LAS MUÑECAS DE LALITH.EL JARDÍN DE LAS ALMAS PERDIDAS.
CAPÍTULO 04
Domingo veintitrés de septiembre.
El tiempo transcurría su marcha, el reloj marcaba cada segundo, ya había amanecido, eran como las ocho de la mañana, un fuerte golpe en la pared despertó a Arely, quien asustada abrió los ojos, mirando la luz que entraba por las ventanas, las persianas no estaban bien cerradas, dejando entrar a la habitación los tiernos rayos del sol.
Desorientada miró para todos lados de la recámara, queriendo reconocer la habitación, recordando que ahora despertaba en su nueva casa, giró su cara mirando a Bryan, quien
profundamente seguía durmiendo, ella muy despacio se levantó de la cama, al estar de pie miró los grandes espejos de las puertas del armario, viéndose de cuerpo completo, ahora
sonrió al ver la puerta del baño, sabiendo que ya era la nueva
dueña de esa casa.
Muy contenta entró al baño para lavarse la cara y después con su pijama puesta, bajó las escaleras directo a la cocina, encontrándose ahí a su hermana Michael, quien estaba ocupada preparando la cafetera, para poner su café caliente para el desayuno.
Arely no recordando nada del sueño que tuvo, saludo a su hermana con buena cara:
—Buenos días, Michael. ¿Cómo amaneciste? ¿Aún estas cansada? —
—Bien, estoy muy bien, pero con mucha hambre, y tú. ¿Cómo estás, hermanita? —
—Bien, aunque no sé porque me duele un poco mi cabeza, siento que me faltó descansar más. —
— ¿Cómo esta Bryan? ¿Cómo amaneció? —
—Aún está dormido, todavía no le amanece. —
—Me asustó a noche en el ático, tenía su mirada totalmente perdida, y después sus ojos que se le veían completamente en blanco, diciendo esas extrañas palabras de… “saquen a las niñas”, “saquen a las niñas”. —
—Mira mi piel, hasta se me en china nada más de recordar todo eso, fue todo tan extraño Michael. —
—Sí. ¿De dónde sacó esas palabras? —
—A mí también me espantó mucho, que cosa tan rara le sucedió, pero después del baño en cuanto se acostó en la cama se quedó bien dormido, y hasta ahora el muy holgazán todavía no sea ah levantado, él sabe que tiene que ir temprano por las niñas. —
Al decir esta palabra, se escuchó un fuerte golpe en el segundo piso. ¡¡Pack!! Arely que alzaba la cara en silencio miraba hacia el techo diciendo:
—Otro golpe. ¿Qué será? Eso fue lo que me despertó. —
—No te espantes Arely, esos golpes son de los pintores, que desde muy temprano están trabajando en tu casa, pusieron su escalera junto a la ventana en donde me quedé a dormir, al escuchar el golpe a mí también se me fue el sueño, así que mi estómago mando la señal al cerebro que tenía hambre, y este me ordenó levantarme ya de la cama, por eso estoy aquí preparando algo de comer, para poder complacer a mi estómago. —
Arely sonrió al escuchar esta explicación, le contestó:
—Hoy amaneciste muy graciosa Michael. —
—Solo trato de ser positiva, porque anoche mientras aquí platicábamos, escuché varios golpes en el segundo piso. —
—Yo también los escuché, hacían. ¡Pack y pack! Pero tampoco dije nada para no espantar a Bryan, porque quería que subiera al ático para mirar a las muñecas. —
—Bueno, ya vimos que esas cajas contienen siete muñecas, ya estoy más tranquila… de mi curiosidad, y por ahora, la verdad ya quiero irme a mi casa… extraño a mi hija Heidi,
pero todavía debe de estar dormida, pero mamá tendrá cosas que hacer desde muy temprano. —
—Desayunemos con calma Michael, después de todo, nosotras le pedimos tres días a mamá para cuidar a las niñas, y hasta hoy se termina el plazo, no cabe duda, somos muy trabajadores, limpiamos en un buen tiempo toda la casa. —
En ese momento entraba en la cocina Bryan, tenía puesto un pantalón de mezclilla de color negro, sus zapatos negros y un suéter café obscuro, miró a las dos mujeres por un momento diciéndoles:
—Buenos días. —
Michael sonrió contestando:
—Buenos días, Bryan. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —
—Estoy molido, soñé que Arely me perseguía por toda la casa, y lo peor era que fue con un cuchillo en su mano, quería matarme eso es seguro, nunca me acariciaría con un arma, eso también es seguro. —
Al escuchar estas palabras. Arely con una cara seria lo miró a la cara, diciéndole:
—Pues el cuchillo está sobre la mesa, y te mataré si no te apuras a desayunar y vas por las niñas, ya se está haciendo muy tarde Bryan. —
—Creo que todavía no me despierto, la pesadilla continúa y aún me quieren matar. —
— ¡Ya cállate y siéntate a desayunar! ¡Si no te apuras se hará muy tarde! —
Ante los gritos Michael miró fijamente a su hermana, después puso su vista en Bryan, quien con su mano derecha jalaba una silla y en seguida se sentaba a la mesa, le señaló:
—Te casaste con tu pesadilla. —
Al escuchar estas palabras. Arely enseguida miró muy seria a la cara de su hermana, en tono enojado le preguntó:
— ¿Qué dijiste Michael? —
Ante la pregunta, giró su cara Michael evitando la vista de Arely, con una sonrisa en su rostro le contestaba:
—Dije, te cansaste por tu pesadilla, por eso te sientes cansado Bryan. —
Arely en ese momento sintió un recuerdo de su sueño, viendo desnudos a Michael y a Bryan, dándose caricias.
Enseguida estiró su brazo en la mesa, y con su mano derecha agarró el cuchillo, con celos levantó un poco su mano señalando a su hermana con la filosa punta de este, diciéndole:
—Se lo que escuché, y no tienes que disfrazarlo, entérate, tú también ya estás en mi lista negra hermanita, junto con este inútil bueno para nada, que casi se desmaya anoche en el pinche ático. —
Michael miró a Bryan tratando de sonreír, viendo a Arely con el cuchillo sacar mermelada de fresa de un frasco, enseguida se lo untaba a su pan, ahora muy seria Arely le ordenaba:
—Checa el aire acondicionado Bryan, tengo frio, tengo mucho frio, ya siento mis pies helados, pasé mucho frio toda la noche, y de nada me sirve tenerte junto a mí, eres un pinche inútil y no otra cosa, ni para eso sirves maldito animal, no me pudiste calentar en toda la maldita noche. ¿Me escuchaste pendejo? —
Michael al escuchar lo que decía, miró a Arely directo a los ojos, esperando que lo defendiera, pero al no recibir palabra alguna, Arely fingiendo una sonrisa cambiando su tono de
voz le siguió diciendo:
—Mejor me hubiera dormido en otra recámara, todavía había otras dos habitaciones, como quiera pasé frio contigo, pinche inútil bueno para nada. —
Bryan incómodo por lo que ella decía, miró Arely directo a la cara contestándole:
—Hay veces que te abrazó para que no pases frio, y tú te enojas conmigo. —
—Es cuando yo quiera. ¡Es cuando yo te lo pida! Porque mi cuerpo no es para que lo estés manoseando. ¡Pinche libidinoso! ¡Solo te quieres arrimar para tener sexo conmigo!
¡Maldito puerco! —
Al escuchar estas palabras. Bryan cayó cualquier protesta que tuviera, y mejor evitó discutir con su esposa, quien creía siempre tener la razón en todo. Michael puso de nuevo su
vista en su hermana, escuchando a Bryan expresar:
—Cuando regrese con las niñas, checaré si el problema es el termostato o si está tapado algún ducto del aire, se me hace mucho que los dos termostatos no funcionen bien en esta casa, ni el del segundo piso ni este. —
Arely muy seria lo miró a la cara, al no recibir reproches de su marido, con un gran aire le indicó:
—Lo importante es que hagas algo con este problema, maldito inútil, porque todavía me sigo congelando, nunca sirves para nada solo eres un pendejo en esta casa. —
Michael callada escuchó todos los insultos, bebió de su café caliente, enojada puso la taza sobre la mesa expresando:
—Si todos sus desayunos, comidas y cenas son solo peleas, prefiero irme para mi casa, vayan por las niñas cuando quieran, yo mejor me voy de aquí. —
En ese momento Michael muy seria se levantó de su silla, enseguida a paso apresurado caminaba rumbo a la salida de la casa. Arely con enojo la miró marcharse, escuchándose cerrar la puerta de la entrada, ahora comentaba:
—Esa pinche idiota está muy celosa, porque no tiene marido, necesita de un buen macho para que pueda ser feliz, la muy pendeja. —
Después de ver a su cuñada salir de la casa, y escuchar estas palabras tan groseras. Bryan expuso:
—Debiste de agradecer por ayudarnos a limpiar. —
—Ya le di las gracias. ¿Qué quieres? ¿Qué me le arrodille? ¿Qué le bese los pies por su ayuda? Estas bien pendejo Bryan, tu pesadilla te dejó más estúpido de lo que siempre amaneces, y ya apúrate a desayunar para que traigas a las niñas, se te va a ir la mañana nada más haciéndote tarugo, así que prepárate algo de comer maldito inútil. —
Se escuchó encender el motor de la camioneta, alejándose Michael de la casa.
Bryan en silencio bebió su café caliente, en unos cuantos segundos se levantaba de su silla, dejó la taza
sobre la mesa y se fue caminando hacia la salida, mientras Arely muy seria lo miraba salir de la casa, gritándole:
— ¡No te tardes idiota! ¡En veinte minutos hablo a la casa de Michael! ¡Ya deberás de estar allí! ¿Me oíste estúpido? ¡Pobre de ti donde te tardes! —
Se escuchó cerrar la puerta principal de la casa. Bryan abordó su carro encendiendo el motor saliendo del patio, mientras manejaba veía para todos los lados del vecindario,
que a esa hora se miraba muy tranquilo, antes de ir por sus hijas decidió que era buena hora para ir al hospital, para ver a su amigo Jonathan.
Veinte minutos de manejo por el pueblo, llegó al lugar estacionando su vehículo, se bajó apurando sus pasos, llegaba hasta a la recepción del hospital, parándose enfrente de una recepcionista diciéndole:
—Buenos días, señorita. —
—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle joven? —
—Vengo a ver al señor… bueno al paciente de nombre Jonathan Freeman, me dijeron que se encuentra internado en este hospital, tuvo un accidente en su vehículo. —
—Y dígame. ¿Usted quién es? —
—Bryan Cervantes Montes para servirle, vera, yo soy… amigo de Jonathan Freeman, me avisaron de su accidente y quiero verlo, para saber cómo sigue. —
—Déjeme una identificación, ponga su nombre y firma en este formato, pase al cuarto número… veinticinco, una de las familiares del señor Jonathan, no hace mucho que se salió para desayunar, según nos informó, ya no tardará en venir, pero usted puede pasar a verlo. —
—Le dejo mi licencia de manejo, muchas gracias por su atención señorita. —
Bryan caminó por los amplios pasillos, oliendo ese olor a
desinfectante, escuchando por las bocinas anunciar algún doctor, viendo de frente alguna enfermera, que con una tabla entre sus manos iba leyendo y caminando muy despacio, con un bolígrafo escribía algo, paso sin saludar hundida en sus lecturas.
Bryan continuó sus pasos hasta llegar al cuarto indicado, con su mano derecha giraba la perilla, muy despacio abría la puerta de la habitación.
Enseguida miraba a su amigo Jonathan acostado en una cama, conectado su cuerpo a una máquina, con suero en su brazo derecho, se acercó despacio hasta él, lo miraba en silencio absoluto, su rostro estaba un poco hinchado, tenía marcados algunos de los golpes que recibió en el accidente, tenía un ojo totalmente cerrado con un color verde, morado y negro en la piel. Con una voz baja le preguntó:
— ¿Estas despierto? —
Jonathan al escuchar la pregunta, entreabrió su ojo derecho, muy despacio giró un poco su cara mirando a su amigo, trató de sonreírle, ahora escuchó a Bryan que le preguntó:
— ¿Qué pasó Jonathan? Dime. ¿Por qué tuviste este accidente? —
Jonathan muy despacio consiguió girar su cabeza, mirando el suero al que estaba conectado, dándose cuenta de su situación, y recordando en donde estaba, giró de nuevo su cabeza regresándola un poco, tratando de mirar a Bryan a la cara, en voz baja y con mucho trabajo le contestó:
—Alguien… me provocó, esto… alguien, en ese momento, quiso matarme. —
Al escuchar estas palabras. Bryan se inclinó un poco, mirando más de cerca a la cara de su amigo, ahora preguntándole:
—Dices. ¿Alguien? Pero, los policías y paramédicos comentan, que ibas tú solo en el vehículo. No entiendo. ¿A qué te refieres? —
Jonathan asentaba con la cabeza, afirmando que, si iba solo, con trabajos le comentaba:
—Vi… vi en la… obscuridad, unos ojos… que, eran… eran… unos ojos rojos… en la parte…. trasera de mi auto, una voz…. macabra… me dijo… me advirtió, que… que tus hijas… serian de él. —
Al escuchar lo que le contestó, asustado Bryan de inmediato le preguntó:
— ¿Quién era? ¿Quién te dijo esto? —
Jonathan muy despacio giraba un poco su cabeza, como negando, contestándole:
—No… no, lo sé… no sé… quien sea…. apareció de la nada… cuando miré el retrovisor… alguien… alguien, estaba ahí… detrás de mí, eran unos…. ojos… ojos rojos, después… con sus dos manos, descarnadas… giró el volante…. sacándome… del camino. —
Bryan se quedó pensativo por un momento ante lo que escuchaba, era algo difícil de creer, era una locura insana, ahora se acercó más a Jonathan y enseguida le preguntó:
— ¿Se lo dijiste a los policías? —
Jonathan vio a su amigo directo a la cara, trató de sonreír contestándole: —Creerán… que… que… estoy loco… pero… este ser… él… me sacó del camino… queriendo… matarme… ahí mismo… eso es seguro. —
— ¿Es verdad lo que dices? —
—Escúchame… Bryan… —
Sintió Jonathan en ese momento un frio abrazador, abrió el párpado derecho grande, en ese mismo momento miraba de tras de Bryan al Demonio Lalith, quien vestía toda de color negro, con sus cabellos largos, lacios cayendo sobre su pecho,
su piel era muy pálida, su nariz fina, los labios negros de filosos colmillos, con sus ojos rojos lo miraba fijamente, desesperado Jonathan trataba de prevenirlo diciéndole:
— Saca… a
las niñas… de la… … saca. ¡Ah! a las… ¡Ah! Niñas… ¡Ah! ¡Ah! —
Sin que la pudiera ver Bryan, Lalith ponía sus dos manos en el cuello de Jonathan, apretándolo con fuerza ahorcándolo, no dejándolo hablar más, sintiendo que le faltaba el aire.
En su desesperación unas lágrimas se le salían de sus ojos, que resbalaban por sus costados bajando por sus orejas.
Jonathan abría su boca queriendo agarrar su aire, pero los labios negros y fríos de Lalith, ya estaban pegados a los labios de él.
El Demonio con fuerza aspiraba todo su aliento de vida, escuchándose la máquina comenzar a pitar anunciando la falta de signos vitales en esta, comenzándose a asfixiar Jonathan en ese momento.
Bryan mirando la desesperación de su amigo, enseguida corrió hacia la salida de la habitación, miró para ambos lados del pasillo no viendo a nadie, con fuerza gritó:
— ¡Enfermera! ¡Enfermera! ¡Enfermera! —
Una de las enfermeras, que desde lejos doblaba la esquina del pasillo, al escuchar el llamado apresuró sus pasos, de inmediato llegaba hasta donde estaba Bryan, entrando de prisa a la habitación, mirando solo una línea roja en la máquina, mar-
cando la falta de signos vitales en el paciente, la enfermera rápido con su mano derecha apretaba un botón, llamando a sus compañeros, gritando alguien afuera:
— ¡Código azul! ¡Código azul! ¡Cuarto veinticinco! —
La enfermera por un momento miró a Bryan, muy seria le ordenaba:
—Salga de la habitación, el paciente tal vez tenga un paro cardiaco, salga de aquí, déjenos trabajar. —
Miró Bryan entrar corriendo a cinco personas con batas azules, de inmediato conectaban los aparatos para tratar de reanimar el corazón. Bryan salió de la habitación dándole prisa a sus pasos, pasando el pasillo solo buscando la salida del hospital, en su mente solo escuchaba las palabras que le dijo su amigo:
—Saca a las niñas, saca a las niñas. —
Recordando el temor que vio en el ojo de su amigo, ignorando que Jonathan pudo ver al Demonio Lalith, quien lo
mató en ese lugar para que no diera más advertencia. Bryan en el estacionamiento, nervioso abordó su vehículo, temblándole las manos con la llave buscaba la ranura del encendido del carro, enseguida lo encendió yendo a la casa de Michael,
para recoger a sus hijas.
Después de manejar por treinta minutos arribaba a la casa
de su cuñada Michael, deteniendo su vehículo apagaba el motor, rápido se bajó del automóvil pensando en la situación de su amigo, caminó hasta la puerta y enseguida tocó el timbre.
Rin… rin… Michael enseguida abrió la puerta, lo vio dándose cuenta de la cara que tenía de preocupado Bryan, enseguida le preguntó:
—¿Qué paso? ¿Estás bien Bryan? ¿Dónde estabas? Arely llamó por teléfono cuatro veces, preguntando si ya habías recogido a las niñas. —
—Pasé al hospital a ver a Jonathan, está muy… muy mal, parece que le dio un paro cardiaco. —
—Vamos entra a la casa. —
—No, no, me tardaré más, por favor diles a las niñas que ya nos vamos, Arely estará muy molesta conmigo, no le avisé que iría al hospital. —
—Okey. No te preocupes les llamaré que vengan aquí. —
En seguida Michael se asomó a su casa gritándoles:
— ¡Mitzi! ¡Careen! ¡Carón! ¡Ya llegó su papá! ¡Apúrense ya se tienen que ir! —
Bryan se veía pensativo, miraba a las tres niñas salir de la casa saludándolo:
—Papá… papá. ¿Ya nos vamos? —
—Si Mitzi vámonos, tu mamá nos espera. —
—Hola tío Bryan. —
Saludó Heidi abrazándolo. —Papá, mi abuelita nos cuidó mucho y ya se fue desde hace rato. —
Dijo Careen abrazándolo, él se inclinó abriendo sus brazos recibiendo y dándoles un beso en la mejilla. Carón enseguida le comento:
—Papá, nos queríamos quedar otro rato con mi prima Heidi, quiero seguir jugando. —
Bryan abrazándolas, con mucho amor les respondió:
—Ya se me hizo muy tarde y tu mamá nos espera, suban en el carro vamos niñas. —
— ¿Cuándo volverán? —
Le preguntó Heidi. Bryan se inclinó abrazándola, dándole un beso en la mejilla, miró detenidamente su carita, le sonrió contestándole:
—El siguiente fin de semana, si no vienen para estar contigo, tú te podrás quedar con ellas dos días en la casa, el siguiente sábado y el domingo. —
— ¿Me lo prometes tío Bryan? —
—Te lo prometo mi pequeña Heidi, además las verás en la escuela, sé que juegan en el recreo todas juntas. —
Ella sonrió dándole un beso en la mejilla. Bryan la soltó de sus brazos enderezándose, dibujo una sonrisa en su preocupado rostro, miraba a Michael directo a la cara, en su revuelta cabeza buscó unas palabras diciéndole:
—Gracias por toda tu ayuda. —
Ella con una sonrisa le respondió:
—No agradezcas, tú siempre me has ayudado en todo. —
—Bueno, cuídate mucho Michael y cuida mucho a Heidi, ¡Ah! Y dile a tu mamá que muchas gracias por cuidar a las niñas, estos tres días que pasaron. —
Michael sonrió, solo asintió con la cabeza, mirando cómo se alejaba de su casa Bryan, quien enseguida y con prisa abría la puerta del vehículo, subiéndose las niñas en la parte de
atrás, cerró la puerta y enseguida abrió la puerta de su lugar sentándose en el asiento del chofer, encendiendo el carro aceleró alejándose con prisa del vecindario.
Veinte minutos después llegaba a su casa, donde se encontraba estacionada la camioneta de los pintores, quienes trabajaban en la parte trasera de la casa, tratando de terminar de pintar la segunda mano, el vehículo entraba en el patio, al
detenerse de inmediato se bajaban las tres niñas, mirando la hermosa casa, que estaba totalmente pintada del frente y de los costados.
Mitzi le preguntó:
— ¿Qué es esta casa? —
—Es su nueva casa niñas, aquí viviremos. —
Carón en su inocencia le preguntó:
— ¿Ya no viviremos en el chiquero?
Bryan sonriendo por la pregunta de su hija, le contestó:
—No era chiquero Carón, era una casa pequeña. —
—Mamá siempre lo llamaba chiquero, se enojaba a cada rato por vivir ahí. —
Le dijo Careen en su inocencia. Bryan le comentó:
—Esta casa es más grande y cada una de ustedes tendrán su propia recámara. —
Ellas gritaron de felicidad haciendo un escándalo en el patio, los cuatro caminaron hasta la puerta principal abriéndola Bryan, entrando juntos a la casa, escuchando a su esposa muy
enojada preguntar:
— ¿En dónde andabas? ¿Por qué te tardaste tanto? Le llamé como cuatro o cinco veces a Michael, y me dijo que no habías llegado a su casa, así que ahora dime cabrón. ¿A dónde te fuiste Bryan? ¡Eh! ¡Contéstame pinche idiota! ¿Por qué me desobedeces? ¡Lo primero que te dije, te llamó en veinte minutos! ¿Dónde malditos te largaste? ¡Contéstame pinche estúpido! —
Antes de contestarle Bryan. Arely escuchó el escándalo de sus hijas, quienes decían: —Mamá ya llegamos. —
—Esta bonita esta casa. —
—Mamá, Heidi no pudo venir con nosotras. —
Arely trató de poner una sonrisa al mirarlas, se hincaba abriendo los brazos, abrazando a las tres niñas, enseguida veía como ellas muy curiosas caminaron subiéndose las escaleras para checar su nueva casa. Arely ahora puso su mirada reta-
dora en Bryan, muy enojada le gritó: —¡Contéstame pinche idiota! Yo aquí preocupada y tú quien sabe a dónde te largas, eres un estúpido irresponsable, si yo te mandé directo a la casa de mi hermana por las niñas. ¡Contéstame pendejo! ¿A dónde te fuiste? ¡Contéstame imbécil! Mira como estoy por la preocupación. ¡De seguro te largaste con alguna puta zorra! ¡Habla ya pinche idiota! —
—Bueno…—
—Bueno… bueno. ¿Qué? ¿En dónde andabas estúpido? ¡Contéstame imbécil! —
Bryan la miró muy enojada, levantando ella su mano derecha queriéndolo cachetear, con miedo le contestó:
—Es que yo pasé de una vez al hospital, para ver a Jonathan. —
— ¡Así que tu pinche amigo es más importante que las niñas! ¡Eres un imbécil! ¡Las niñas esperándote y tú perdiendo el pinche tiempo! ¡Son chingaderas lo que haces pendejo! —
—Jonathan está muy mal, cuando me encontraba en su cuarto le dio un paro cardiaco. —
— ¡Mira que ya me preocupé! ¡Mis hijas en casa ajena y me tengo que preocupar por tu pinche amigote! ¡Porque solo se está haciendo tarugo en el hospital! ¡Eres un pendejo Bryan! ¡Pudiste recoger a las niñas y después ir a ver a tu amigote!
Arely enojada, le soltó con su mano derecha una fuerte cachetada en la mejilla, haciéndolo retroceder, dejándole la cara roja con la palma de su mano marcada, con coraje le gritaba:
— ¡Eres un estúpido! ¡Primero está tu familia, pinche idiota! ¿Es que nunca lo vas a entender? ¡Tan poco te importamos! ¡Maldito imbécil bueno para nada! —
Él bajó la cara ardiéndole la mejilla por la cachetada, apenas saliéndole la voz le contestaba:
—Revisaré el termostato, para ver porque no funciona bien. —
Al verlo querer dar un paso. Arely se recorrió poniéndose enfrente de él, enseguida con fuerza le dio otra cachetada, pegándole en la mano izquierda de Bryan, quien se agarraba su mejilla después del primer golpe. Enojada Arely más le gritó:
— ¡Ya que me vez enojada te pones de hacendoso! ¡No eres más que un pinche estúpido inútil! ¡Y sabes que más me enoja que te cubras la cara, cuando te estoy corrigiendo! ¡Si no es cierto que fuiste al hospital, te ira peor por pinche mentiroso! ¿Me oíste? ¿Me estas escuchando pinche imbécil? —
Bryan se quedó quieto con su cabeza agachada, con voz temerosa le comentó:
—Solo quería saber cómo seguía Jonathan, por eso fui al hospital. —
Arely cerró los puños apretando sus manos, le gritó:
— ¡Cállate! ¡Cállate! ¡No quiero escuchar tus estupideces! ¡Mejor revisa porque me sigo congelando en esta maldita casa! ¡Según tú, que me darías una vida mejor! Y ¡Me estoy congelando! ¡Muévete, Bryan! ¡Haz algo pinche inútil! —
Bryan enseguida caminó con rumbo a la cocina en donde estaba ubicado el termostato, se inclinó revisándolo, en ese momento sonó el teléfono, rin… rin… rin… Bryan volteó su cara para ver el teléfono, pero su esposa enojada caminó deprisa diciendo:
—Yo contestó el teléfono. —
Arely apresuraba sus pasos, escuchando rin…. Rin… con su mano derecha descolgaba la bocina, que estaba colocado el aparato, en la pared de la cocina, enseguida decía: —Casa de la familia Cervantes Márquez, diga. —
La voz de una mujer le contestó: —Muy buenos días, señora. —
—Buenas tardes, ya son tardes, habla Arely… dígame. ¿Qué necesita? —
—Perdón, buenas tardes, señora Arely. ¿Se encuentra el señor Bryan? —
Al escuchar que una mujer preguntaba por él, sintió hervir-
le la sangre golpeándole la cabeza, desatando sus celos en un solo segundo, de prisa giró su enfurecida cara mirándolo a él con odio a una traición, con voz firme le contestaba: —Yo soy la esposa de Bryan. ¿Qué desea? —
—Mucho gusto, yo… mi nombre es Natalie, soy cuñada de Jonathan el pintor, mi hermana Megan quería llamarle a Bryan, pero ahorita por más que quiere no puede ni hablar,
está muy consternada por este suceso. —
—Dígame. ¿Qué se te ofrece? ¿Qué suceso? —
Preguntó con una voz muy déspota. Pero la señora sin tomarle importancia continúo explicándole:
—Cuando Bryan vino al hospital, yo fui a desayunar un café, y… no lo pude ver para agradecerle su visita. —
—Está bien, él ya llegó a casa, yo le diré que… —
Antes que Arely empezara hablar, soltando sus palabras celosas, por creer que había ido a buscar a la mujer al hospital. Natalie le siguió diciendo:
—Solo quería que supiera que Jonathan… Jonathan murió esta mañana, gracias por haberlo
visitado Bryan en el hospital… pero… ya se murió… ¡Oh, mi Dios él ya ha muerto!… —
Hubo un silencio en el teléfono, escuchándola sollozar.
Arely abría su boca tratando de encontrar las palabras ante esta triste situación. Miró por un momento a su alrededor, entonces cambiando el tono de voz le comentó:
—No sabe cuanto lo siento. —
Cambió toda su expresión de enojo opacando sus celos, ella ahora en silencio miraba a Bryan destapar el termostato, para poder revisarlo. Arely muy atenta escuchaba en el teléfono, la voz quebrada de la mujer decirle:
—Solo dígale a su esposo… que gracias por visitarlo… ya se murió su amigo… Jonathan… ha muerto. —
Soltó el llanto la mujer, quien segundos después colgaba la bocina. Arely se quedó con la boca abierta, sabiendo que era verdad que Bryan visitó a su amigo en el hospital, pensando en lo injusta que había sido con él, por haberlo golpeado, gritado e insultado.
Arely muy despacio colgó también la bocina del teléfono, miraba en silencio a su esposo que seguía revisando el termostato, muy lentamente se acercó a él buscando
las palabras, ahora con voz dócil le expresó:
—Bryan. —
Bryan al escuchar su nombre, enseguida giró su cara mirándola muy atento, sin imaginar los sucesos le preguntó:
— ¿Qué pasa? ¿Quién era en el teléfono? —
—Era la cuñada de Jonathan, dijo que se llama Natalie. —
— ¿Qué quería Natalie? —
Ante la pregunta hubo un silencio, Arely buscaba palabras para explicarlo, así que explicó:
—Dice Natalie que… que… hablo porque… porque Jonathan… tu amigo Jonathan, falleció esta mañana en el hospital. —
Bryan se quedó quieto ante la mala noticia, muy despacio se puso en cuclillas, se quedó pensativo, respiró profundo, después de unos segundos le decía:
—La enfermera entró a su cuarto y de inmediato me sacó, enseguida entraron varios doctores a la habitación para ayudarlo, pero él se veía muy mal… entonces… ahí es… cuando ha de haber muerto, que
mal… le llamaré a su esposa Megan para decirle que le pagaré el trabajo, que hizo en esta casa… mi amigo Jonathan… mi amigo… ¿Por qué él? —
Trató de incorporarse, pero sus piernas no se lo permitieron y enseguida cayó sentado sobre el piso, por la tristeza que sentía, de sus ojos azules enseguida le salieron unas lágrimas, que fueron escurriendo por sus mejillas, quedándose quieto y
muy pensativo, en ese momento Arely caminó unos pasos, en seguida se hincó frente a él abrazándolo, muy de cerca escuchaba su llanto con una inmensa amargura.
En voz baja le decía:
—Por favor perdóname, perdóname, mi amor, estuviste con tu amigo, yo… yo soy tan celosa que pensé otra cosa… creí que me traicionabas con otra mujer... solo pensé en otra mujer…perdóname, mi amor, tú me dijiste la verdad… soy tan mala contigo, te grité y te golpe en tu cara. —
Bryan ante la noticia se sentía derrotado, lentamente se fue
abrazando de su esposa, buscando un hombro en el cual llorar por su gran amigo, en su aflicción en silencio pensaba en las palabras que con mucho trabajo le dijo Jonathan:
—Saca a las niñas, saca a las niñas. —
Pensando Bryan, si acaso a eso se refería cuando la policía decía, que adentro del carro en el accidente, herido Jonathan desesperado gritaba: — ¡Saquen a las niñas! ¡Saquen a las niñas! —
En ese momento, del segundo piso bajaban corriendo las tres niñas, escuchándose el rechinido de los escalones de las escaleras, mezclándose con sus gritos:
— ¡Ah! ¡Mamá! ¡Ah! ¡Mamá! ¡Ah! —
Arely volteó a mirarlas, viendo y oyendo como se reían y carcajeaban, con una voz dócil les decía:
—Tranquilas, tranquilas callen sus gritos, no corran… tranquilas las tres, díganme. ¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿Porque hacen tanto escándalo? —
Pero en lugar de contestar Mitzi le preguntó:
— ¿Qué le pasa a mi papá? —
Lo miraba sentado sobre el suelo, triste y sollozando ya abrazándose él mismo sus rodillas, con su cara entre sus piernas. Arely le contestó:
—Tu padre recibió una mala noticia,
déjenlo en paz por un momento, y ya no griten. —
— ¿Estás bien papá? ¿Estás bien? —
— ¿Qué tienes? ¿Por qué tan triste? —
Le preguntaron Carón y Careen, quedándose paradas enfrente de él, esperando una respuesta. Mientras con mucho cuidado con sus manos le acariciaban su cabello. Bryan sin
poder responder solo movió su cabeza en señal de que si estaba bien. Arely les dijo: —Déjenlo por un momento. —
Las niñas miraron a su madre, enseguida Mitzi le preguntó:
— ¿Cuál será mi recámara mamá? Yo quiero la que está junto al baño, las gemelas dicen que dormirán juntas en una recámara. —
—No, Carón tendrá su recámara y Careen también tendrá
su propio cuarto. —
—Yo quiero la recámara que está junto al baño. —
Señaló Mitzi poniendo una carita tierna, su madre las miró por un momento, les expuso:
—Subamos para asignarles sus cuartos, y así no se peleen. —
Ellas otra vez contentas pegaron la carrera, entre gritos se fueron del lugar dejando a Bryan solo en la cocina, en silencio él miraba con tristeza el piso, mirando sus lágrimas estrellarse en este, muy despacio levantó su vista mirando las fotografías de la chimenea, viendo atento a la niña que se encontraba
retratada en esta foto, junto a su papá y a su mamá.
Bryan despacio se levantó, caminando lentamente hasta la chimenea, miró la fotografía, pero muy detenidamente a la niña, viendo fijamente sus ojos verdes y su cabello güero, en silencio pensaba preguntándose:
— ¿En dónde estará la niña? ¿Porque misteriosamente desapareció de la casa? ¿Por qué se parece tanto a la muñeca que está en el ático? Acaso ¿Será ella una de las muñecas que están en ese lugar? —Está historia continuará....
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“las profecías del mundo Kawa.”
“la salvación de la Tierra.” “los guerreros de Yutzi.” (Fantasía)
Las cartas de “EL CLUB 69 DE ARIES. “Yolanda me contó…” Y “mis raíces familiares”. (Erótica)
Las cartas de “EL CLUB 69 DE ARIES. “La sirvienta” y
“una máscara para la sociedad”. (Erótica)
Las brujas de la montaña, las bestias del infierno. (Terror)
Negocio redondo, violencia, drogas y sexo el camino a la perdición. (Erótica)
The Salem tour sin fronteras, drogas, sexo y rock pop. (Erótica)Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries.
davidarellano400
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LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas.
Mystery / ThrillerSheila Bedford Ferris es una joven de doce años, su padre Paul Bedford abusa de ella y trata de aislarla de la gente, siendo tan grande sus celos por su hija que la encierra en el ático de su casa, en donde él ingresa para demostrarle cuanto la...