Our philias.

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— Que me gustas. — confesó, completamente perdido en la profundidad de los ojos oscuros de Krist, quien le miraba con diversión. Singto se percató de lo que acababa de decir, poniéndose rojo de inmediato. — Y-yo... quiero d-decir... s-sí, eh... m-me gustas... u-un poquito...

Krist rió.

— ¿Sólo un poquito? — preguntó haciendo un adorable puchero, que hizo tambalear la expresión de Singto. "Joder... es demasiado adorable... ¿estará mal que me lo quiera follar ahora mismo?", pensó Singto, mordiéndose el labio inferior. — Porque tú a mí me gustas mucho, Sing...

El mayor sale de su ensoñación, mirando sorprendido a Krist.

— ¿E-en serio? — Krist asiente, convencido. Singto sonríe, pero entonces, recuerda algo y su sonrisa se borra. — Pero... ¿te gusto yo o... mi polla?

La expresión de Singto pasa de ser sonriente a avergonzada en menos de cinco segundos. Sus mejillas se ponen rojas por completo, el mismo color, llegando a sus orejas también.

— Anoche dijiste que estabas enamorado de mi "gran amigo". — relata el mayor, haciendo comillas con sus dedos. Krist abre los ojos desmesuradamente.

— ¡¿Yo dije eso?! — exclama totalmente abrumado.

— ¿No lo recuerdas? — inquiere el mayor, frunciendo el ceño.

— ¡Evidentemente, no! — grita Krist, cubriéndose la cara con las manos.

— P-pero... te acuerdas de lo que pasó... entre nosotros...

— Bueno, no es algo que se olvide con facilidad, ¿sabes? ¡Follé en la cocina con el chico que he estado persiguiendo desde hace tres semanas! ¿cómo pretendes que lo olvide?

Krist se veía bastante alterado, haciendo preocupar a Singto.

— N-no debes sentirte mal. No es la primera vez que me dices algo así. — intenta consolarle Singto, haciéndole sentir peor.

— Ah, mierda... — Krist suspira pesadamente. Se levanta del regazo del mayor y se deja caer a su lado en la cama. — Ya entiendo por qué crees que mis sentimientos no son reales, sino que van dirigidos a tu polla...

— Y-yo no dije eso...

— Lo insinuaste. — le acusa Krist, señalándole. Singto no responde y Krist suspira, nuevamente. — Yo también tengo un problema...

— Filia. — interrumpe Singto.

— ¿Eh?

— Tú no tienes un problema. Tienes una filia. — le hace saber el mayor. — No estoy seguro de cómo se llama, pero la tienes. No puedes hacerlo con hombres que tengan el miembro pequeño porque no sentirás placer... Pues te gustan los miembros grandes.

Krist quiso decir algo... pero, ¿qué podía decir? Era verdad, pero que se lo dijeran tan directamente le causaba vergüenza. Le hacía quedar como un goloso y cosas peores.

— No creo que sea algo malo... — murmuró el pelinegro, jugando con sus dedos. — Yo tengo varias.

— Pero tú eres un sátiro.

— No es necesario que me lo recuerdes. — Singto rueda los ojos.

— A ver, ¿y cuáles son las tuyas? — inquiere Krist, poniéndose cómodo. Singto lo mira estupefacto.

— ¿En serio quieres hablar de mis filias? Podríamos tardarnos toda la mañana. — le hace saber, alzando sus cejas.

— No tengo nada que hacer, Sing. — canturrea Krist, recostando su cabeza en el abdomen de Singto. Este suspira, enarcando una ceja.

ꜰᴀʟᴏꜰɪʟɪᴀ  [SingtoxKrist]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora