Fuck me again, please.

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Singto reposó su cabeza en el hombro de Krist, con los ojos cerrados, esperando que éxtasis del momento se extinguiera por completo.

El problema fue que, cuando logró estabilizar su respiración, fue que entró en razón; ¡Se había follado a su propio amigo, por la mierda! Y no cualquier amigo, sino, un amigo que le gustaba, le encantaba.

Tay estaría muy decepcionado de él si se enteraba... eso no iba a ser nada bueno, mierda.

No se supone que debía dejarse llevar por las provocaciones de Krist y desatar su lado salvaje con ellas. Sabía que, en el fondo (y quizá no tan en el fondo), Krist deseaba una cosa como aquella... Tal vez había hecho bien cumpliendo su fantasía (de ambos, de hecho) pero eso no quería decir que el hecho de que haya perdido el control, de modo que ni siquiera lo llevó a la cama, le demostraba que no se encontraba del todo "curado". 

Mierda.

Parpadeó un par de veces para enfocar su visión, encontrándose con la bellísima imagen de Krist medio dormido, mirándole con una lánguida sonrisa de autosuficiencia. Joder, quería hacerlo de nuevo.

Pero no. No estaba bien. Debía convencer a su cuerpo de que estaba satisfecho con una sola vez. Sólo una, sólo una, sólo una...

— Singto... — susurró Krist. El pelinegro le miró con la vergüenza a flor de piel. No era su intención dejarse llevar de ese modo, de hecho, lo tenía rotundamente prohibido. — Quiero hacerlo de nuevo.

Los ojos de Singto se abrieron tan grandes, que temió dejar ser Tailandés. 

— No. — demandó, completamente firme. Krist enfureció.

— ¡¿Por qué?! — exclamó, moviéndose en protesta, lo que ocasionó que la hombría del moreno se deslizase por su interior, haciéndoles gemir a ambos.

— N-no sabes... lo que estás pidiendo... — balbuceó Singto, con la intención de salir cuanto antes de ese caliente culo. Pero Krist no quería ceder.

— E-estoy c-completamente consciente d-de lo que te pido, Sing... — susurra Krist, meciendo letárgica mente sus caderas. Singto se retorció, cerrando los ojos y dejándose llevar por un momento. Krist amó la forma en que la polla del mayor se endurecía nuevamente en su interior, haciéndole sentir lleno. De repente, se percató de un no tan importante detalle que lo dejó inquieto. — ¿Y tus lentes?

Singto abre los ojos de forma dificultosa, procesando la pregunta para así intentar responder.

— L-los he dejado en el auto. — responde, tomando en cuenta por primera vez desde que llegó a casa, que los había olvidado allí dentro. Krist mueve sus brazos atados y los pone frente al rostro de Singto, con una súplica silenciosa en la mirada. — No te voy a desatar.

Krist hace un puchero.

— ¿Por qué no? — inquiere, a punto de comenzar una pataleta. Singto frunce el ceño.

— Me gusta tener el control, y tú eres muy inquieto... — le hace saber Singto, empujando dentro de él, robándole un gemido profundo de la garganta. Singto sonríe y suelta un suspiro. — En especial cuando estás ebrio.

Mhm, Prachaya es un controlador... — murmura Krist, lamiéndose los labios. — Me gusta.

Mierda, deja de provocarme. — gruñe el pelinegro, embistiendo nuevamente.

— Oh, Sing... Más duro... — súplica Krist, completamente indiferente a las palabras del más alto. Singto suelta un bufido cuando se da cuenta de que está siendo cruelmente ignorado y se limita a cumplir la petición del castaño.

ꜰᴀʟᴏꜰɪʟɪᴀ  [SingtoxKrist]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora