Entré a la ducha y la imagen del hombre que vi caminando en el jardín apareció en mi cabeza, él estaba parado en el mismo lugar en el que estaba yo en mi sueño... Y mi mente ya empezaba a divagar con cosas que no podían pasar o que no tenían porque estar conectadas.
Respiré profundamente e intenté dejar de pensar en el sueño que tuve.
En la universidad todo era igual, los docentes me miraban con condescendencia y mis compañeros solo susurraban cosas cuando pensaban que no los escuchaba. Por eso prefería mantenerme alejada de todos y no hablar con nadie más que no sean Mel y Nath, aunque ese día los evite a ellos también.
Después de mis clases regresé rápido a casa para almorzar y volver a salir.
Emma tenía que pasar a recoger a Luna así que no me encontré con ella.
Esa tarde me crucé con la enfermera, me abrió la puerta para que entrara y para que ella pudiera salir.
— Gracias...—le sonreí, estaba por darme la vuelta, pero no pude— Perdón, pero quería preguntarle ¿Quiénes viven en la casa?
—Solo la Señora Agatha y su hijo —respondió amablemente, antes de despedirse e irse.
Podía haber sido mi imaginación...
O tal vez era el jardinero, un jardinero un poco elegante, pero jardinero.
Al entrar me fijé en el jardín, todo, todos lo detalles eran exactamente igual que en mis sueños... Y me sorprendí al ver que mi memoria era mejor de lo que pensaba.
Recorrí la casa buscando a la Señora Agatha hasta que la encontré sentada en una pequeña mesita que tenían en una esquina de la sala.
—Querida, ven...
— ¿Cómo está? —le pregunté mientras me acercaba a la mesa.
Ella estaba hojeando unas revistas de moda, lo que hizo que sonriera, porque con solo verla se podía saber que ella seguía pendiente de la moda y tendencias.
— Dijiste que eras mi nueva amiga ¿Verdad? —preguntó mientras pasaba de página.
— Sí, eso dije.—afirmé.
—Entonces intenta evitar todas esas formalidades y a partir de ahora trátame cómo a una amiga más, nada de usted, solo Agatha.
— Claro, como usted... —levantó una ceja y me retracté de manera rápida— Esta bien, Agatha.
Así que era de familia el querer evitar el "Señor y Señora" eso debió heredar su hijo de ella.
Me mostró varias revistas de moda de hace varios años, señalando todos lo que le desagradaba de cada atuendo que veíamos, tenía una colección enorme de revistas y pasamos gran parte de la tarde viéndolas.
— ¿Me puedes traer una taza de café? —preguntó tomando una nueva revista.
—Sí, claro—me levanté.
La cocina era grande, tenía varias repisas y estantes, todos estaban repletos. Por suerte el café estaba a la vista, al lado de la cafetera eléctrica, que no tenía la menor idea de cómo funcionaba, para mi servir café era poner una cucharilla de café instantáneo y agua, sin nada de complicaciones. Vi la cafetera intentando descifrarla y resignada saqué mi teléfono para buscar en google como manejar una cafetera, gracias al internet pude lograr que funcionara.
Lista para dominar el mundo. Hoy una cafetera, mañana la Unión Soviética...
Tazas, necesitaba tazas.
ESTÁS LEYENDO
SENSACIONES
Roman d'amourAmbos perdieron mucho. Él se olvido lo que es sentir... Ella solo no quiere sentir más... ¿Qué pasara cuando sus caminos se crucen? Cuando vean que hay más de lo que ambos piensan. Él sabe que tal vez necesite su ayuda, pero ella también necesita...