LAS MUÑECAS DE LALITH.El jardín de las almas perdidas.
CAPÍTULO 07
Este fue un día muy distinto para Bryan, pasando todo el día afuera de su oficina, comiendo en un restaurant al lado de su bella compañera, platicando de forma interesante sobre este tema tan tétrico y paranormal. Ya para las cinco de la tarde llegaban muy cansados a la oficina, los dos enseguida se reportaban con su jefe Tom Hayward.
—Jefe Tom ya llegamos. —
El jefe Tommy los veía contestándoles: —Qué bueno
Bryan. ¿Cómo les fue? —
—Tres personas nos pagaron los pagos atrasados, y trajimos seis vehículos que no pudieron pagar lo vencido. —
—Hasta ahorita según mi reporte, solo han entrado cinco automóviles. —
—Ya no a de tardar en llegar la grúa con el último vehículo, casi salió detrás de nosotros el chofer, que lo está remolcando. —
—Me da gusto que sean tan eficaces los dos, oye Samanta, debería de acompañarte más seguido Bryan. ¿Crees que sea buena idea? —
—Si me lo envías te lo agradeceré, porque tiene buena labor de convencimiento, las tres personas pagaron, cuando lo primero que dijeron es que no tenían el dinero. —
—Bueno, a los dos se los agradezco, trabajan muy bien, ahora Bryan ve directo a tu oficina, el maldito teléfono suena, suena y suena está preguntando tu esposa si ya llegaste, si ya llegaste, si ya llegaste, se escucha sumamente furiosa, está muy
enojada del verbo te quedaras a dormir afuera, eso es muy seguro Bryan. —
El joven al escuchar esta queja se sintió avergonzado de su esposa explicando:
—Lo siento jefe Tom, ella siempre me marca a cada hora a mi oficina, es tan celosa que quiere saber en dónde estoy, mejor de una vez yo le llamo a la casa, para que sepa que ya llegué a la oficina. —
— ¡Oye! Por cierto. ¿Descubrieron algo más del misterio de la casa? —
—No, no tuvimos suerte, la recepcionista nos dijo que la
vendedora Eloísa no está en el pueblo, y que regresa en dos días, bueno, una disculpa y déjame llamar a Arely, tengo un gran problema con ella. —
Contestó Bryan tratando de sonreír, enseguida caminaba a pasos apresurados directo a su oficina, sabía que venía una regañiza segura. Llegó al escritorio de su oficina, sintió un
golpe en el estómago ante el estrés de hablarle, respiró muy profundo, con su mano izquierda agarró la bocina y con su mano derecha marcaba para su casa.
Arely se encontraba sentada en la sala viendo la televisión, sus hijas estaban en sus recámaras durmiendo, cuando sonó el teléfono, rin… rin… rin… se levantó Arely del sillón caminando hasta la cocina, muy tranquila contestaba el teléfono:
—Casa de la familia Cervantes Márquez, si diga. —
—Arely ya llegué a la oficina y… —
La mujer al escuchar la voz de su marido, en tono muy enojado lo interrumpió preguntando:
— ¿Ya te dignas en llamar maldito enamorado? ¿Ya se te hinchó la pinche gana de hablar? ¿Quieres que te aplauda pendejo?
—Acabo de llegar de la calle y… —
— ¿Ya se te bajo la maldita calentura? ¿Gozaste del cuerpo de esa maldita zorra? ¿Ya te sientes mejor? ¿Ya terminaste de coger a tu pinche puta? ¡Eh! —
—Fui por trabajo Arely entiende. —
Ella más furiosa le respondió:
—Tú me quieres ver la cara de tu idiota Bryan, y nunca creí que tu patrón Tom fuera tan alcahuete, que te fuiste con una licenciada, ¡No puedo creer que te fueras a revolcar con una tipeja! ¡Con una maldita zorra barata! —
Ante los gritos de su esposa, Bryan trataba de explicarle su situación diciendo:
—Entiende Arely, hoy fui a recoger unos vehículos y hacer unos cobros. —
— ¡Y todavía me lo dices! ¡Fuiste a coger y a recoger! ¿Por lo menos tu maldita zorra esta mejor que yo? ¿Tiene un buen culo? ¡Eres un maldito puerco! —
— ¡Entiéndeme, Arely! —
Gritó Bryan al escuchar que ella no le creía, pero esto solo ofusco más la flama del coraje que ella tenía contra él, gritándole Arely:
— ¡A mi no me grites pinche idiota! ¡Y te lo advierto puerco! ¡No entrarás a la casa! ¡Ni se te ocurra venir aquí! ¡Quédate con tu pinche zorra si tanto la deseas! ¡Pero óyelo bien! ¡Aquí en mi casa ya no entras! ¡Me escuchaste maldito cerdo! —
—Pero… pero… —
Arely colgó de golpe el teléfono, estando ella muy molesta, los celos la consumían temblando de enojo, rodando por sus mejillas unas lágrimas de coraje, imaginando a Bryan en la cama con alguna mujerzuela. Arely con su coraje y frustración se fue a sentar de nuevo en el sillón de la sala, con sus manos
se limpiaba sus lágrimas que le seguían escurriendo por sus mejillas.
Mientras Bryan en su oficina giraba su cara, miraba las cuatro paredes sin saber ahora que haría, se sentó en su silla detrás de su escritorio, preocupado pensaba en que hacer, miraba el teléfono una y otra vez, después de unos instantes levantó la bocina y marcó a la casa de su cuñada Michael, quien enseguida contestaba la llamada:
—Casa de Márquez Alvarado, dígame. —
—Michael. ¿Cómo estás? —
—Hola Bryan. ¿Qué pasa? Estoy bien y ¿Tú? —
—Tengo un problema con Arely. —
Al escuchar esto, Michael sonrió levantó la vista hacia el techo, respiró profundo preguntándole:
—Ahora. ¿Qué te hace la mandona esa? —
—Mira, escúchame, esta mañana estuve fuera de la oficina, me asignaron a checar unos vehículos en la calle, con una licenciada, para hacer unos cobros y… —
Ella enseguida lo interrumpió diciéndole:
—No me digas más, ya no me digas, ahora Arely cree que te fuiste a gozar con la licenciada, y esta que revienta de coraje, de seguro siguió llamando cada hora a tu oficina, y ahora dice que te revolcaste con una zorra. —
Al escuchar las palabras de su cuñada, sorprendido Bryan le expresó:
—Vaya que conoces a tu hermana, cuando llegué a la oficina, enseguida le llamé o le acabo de llamar, no quiere que llegue a la casa, está muy enojada conmigo. —
—De seguro cuando vayas a tu casa te recibirá con la escoba. Ja jajá. —
—Eso es seguro, y te ríes porque a ti no te darán con la escoba, pero le llamaré al rato para ver si me deja entrar, si no. ¿En dónde me dormiré? —
Michael dejo de reír contestando:
—Si no quiere recibirte mi hermana, te vienes a mi casa, ni modo que te duermas en la oficina, que no manche es tu trabajo, de ahí come ella. —
—Ya estoy contemplando todo su enojo, si ahora llego a la casa, me querrá cachetear y terminaré de todos modos afuera, pero si voy a tu casa más se enojará conmigo. —
—Deja a esa berrinchuda hacer sus corajes, por favor escúchame y escúchame bien, no te quedes a dormir en una silla, o a mí me harás enojar, así que, bienes a mi casa y descansas en una de las recámaras. —
—Está bien Michael, no te haré enojar, te lo agradezco mucho, pero le hablaré de nuevo antes de irme. —
—No le digas que te quedarás en mi casa, te espero vente con cuidado. —
Colgaron la bocina, Bryan miraba nuevamente su oficina quedándose muy pensativo, sabía que cuando llegará a su casa, Arely si, lo cachetearía varias veces por algo que no hizo, sus celos no tenían límite y aseguraría que se tiró a esa zorra
durante el día.
— ¿Todo bien Bryan? —
Preguntó Samanta entrando a la oficina. Él de inmediato giró su cara hacia la puerta de la entrada, tratando de dibujar una sonrisa cuando le contestó:
—Sí, todo está bien… solo está enojada mi mujer por mi ausencia en la oficina, pero ya se le pasará su coraje. —
—Me retiró, si necesitas ayuda con lo de tu casa, no dudes en llamarme, soy tu amiga y quiero proteger a tus hijas de este obscuro misterio. —
—Te lo agradezco Samanta, gracias por toda la información y todo el apoyo. —
Ella se acercó a Bryan lo miró por un momento, sin esperarlo le daba un beso en la mejilla, despidiéndose de él, Samanta enseguida se daba la vuelta, admirando Bryan ese hermoso trasero que su compañera tenía, a cada paso que daba, hasta que desapareció ella de la puerta de su oficina.
En ese mismo momento en la casa. Arely continuaba muy enojada por la ausencia de su marido en la oficina. Ahora se encontraba en la sala viendo la televisión, cuando en el segundo piso se escuchó un fuerte golpe. ¡¡Pack!! Arely de inmediato giró su cara mirando hacia las escaleras, enseguida gritó:
— ¡Carón!... ¡Careen!... ¡Mitzi! ¿Qué están haciendo allá arriba? —
La mujer no obtuvo respuesta alguna de sus hijas, solo se oían las voces de la televisión, hasta que se escuchó otro golpe en el segundo piso. ¡Pack! Arely se levantó del sillón y camino con prisa hacia la cocina, sin saber ella misma porque, con su mano derecha agarraba un filoso cuchillo cebollero, enseguida regresaba sus pasos subiendo con cuidado y muy
despacio las escaleras, escuchando rechinar los escalones a cada paso que daba, llegando hasta el pasillo.
Las puertas de las recámaras de sus hijas se encontraban abiertas, con cuidado fue asomándose en cada una de las habitaciones, miraba a sus tres hijas durmiendo perdidamente
en el cuarto de Mitzi.
Arely sonrió, ahora camino unos pasos en el pasillo y enseguida abrió la puerta de su recámara, miró el reloj marcar las cinco y quince de la tarde, en ese momento se escuchaba un nuevo golpe en el techo. ¡Pack! Pensando que de seguro el ruido era en el ático.

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LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas.
Misteri / ThrillerSheila Bedford Ferris es una joven de doce años, su padre Paul Bedford abusa de ella y trata de aislarla de la gente, siendo tan grande sus celos por su hija que la encierra en el ático de su casa, en donde él ingresa para demostrarle cuanto la...