Ethernia

EPÍLOGO (SEGUNDA PARTE)

Saskia se acercó hasta la orilla, desviándose de su trayectoria. Llevó a Eternach hasta una enorme lápida rectangular en la que había dos nombres: Enrietta y Solano. Saskia limpió el polvo de la gravilla de sus padres. A su lado, había una pequeña lápida más modesta. El nombre de Brenda estaba tallado en aquella lámina. Aunque no pudieron encontrar su cuerpo después de desaparecer, ella descansaba al lado de sus padres. La enterraron allí el día antes de ser elegida Saskia como tributo.

–Saskia

–Son mis padres y mi hermana –contestó la chica –. Están enterrados aquí.

–Pero no es solo eso –dijo Eternach, apuntando a una lápida cercana –. Mira esa de ahí.

La chica fue hasta una lápida más pequeña. Era de material pobre, puesto que sus hermanos no podían haberse permitido comprar una piedra más noble. Pudo leer: Te echaremos de menos, Saskia. Tus hermanos no te olvidarán.

Fue inevitable echarse a llorar. Como había sucedido con Brenda, el cuerpo de la chica no estaba bajo la tierra. Sin embargo, el recuerdo de su muerte estaba enterrado en aquel cementerio. Todos esperaban que su hermana muriese en el viaje al mar. Y sin embargo, Saskia había vencido a la muerte y estaba allí frente a su epitafio. Quería tallar el nombre de Morrison y Jason en la tumba, porque eran ellos los que realmente habían muerto. Sin embargo, eso no cambiaría nada.

Eternach la rodeó entre sus brazos y pudo llorar sobre el hombro del chico. Comprendía lo duro que era ver aquella imagen, enterrada junto a su familia. Todos la habían olvidado en aquel cementerio. La estrechó entre sus brazos mientras que, con la mano, Eternach hizo nacer unas flores silvestres alrededor de las lápidas. Eran de varios colores y sin mucha belleza, pero era lo más honrado que podía hacer por la familia de la chica. Una triste despedida antes de marcharse para siempre.