LAS MUÑECAS DE LALITH.El jardín de las almas perdidas.
Capítulo 01
Los nuevos compradores.
En el estado de Menfis Tennessee U.S.A. era el catorce de
septiembre del año de mil novecientos setenta y seis, la noche
ya había cubierto el lugar en donde había un vecindario, muy cerca de este estaba ubicada una casa grande, se veía muy lúgubre por la obscuridad que la abrazaba, las ventanas se mi-
raban sucias con los harneros llenos de lodo seco, porque los jóvenes a veces se lo lanzaban a puños.
Diciendo que la casa estaba maldita, su pintura color café ya era vieja y estaba descarapelada, el viento hacia rechinar la protección de la puerta principal que tenía la malla rasgada, a veces se azotaba con el aire escuchándose el fuerte golpe a unas casas de ahí, en su patio trasero había un viejo árbol seco, pero todavía tenía unas fuertes ramas que eran gruesas, dándole un toque más macabro a la propiedad.
A dentro de la casa se encontraba en total obscuridad, la pintura de las paredes estaba cubierta por el polvo, que había entrado en los últimos seis meses de abandono, los cuartos
del primer piso eran un baño, la lavandería, el recibidor tenía el piso de madera, en el comedor había una chimenea de tabique de color rojo, dentro de esta estaban las cenizas y hollín del uso que le dieron los últimos dueños.
El piso estaba muy lleno de polvo, había cosas tiradas en la sala donde tenía una alfombra sucia de color café claro, la cocina tenía sus gabinetes con algunas cosas útiles adentro de
estos, que eran algunos utensilios y latas de comida.
Subiendo la escalera en el segundo piso, había un baño al final del corredor, para dar les el servicio a las tres recámaras de las cuatro que ahí estaban ubicadas, porque una de estas tenía su propio baño, era la alcoba matrimonial, las recámaras tenían una alfombra de color azul, en una de estas habitaciones había juguetes en buen estado, que estaban tirados por todo el piso, tenía unos estantes con libros de escuela de primaria, en una esquina de la habitación, tenía un escritorio con varias libretas regadas y muchos libros.
En aquel silencio sepulcral, a las tres y quince de la madrugada se escuchaba la voz macabra de una mujer, que en un tono muy bajito cantaba su canción:
Esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar
al caer la noche me la voy a llevar, a un lugar que es tan lindo, donde nunca pueda regresar
de su aliento absorberé la vida, su sangre beberé, conmigo jugará por toda una eternidad
por mucho tiempo sus padres la buscarán, en los cuartos y en el armario pensarán que escondida está
pero no la encontrarán, porque en mi mundo ahora vivirá, esa hermosa niña una linda muñeca ya será
esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar…
Mientras se escuchaba esa tétrica voz cantar adentro de la casa, una sombra pasaba entre esa abrazante obscuridad, escuchándose rechinar la escalera a cada paso que daba al ir
subiendo en estas. En la recámara se movían algunos de los juguetes que ahí estaban, continuando el ser de la obscuridad entonando su fúnebre canción para las niñas.
En ese momento, adentro de una habitación, había una mujer de nombre Eloísa, tenía treinta años de edad y media uno setenta de estatura, estaba completamente desnuda hincada sobre la alfombra a la mitad de la recámara, tenía la mujer su cabello largo lacio, de color güero que cubría sus senos, ella era de tez blanca, entre cerraba sus ojos de color verde.
En la poca luz de la luna que entraba por una de las ventanas de la habitación, se veía la silueta de su nariz afilada, apretaba con sus dientes su labio inferior que era delgado, trataba de ahogar ese miedo que sentía, muy atenta escuchaba terminar el canto del Demonio de nombre Lalith, quien caminaba
muy despacio por la casa, entonces en voz baja y dócilmente la mujer le expresó:
—Lalith —
En ese momento sintió un frio abrazar todo su cuerpo desnudo, sintiendo la respiración del Demonio muy cerca de su oído derecho, la mujer temblando de miedo continúo diciéndole:
—Lalith… gran Lalith, muy pronto te traeré otra niña a tus manos, la persona que comprará esta casa tiene tres niñas, y cuando las tengas pagarás otra vez el trato. —
Entre el silencio que envolvía la habitación, sintió un frio abrazar toda su espalda, ahora Eloísa escuchaba una voz femenina y tenebrosa contestar, diciéndole al oído:
—El oro como siempre será todo tu yo, y esas pequeñas almas serán mías… tráeme a más niñas Eloísa, y yo te seguiré protegiendo a donde quiera que estés, después de lo que sufrí
en vida, no quiero estar sola otra vez en esta casa. —
Con la tenue luz que ingresaba a la habitación, Eloísa con su cara agachada, miraba muy atenta hacia la alfombra, tratando de controlar todo su miedo que recorría su cuerpo des-
nudo, muy despacio movió los labios contestándole:
—El trato se cerrará el próximo jueves muy temprano, si este joven compra la casa… tú tendrás tres almas más, para poder zacear tu sed, gran Lalith, su aliento y su sangre serán
solo tuyas, te aseguro que tendrás tres muñecas más, para que juegues y te hagan compañía en el ático. —
—Si aprecias tu vida, no me falles… Eloísa. —
Ante la advertencia del Demonio, la mujer respiró profundo el aire frio que había en el lugar, asegurándole:
—Prepara tres lugares para tu colección en el ático, gran Lalith, yo no te fallaré. —
Después de decir estas palabras, la mujer sintió el frio soltar su cuerpo, envuelta en esa obscuridad escuchó cerrar la puerta de la recámara, oía el rechinar de los escalones al ir los
bajando el Demonio, Lalith se alejaba de ella, comenzando Eloísa a escuchar otra vez la canción de esa mujer, que con su voz macabra entonaba:
Esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar
al caer la noche me la voy a llevar, a un lugar que es tan lindo, donde nunca pueda regresar
de su aliento absorberé la vida, su sangre beberé, conmigo jugará por toda una eternidad
por mucho tiempo sus padres la buscarán, en los cuartos y en el armario pensarán que escondida está
pero no la encontrarán, porque en mi mundo ahora vivirá, esa hermosa niña una linda muñeca ya será
esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar…
Ahora a pesar de su miedo, Eloísa sonrió al saber que tenía un nuevo trato, con este ente del mundo de las tinieblas, sabía la mujer que Lalith en ese momento, mientras cantaba estaba jugando en el jardín con las siete muñecas, escondiéndose ella
en el árbol, para después salir a corretearlas e ir detrás de ellas, escuchando las risas de las niñas en su diversión, persiguiéndolas hasta alcanzarlas.
Temblándole la mano derecha, Eloísa con cuidado agarró una cajetilla de cigarros cáncer filters ®, que había sobre la alfombra a un costado de ella, con nervios se lo colocó en sus labios, alumbrando un poco su mirada, viendo temblar la flama al prender el cerillo, enseguida encendió el cigarro fumando hasta el fondo el humo, tratando de tranquilizarse entre esa densa obscuridad que había en el cuarto, sacó el humo quedándose pensativa, después de unos minutos se terminaba el cigarro.
Eloísa notó que ya no cantaba Lalith la canción, todo el lúgubre lugar volvía hacer un silencio sepulcral. Ahora la mujer con sus dos manos agarró su vestido rojo, que estaba sobre la alfombra.
Eloísa muy despacio se ponía de pie vistiéndose para poder salir de esta casa. Si alguien del vecindario a esa hora la veía irse, no les extrañaría, ya que ella era la dueña de la casa, y también era la vendedora de bienes raíces en el pueblo, el letrero estaba en la entrada de la casa anunciando:
Se vende esta casa, para informes a “Real Mortera” teléfono: 206 36 13 33 36. Con la vendedora Eloísa Mortera Sepúlveda.
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LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas.
Mistério / SuspenseSheila Bedford Ferris es una joven de doce años, su padre Paul Bedford abusa de ella y trata de aislarla de la gente, siendo tan grande sus celos por su hija que la encierra en el ático de su casa, en donde él ingresa para demostrarle cuanto la...