T O X I C |•| Kibutsuji Muzan

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Iba de camino al pueblo cercano, me lleva un par de horas caminando, pero ya me acostumbré. Muzan es feliz de vivir allí conmigo, alejado de todos. El sol no da por las nubes y la neblina, así puede salir conmigo a pasear tomados de las manos.

Entre más me alejo de la montaña, menos presión en mi pecho siento, hay más oxígeno. Eso conlleva vivir en una montaña, la falta de oxígeno, pero ya estoy acostumbrada.

Sonrío al recordar las veces que me desmayé por la falta de oxígeno y la hospitalidad de mi amado. Él se preocupa mucho por mí.

-Oh no, ahí viene la bruja -apenas llego al pueblo, los murmuros se hacen presentes.

-Dicen que está saliendo con un hombre mucho más mayor que ella.. -escucho a una anciana murmurar hacia una jovencita y a un señor.

-Tambien he escuchado que se escapó de su casa junto a ese hombre a los 13 años...

-Yo conocía a sus padres. Compraban niñas abonadas y las convierten en damas de compañía.

-Pobrecilla, debió sufrir mucho -tantas sombras del pasado aún seguían estáticas. No se iban, siempre regresaban.

Mi vida con mis padres, fue un infierno desde principio a fin. Nunca volveré, ojalá mueran.. ¡Ojalá mueran!

-Disculpa -distraida por mis pensamientos, no me doy cuenta que llegó al mercado mercado local. Además, una mano tocó mi hombro, es extraño, nadie en este pueblo me habla.

Me volteo lentamente y me quedó petrificada, es un cazador de demonios. -¿S-sí? -tartamudeo nerviosa.

-Estoy investigando sobre la desaparición de algunos habitantes, han sido vistos cerca de donde vives. ¿Has escuchado algo extraño últimamente? -trago saliva. Esos pendientes... Creo que me suenan de algo.

-No... Lo siento. De eso no sé nada -elijo mis verduras y frutas rápidamente, necesito avisarle a Muzan, si está este cazador aquí, podrían estar los pilares. Ha llamado mucho la atención.

-Está bien, seguiré investigando. Gracias de todas maneras -da una reverencia y se retira, mi cuerpo tiemblan al ver su espalda, esa caja en madera.

"Kamado Tanjiro".

La respiración se me corta, por un segundo sentí que me ahogaba. Es el chico de los aretes hanafuda.

Al terminar de pagar, salgo de allí apresurada, pues el chico compró unas frutas.

-Demonios, casi... -continuo mi camino, aún sigo nerviosa. Ese olor llega a mi y hace que me ponga de piedra. Uno de los pilares...

Un escalofrío recorre mi espalda nuevamente, es horrible pensar que mi amado podría perecer y dejarme sola...

Me los he encontrado muchas veces, por eso recuerdo sus olores. Por suerte ninguno tiene buen olfato como yo, sinó, habría muerto.

Pero... Kamado Tanjiro sí.