en su cocina me comentó que su gato, el más viejo de todos, de repente saltó sobre ella hiriéndole una de sus manos con sus pequeñas pero afiladas garras felinas cuando intentaba alzarlo. Según ella, él jamás la había tratado así. Yo le dije que también noté algo raro en mi Banshee relacionando los hechos pero ella lo ignoró, tal vez porque uno es gato y el otro es perro, aunque podría ser algo vinculado al hecho de que sean animales. Pero me pareció en vano insistir. Antes de irme, me preguntó si sabía arreglar televisores, a lo que respondí que tenía algunas nociones y podría revisarlo. La transmisión, por momentos, presentaba distorsiones de audio y video, era más bien una falla en el procesamiento de la señal de video del receptor. Realmente no tenía bien en claro cómo solucionarlo.

Necesito respuestas. Las cosas no son como siempre. Mantendré una búsqueda solapada, por ahora. Sé que no son solamente absurdas deducciones de un chico que no tiene nada más importante qué pensar, tengo razones para sentirme de esta manera.