T O X I C |•| Kibutsuji Muzan

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Ahora estoy casi corriendo, ni siquiera estoy cansada. Mi adrenalina está a full. Mis presentimiento me decían que debía llegar lo más antes posibles, sin importar que.

Sé que no le harían nada, Muzan es muy poderoso. Pero quiero demostrar que también tiene un lado humano, él me ama y yo a él.

Llegando a la entrada de la montaña, por los arrozales, veo a un chico llorando, está en el suelo en posición fetal, parece que una chica lo está golpeando, con él, unos dos hombres también se unen a la golpiza.

Yo trato de caminar de lejos, no me iba meter, pero como siempre, debido a los rumores absurdos esos hombres al verme se asustan y se echan para atrás, dejando de golpear.

—¡La bruja! —grita la chica y se echa a correr. Yo solo me paro en seco viendo como aquellos hombres la siguen. Dejan solamente el polvo.

¿Tan temible soy? Si fuera bruja, los tuviera ya colgando de una rama en un árbol. Río levemente al imaginarme esa situación, de pronto siento como el chico se pega a mi abdomen, abrazándome.

—¿Tú... Me salvaste? —pregunta, yo quedo extrañada ante el brillo en los ojos que se le forma. —¡Me salvaste! —chilla alegre mientras llora. —¡Quédate conmigo! Me queda muy poco tiempo. ¡Y necesito que alguien de case conmigo y me proteja!

Hago una mueca de preocupación, ese chico sin duda está loco. Este restriega su mejilla en mi abdomen abrazándome de las piernas.

Siento como su olor se impregna en mí, trato de apartarlo y no puedo. Las imágenes de las palabras de Muzan pensando que lo traicioné hacen que mi corazón se haga un puño.

—¡A-ah! ¿¡Estás bien!? ¿¡Te dije algo horrible!? —exclama el chico levantándose, era mucho más alto que yo. Se apresura en abrazarme, tratando de tranquilizarme; yo lo empujo.

Las lágrimas salían como fuente, me sentía tan impotente. —¡Estoy sucia por tu culpa! —grito desesperadamente.

—¡Yo no quería!... No sabía que... —empieza a sonrojarse de vergüenza.

Echo a correr, no me importó dejar tirada las compras, yo solo estoy echa un mar de lágrimas.

En el camino, algunos arbustos me raspan la piel, se rasgan mis ropas.

Solo puedo odiarme cada vez más.

Al llegar a casa destrozo mi kimono tan hermoso que me había comprado hace unos días, mi cuchillo más filoso para eso.

Lo rasgaba con tantas ganas que me corté un poco. Aún sentía que olía a ese chico rubio extraño.

Estoy solo en ropas interiores. Aún desesperada, me jalo de mis pelos, quiero arrancarla a tirones. De el cabello emanaba ese olor, así que tomo el cuchillo y empiezo a rebanar en trozos mi cabello, dejando partes desprolijas.

Ya no soy hermosa, ya no le gusto a Muzan...

Estoy sucia, huelo a otro hombre que no es el mío, ya no quiero vivir. Caigo al suelo, ni siquiera quiero ver mi reflejo ahora.

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Chale, pobre pollito. :(