LAS MUÑECAS DE LALITHEl jardín de las almas perdidas.
CAPÍTULO 05
Mientras tanto en el segundo piso, Arely les asignaba sus recámaras a sus tres hijas, quienes haciendo escándalo estaban muy contentas. Arely sonreía diciéndoles:
—Carón vamos entra, esta será tu recámara. —
— ¡Me gusta! ¡Gracias, mamá! —
—Yo quiero aquella que esta aun lado del baño. —
Comentó Mitzi señalando con su dedo índice de su mano derecha, mientras caminaban por el pasillo. Arely continuaba con su sonrisa viendo a sus hijas muy felices, les indicó: —Está bien, Careen esta será tu recámara y aquella junto al
baño será el cuarto de Mitzi. —
— ¡Gracias, mamá! ¡Me encanta! —
Gritó Careen con alegría ingresando a su recámara, Mitzi brincando de regocijo gritaba: — ¡Sí! ¡Sí! ¡Esa quería! ¡Me gustó esa recámara! —
Arely contenta veía a sus tres hijas gritar, metiéndose a sus respectivas recámaras, ahora regresó sus pasos bajándose por la escalera, llegando hasta el primer piso, caminó directo a la cocina en donde miró a Bryan, muy triste sentado en la silla en frente de la mesa, donde tenía entre sus manos el retrato de la niña con sus padres, mirándola fijamente como buscan-
do muchas respuestas. Arely le preguntó:
— ¿Estás bien Bryan? —
Él sin voltear a mirarla le contestó:
—Sí, todo bien, yo creo que mañana le llamo a Megan, la esposa de Jonathan, para decirle que venga por el pago del trabajo, o ¿Si quieres tú hablarle y decirle? —
—Está bien, tu llámala mañana, sé que solo es por el pago y nada más. —
—Te quería comentar Arely, que las cosas de la otra casa, que solo traeré la ropa y las cosas personales, pero las camas, la mesa, los muebles y todo lo que teníamos, le diré a Sergio si
las quiere, porque aquí no las necesitamos. ¿Dónde las pondríamos? Tu hermana Michael, tampoco tiene espacio en su casa para quedárselas. —
— ¿Quién es Sergio? —
—Es el trabajador de Jonathan, está ahora mismo afuera laborando junto con los demás trabajadores. —
— ¡Ah! Sergio si, está bien, tienes razón. ¿En dónde las pondríamos? Por el momento no nos hacen falta, la casa ya está totalmente amueblada. —
Como a las ocho de la noche, se encontraban reunidos los cinco familiares en la sala, mirando un programa en la televisión, cuando tocaron el timbre de la puerta principal. Din… don.
Bryan se levantó del sillón para para ver quién tocaba, al abrir la puerta miró a Sergio con su cara seria, los demás trabajadores terminaban de meter las herramientas en la camioneta. Bryan le preguntó:
— ¿Ya se retiran? —
—Sí, mañana solo vengo a colocar el harnero de esta puerta, ya está pintado, para mañana estará seco y lo puedo colocar sin ningún problema. —
— ¿Terminaron de pintar toda la casa? —
—Si, por eso nos vamos tan tarde, digamos que ya está terminado todo el trabajo. —
Con cara de tristeza y buscando las palabras adecuadas, Bryan le comentó:
—Siento mucho lo de Jonathan. —
— ¿Ya te dijeron la mala noticia? —
—Lo fui a ver esta mañana al hospital, hasta hablé con él, y después nos llamó Natalie por teléfono diciéndonos que, había… que ya había muerto Jonathan. —
Sergio lo miró muy triste contestándole: —De la nada apareció ese accidente, y mira hoy muere, y… en unos días lo sepultan, dime. ¿Qué es esta vida Bryan? —
Miró Bryan escurrir las lágrimas de Sergio por sus mejillas, quien mordió sus labios para no ser escuchado en su dolor. Bryan respiró profundo controlando no estallar en llanto junto con él. Diciéndole:
—Cuanto lo siento. —
—Yo también lo siento mucho, era mi amigo… un gran amigo, y siempre… siempre se preocupó por nosotros sus trabajadores. —
—Mira Sergio, sé que no es el momento oportuno, pero… pero, te quería preguntar, si querías unas cosas que dejamos en la otra casa. —
Sergio se contuvo un poco, tomó profundo su aire, después de unos segundos le preguntó: — ¿Es donde te levantamos aquella vez para que trabajaras con nosotros? —
—Si, en esa casa, mira tengo una mesa, unas camas, algunos muebles que ya no usare, están todos en buen estado, pero aquí ya no cabrían, mañana recogeré la ropa y si quieres llevas la camioneta para que saques las cosas de una vez. —
—Está bien, te lo agradezco Bryan, me serán muy útiles esas cosas para mi casa. —
—Si ya terminaron el trabajo. ¿Quieres que te pague el dinero para que se lo des a Megan? —
—No hay problema, yo se lo doy a ella para que nos pague, si quieres háblale si ella dice que se lo lleve, por mí no hay ni un problema. —
Bryan enseguida subió las escaleras, fue directo a su recámara, habló desde ese teléfono con la mujer, enseguida de un cajón sacó el dinero, de inmediato bajaba la escalera hasta la entrada de la casa, dándole el dinero a Sergio, diciéndole:
—Aquí está el dinero, dice Megan que por favor te lo lleves, son seis mil seiscientos sesenta dólares. —
—Gracias Bryan, te llamo mañana, solo vendré a colocar el harnero de la puerta. —
—Cuídate… hay que tener ánimo. —
Al terminar de hablar. Bryan cerró la puerta escuchando a su esposa decir: —Vamos niñas, es hora de dormir a lavarse los dientes, mañana es lunes e irán a la escuela, así que se levantarán temprano. —
Entre protestas las tres niñas se subieron a sus recámaras. Bryan comentó:
—Será mejor que también me duerma, estoy cansado, estos tres días han sido muy agotadores para mí, y muy estresantes, mañana ya empieza el trabajo otra vez, comenzar la rutina. —
—Tienes razón, fue un fin de semana muy estresante, también estoy exhausta. —
Indicó Arely, enseguida todos se fueron a sus habitaciones,
durmiéndose en unos cuantos minutos, quedando la casa en
completo silencio.
Para la madrugada el Demonio Lalith muy despacio caminaba entre la obscuridad de la casa, solo se miraban sus ojos rojos, muy despacio recorría cada una de las recámaras, mirando a Mitzi como dormía, veía esa hermosa carita.
Lalith con su mano fría muy suavemente le acariciaba el cabello, después de un rato, salió de la habitación entrando en la otra recámara, admirando la carita de Careen, quien dormía
profundamente, mirando Lalith detenidamente esos pequeños y tiernos labios que le darían su aliento, con su mano derecha le acariciaba su cabello y la frente, después de un momento se pasó a la siguiente alcoba, parándose a un lado de la
cama de Carón, esas gemelas eran un hermoso trofeo para ella, hasta ahora sería uno muy especial.
Lalith ya deseaba tenerlas en su repisa del ático, eran unas muñecas hermosas y encantadoras, para jugar con ellas por toda una eternidad. Con su mano derecha muy suavemente le acariciaba su frente enfriándoles su piel.
Lalith abría su boca entre sus labios negros mostraba sus filosos dientes, en ese momento en el medio del ático se dibujaba el círculo de color blanco, con la figura adentro de este. Ya eran las tres y quince de la madrugada, las tres niñas ahora empezaban a soñar, al ya ser tocadas por las frías manos de Lalith, todo este ritual empezaba para ellas, quienes en su sueño se miraban caminar descalzas en el ático, ponían una cara de sorpresa al encontrarse a las siete muñecas, como si fuera un amanecer de día de los reyes magos, así que las tres niñas Mitzi, Carón y Careen con ambas manos, agarraron a las muñecas que estaban guardadas en sus cajas.
Ellas sonreían de alegría al poder jugar con las muñecas.
Enseguida sacaban de las cajas, como siempre, las tres hermanas se imaginaban sus juegos, sin esperarlo en su sueño sentían el pasto verde en sus pies descalzos, ya se encontraban en el patio trasero de la casa, el cual ya era un hermoso jardín, viéndose ellas agarradas de las manos de las muñecas, haciendo todas juntas un círculo alrededor del árbol, que ahora se veía frondoso brindándoles su sombra en ese delicioso día caluroso.
Pero ahora, las siete muñecas ya eran unas niñas que caminaban y cantaban junto con Mitzi, Carón y Careen.
Al agarrarse de sus manos, las sintieron muy frías, las tres niñas en ese momento miraron a una joven mujer que era de cabello largo, lacio de color güero, de piel blanca, con ojos verdes, nariz afilada, de labios delgados que les brindaba una
hermosa sonrisa, sin saberlo ellas, era Lalith en el cuerpo de Sheila Bedford Ferris.
Para comenzar el juego, Sheila se escondía adentro del árbol, mientras alrededor todas las niñas al unísono cantaban la canción.
Esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar
al caer la noche me la voy a llevar, a un lugar que es tan lindo, donde nunca pueda regresar
de su aliento absorberé la vida, su sangre beberé, conmigo jugará por toda una eternidad
por mucho tiempo sus padres la buscarán, en los cuartos y en el armario pensarán que escondida está
pero no la encontrarán, porque en mi mundo ahora vivirá, esa hermosa niña una linda muñeca ya será
esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar…
Al terminar la canción. Sheila salía del árbol para corretearlas hasta atrapar a una de ellas, las diez niñas salían corriendo despavoridas en distintas direcciones del jardín, este era un juego donde Sheila entre risas correteaba a una niña, en este
momento lograba atrapar con sus brazos a Careen, quien con una gran sonrisa caía en el pasto, mirando la cara de la mujer.
En ese mismo instante en su recámara entre la obscuridad,
Lalith ponía sus fríos labios en la pequeña boca de Careen,
absorbiendo su aliento, sintiendo la vida entrar en el Demonio, mostrando sus filosos dientes cuando levantaba su cara, mirando el obscuro techo sintiendo la vida entrar en su ser,
abría sus brazos complacida.
Mientras en el jardín. Mitzi entre risas levantaba del pasto a su hermana Careen, quien divertida seguía riendo, mirando a las otras niñas divertirse en el patio con ellas, ahora con una
gran sonrisa Sheila regresaba a esconderse adentro del árbol,
todas las niñas se agarraban nuevamente de la mano, conteniendo su risa, muy contentas brincaban y giraban alrededor del árbol, volviendo a cantar la canción.
Esa hermosa niña la tengo que encontrar, cuando yo la tenga en mis brazos la voy a cuidar
Para después al terminar de cantarla, todas juntas pegaban la carrera de una forma feliz, mientras Sheila en este momento salía de prisa del árbol, las correteaba entre el hermoso
jardín, persiguiendo entre risas ahora a la niña Carón, hasta poder agarrarla entre sus brazos, mirando Sheila de cerca la cara de la gemela, quien entre risas miraba los labios de la
joven mujer acercarse a su cara, veía su sonrisa y sus dientes blancos como las perlas del mar.
Lalith en la recámara en la total obscuridad, se inclinaba sobre la cama, acercaba sus fríos labios a la boca de la niña, de inmediato le absorbía el aliento de Carón, que salía como humo blanco de sus labios, mientras con su larga uña le mar-
caba debajo del cuello la inicial de la niña, como también lo hizo con su gemela.
Ahora en el frondoso jardín. Yadira la niña güera de siete años, con una gran sonrisa le daba la mano derecha levantando a la gemela Carón, quien sentía las manos frías de su nueva amiga, miraban todas a la
hermosa mujer Sheila esconderse en el árbol, para poder seguir jugando con ellas, las diez niñas se agarraban de nuevo de las manos girando alrededor del árbol, cantando con gusto y entre risas todas juntas.
al caer la noche me la voy a llevar a un lugar que es tan lindo, donde nunca pueda regresar
Al terminar la canción, Sheila desde adentro del árbol, miró correr con mucho regocijo a las diez chiquillas, esparciéndose nuevamente en el jardín, pero ahora ella salió del árbol y persiguió a Mitzi, quien de tanto correr entre carcajeos se derrumbó en el pasto, cayendo encima de ella la joven mujer, quien se carcajeaba mirando a su nueva muñeca.
En la obscura recámara, se inclinaba por tercera vez el Demonio, sus fríos labios se acercaban a la pequeña boca de la niña, quien perdida en su sueño, le absorbía su aliento de vida que salía de su boquita, entrando un humo de color blanco entre los filosos dientes de Lalith, marcándole con su
larga, filosa y negra uña la inicial de su nombre a Mitzi, sintiendo el Demonio tener ya a las tres niñas en su poder, ellas muy pronto se convertirían en sus muñecas para su colección.
Mitzi con mucho júbilo, miraba quitarse de ella a Sheila viendo su cabello largo, lacio de color güero, de piel blanca, de ojos verdes que la miraban con alegría, sus labios delgados les brindaba una gran sonrisa, por este juego que era tan divertido, ahora la joven caminó hacia el árbol entrando en este
desapareciendo del jardín.
Mitzi sintiendo el pasto en su espalda, sonreía de felicidad, enseguida recibía la fría mano de la niña de nombre Jazmín, quien le ayudaba a levantarse de la hierba. Mitzi les preguntaba a sus nuevas amigas:
— ¿La mujer ya no jugará con noso-
tras? ¿Ya se fue? —
—No, por ahora ya no jugará, pero mañana vendrá de nuevo para que volvamos a jugar con ella. —
Carón con su dedo índice de su mano derecha señalaba hacia el árbol, les preguntó:
— ¿Cómo se llama ella? —
Jazmín miró a sus demás amigas, mirando a las gemelas les respondía: —El nombre de ella es Sheila, si ustedes juegan otra vez aquí en el jardín, ella misma les dirá su nombre, serán sus amigas como nosotras lo somos de ella, y dime. ¿Cómo te llamas tú? —
La niña más grande dio un paso hacia Mitzi, quien estaba contestando:
—Yo soy Mitzi, y ellas son mis hermanas Carón y Careen, están a mi cuidado, y díganme. ¿Ustedes cómo se llaman? —
Una de las niñas miró a Jazmín, entonces giró su cara mirando a Mitzi diciéndole:
—Yo soy Laura, antes jugaba a solas en este jardín con Sheila, pero encontró nuevas amigas, ahora es más divertido jugar entre todas. —
Careen sonriendo movió la cabeza como negando, preguntándole:
— ¿Quién es Sheila? —
Ante la pregunta de su nueva amiga, otra niña sonrió respondiéndoles:
—Es la mujer que cuando jugamos sale del árbol y nos persigue, ya se los dijo Jazmín, si ustedes regresan
al jardín, ella misma les dirá su nombre, por cierto, mi nombre es Corina. —
Otra niña se acercó más a ellas diciéndoles:
—Hola Mitzi, Carón y Careen… yo soy Nikte, y ella es mi hermana Nayhelli, nos encanta jugar en este jardín. —
Las tres niñas sonrieron, ahora viendo a otra niña con una sonrisa decir:
—Yo soy Jazmín y ella es mi hermana Brenda, también nos divertimos mucho en este lugar. —
Brenda sonriendo les comentó:
—Espero que ustedes se queden a jugar con nosotras en el jardín. —
Carón con su sonrisa, ahora miró a cada una de sus nuevas amigas diciéndoles:
—No sé cómo llegamos hasta aquí, pero es muy divertido y esperamos regresar a este lugar. ¿Verdad Mitzi? ¿Verdad Careen? Nosotras regresaremos para jugar con... con… ¿Cómo se llama la muchacha?... —
—Sheila ja jajá se llama Sheila, y es nuestra gran amiga. Ja jaja. Siempre jugamos con ella en este jardín. —
Les expresó Jazmín entre risas, sus nuevas amigas con una sonrisa asentaron con la cabeza. Mitzi contenta mencionó:
—Regresaremos a jugar con Sheila y con ustedes, a mí me gustó mucho su juego, reí demasiado que sola me caí. —
Otra niña les indicó:
—Yo soy Yadira y ellas son mis amigas, tenemos tiempo jugando juntas, me encanta jugar con Sheila es muy divertida, nunca nos aburrimos con ella. —
Careen miró a cada una de sus nuevas amigas, entonces les preguntó:
— ¿Jugaran con nosotras mañana? —
La niña de nombre Brenda con una sonrisa le respondió:
—Sé que ustedes sabrán cómo llegar, nosotras siempre jugamos aquí, este es nuestro jardín, aquí vivimos y nos divertimos mucho. —
Carón también miró a las niñas, ahora estaba preguntándoles:
—Aunque ya nos lo dijeron, díganme. ¿Cómo me aprenderé sus nombres? —
Laura con su mano derecha se jalaba un poco su blusita blanca, contestándole:
—Sheila nos marcó nuestro nombre, para que nunca lo olvidemos. ¿Lo ves? ¿Puedes verlo? —
Mitzi se acercó más junto con sus hermanas, muy atentas miraban debajo de su cuello, un pequeño como tatuaje de color negro con su nombre escrito. “Laura”.
Careen vio a Laura directo a los ojos, después miró a las demás niñas preguntándoles:
— ¿Todas lo tienen? —
Ellas con una sonrisa, con sus manos se jalaron su blusita, les mostraban su nombre marcado a sus nuevas amigas. Nikte soltó su prenda diciéndoles:
—Ustedes son idénticas, nos confundiremos mucho, pero cuando tengan su nombre escrito en su pecho, sabremos nosotras como se llaman cada una de ustedes. —
Jazmín levantó su brazo derecho señalando con su dedo índice a Mitzi, les señaló:
—Ya tienen marcada una inicial, si mañana vienen al jardín para jugar, entonces Sheila les pondrá el nombre completo. —
Al escuchar estas palabras de su nueva amiga, de inmediato
Mitzi puso su mirada en sus hermanas, viendo debajo del cuello, tenían la marca “C” sonrió al verles la inicial, con su mano derecha se jaló su pijama, tratando de enseñarles su inicial, preguntándoles:
— ¿Ya se ve mi inicial? —
Carón sonriendo la señaló con su dedo índice de su mano derecha, contestándole:
—Sí, ya se ve, es una “M”, todas las niñas sabrán que tú eres Mitzi. —
La niña de nombre Nayhelli les expresó:
—Seremos amigas para siempre, aquí en este hermoso jardín jugaremos una y otra vez con nuestra buena amiga Sheila. —
Corina muy alegre brincaba en su lugar, con una sonrisa les decía:
—En este jardín nos veremos mañana, Sheila saldrá a perseguirnos y cantaremos todas juntas, si les gusta, aquí permanecerán por siempre con nosotras, a mí me encanta divertirme aquí. —
Mitzi sintiéndose muy feliz, sin saber que morirían para jugar para siempre les comentó:
—Mañana estaré aquí, en el jardín con mis hermanas. —
Las siete niñas sonrieron al saber que sus nuevas amigas se quedarían con ellas, después de un momento, ahora las tres hermanas se miraron en medio del ático, se encontraban justo en el círculo blanco de extraños símbolos, en ese momento sus nuevas amigas volvían hacer solo unas muñecas, ellas con mucho cuidado las acomodaban en las cajas, una por una.
Carón aún con su sonrisa en los labios les decía:
—Mañana nosotras volveremos a jugar con ustedes, en el jardín. —
Lalith en medio de esa densa obscuridad, las miraba atentamente, contemplando sus tres nuevas muñecas, las hermanas al tapar las cajas de sus amigas, miraron una profunda obscuridad quedándose bien dormidas el resto de la noche,
hasta que su madre las fue a despertar para ir a la escuela.Está historia continuará....
Gracias por seguirme, gracias por tu VOTO, si te gusta la historia compártela con familiares y amigos. Soy Humberto David Arellano Vázquez, Aries gracias por el apoyo.
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LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas.
Mystère / ThrillerSheila Bedford Ferris es una joven de doce años, su padre Paul Bedford abusa de ella y trata de aislarla de la gente, siendo tan grande sus celos por su hija que la encierra en el ático de su casa, en donde él ingresa para demostrarle cuanto la...