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Yuta no quería, pero Johnny terminó pagando toda la cuenta. Le pareció adorable el puchero que hizo Yuta cuando, luego de llegar del baño, le dio que ya había pagado y podían irse.
El japonés le dijo que se sintió mal genuinamente por no ayudarle en lo más mínimo, considerando que obviamente no había sido una comida barata, pero el mayor se excusó diciéndole que la ocasión lo ameritaba. Aunque no cayó por la excusa, le hizo prometer que a la próxima cita, él pagaría; Johnny dijo que sí.

No querían irse a sus casas todavía. No era ningún secreto de que ambos estaban bastante felices con la compañía del contrario, y aunque no estaban tomados de las manos, parecían pegados tal cual un chicle.
Caminaron un poco por alrededor, mientras veían que el sol se estaba poniendo en el fondo... hasta que sonó el teléfono de Yuta.

- Aló.

- ¿Dónde estás? No contestabas mis llamadas y le pregunté a todos tus amigos, nadie sabe dónde estás. Estoy preocupada, ¿estás bien?

Era su madre, y aunque obviamente estaba alterada, su tono era bastante pasivo.

- Mamá, no te preocupes. Estoy con Johnny, ¿te acuerdas de Johnny? - Incluso Johnny escuchó la voz de la mujer a través del teléfono - Obvio recuerdas a Johnny, salimos a comer y ya íbamos de camino a casa... no en realidad, pero teníamos planeado llegar en algún momento.

- ¿Sólo ustedes dos? ¿Estaban en una cita?

- Efectivamente, ma.

- Oh, lamento molestar. Pero todavía eres mi niño y tengo todo el derecho de llamar.

- Claro, lo siento por no responder.

- Si necesitas que vaya por ti, cuéntame. Usen protección.

Yuta iba a responder a lo último, pero la mujer colgó el teléfono, sabiendo perfectamente lo que había hecho.

- Awww, le has contado a tu madre de mí - Johnny le dedicó una sonrisa enternecida bastante exagerada - Elegí al novio correcto.

Yuta se sonrojó. No estaba para nada acostumbrado a que alguien le llamara así incluso si había tenido parejas en el pasado. Sus mejillas combinaron perfectamente con el tono de su cabello.

- Un par de veces, es bastante confiable.

- ¿Y qué le has dicho?

- Nada interesante hasta ahora. Eres el chico que no sabía mi nombre y me lo preguntó en la enfermería cuando le pegué por segunda vez.

- ¿No sabía tu nombre...? Oh... - Johnny se sintió cohibido - Hay una historia graciosa detrás de ello.

- ¿Cómo es gracioso que no supieras mi nombre?

- Porque sí lo sabía, pero por un tiempo le conté a la persona incorrecta que me gustabas y terminó contándole a mucha gente eso; pensé que lo sabías y para disimular fingí que no para desviar tu atención.

Yuta se quedó pasmado intentando digerir la información.

- ¡No te puedo creer! - El pelirrojo comenzó a reír - ¿Eras tú? Pensé en mucha gente antes de considerarte una opción cuando me dijeron que alguien gustaba de mí.

- ¿No te dijeron que era yo? - Johnny se colocó la mano derecha en el pecho y fingió indignación - Dios, y yo que tenía miedo de acercarme porque quizá pensabas que era un rarito.

- Pues ya que estamos poniéndonos sinceros con el otro, te voy a decir algo y no tienes permitido enojarte.

Johnny borró su gran sonrisa. No fue voluntario, pero el puchero que le dedicó el japonés suavizó su expresión rápidamente.

- No es tan malo, creo. Pero es una cosa del pasado, totalmente superado, ¿sí?

- Okay, cuéntame. Si me enojo, me puedes pegar.

- No te pegaría por nada del mundo.

- En los recesos, tu balón no piensa lo mismo.

- ¡Hey! - Al menos Johnny había vuelto a sonreír, así que Yuta sacó valor para decirle - En todo caso, te tenía miedo.

- ¿Miedo? - Más que enojo, Johnny estaba algo sorprendido.

El castaño sabía de los rumores a su alrededor, sus amigos los sabían al pie de la letra y siempre se los contaban cuando había algo nuevo. A Johnny no le importaba aquello, sabía que eran falsos y que hasta ahora no le habían dado problemas, pero era un poco triste que mucha gente decidiera no hablarle por ese tipo de cosas.

- Supongo que es culpa de los rumores - Concluyó rápidamente antes de que el japonés siguiera hablando.

- Lo es. Intento no ser una persona prejuiciosa la mayoría del tiempo, pero no te conocía del todo y no podía evitar tener algo de miedo al acercarme, especialmente cuando te golpeé por primera vez.

- Diría que no me di cuenta, pero me di cuenta.

- No soy bueno escondiendo mis sentimientos, perdona.

En ese momento Johnny pensó un poco al respecto de la situación de los rumores. Hasta ahora no había hecho nada por eliminarlos, el mero hecho de nunca haber probado lo contrario, pero tampoco afirmado; le había traído más bien pocos problemas, los principales en su vida social. Su reputación escolar no le importaba del todo, estaba más cerca a graduarse de lo que pensaba y sabía que su imagen desde la perspectiva de sus compañeros no le iban a afectar mucho sin tener pruebas de su supuesto mal comportamiento, pero quizá... sólo quizá... debería empezar a hacer algo.

- Lo siento - Ni siquiera se dio cuenta de lo mucho que se había encerrado en sus pensamientos hasta que notó el nerviosismo de su novio - No era mi intención...

- No importa, Yuta - El castaño le dedicó la sonrisa más dulce que pudo, pensando en ese momento como un nuevo comienzo - Sólo te pido un favor.

- Lo que sea.

- Bésame.

Yuta ni siquiera lo pensó de más. Simplemente dio un paso al frente y rodeó el cuello del contrario con sus brazos antes de besarlo amorosamente.
Johnny correspondió de inmediato, posando sus manos en la cintura del menor.
Agradecían que no hubiera casi nadie en la calle, porque estaban en medio del andén y no les convenía que alguien viniera a decirles que se quitaran.

Ese beso fue más largo, más íntimo. Fue subiendo de tono poco a poco, obligándolos a detenerse un momento y tomar aire.
Antes de olvidarse de que estaban en la calle, Johnny posó sus manos en el pecho de Yuta y lo apartó lentamente, teniendo la suerte de que el pelirrojo había mordido levemente su labio inferior para evitar que lo separara. Igualmente logró apartarlo lo suficiente.

Los ojos del menor brillaban, quería seguir pegado a los labios contrarios por el resto de su vida.

- Alto ahí, antes de que te vuelvas adicto - Johnny bromeó, logrando que el pelirrojo finalmente lo soltara.

- Ya es tarde, ya me vicié.

- En ese caso te voy a llevar a rehabilitación, en tu casa.

- Ow... - La decepción era fingida, saber que en cualquier otro momento podría volver a besarlo le daba seguridad - ¿Me vas a llevar?

- Obviamente.

- En ese caso yo pagaré.

- Bien, tú pagas.

- Gracias.

Ramé ; JohnyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora