Capítulo 8

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Como ya te he dicho todos comenzaron a cambiar, primero fue mi madre pero no se quedó ahí. La discusión con mi madre fue en el fin de semana, el domingo me preparó el desayuno con tortitas y hablamos del tema. Más tarde se puso a hablarme del hombre y me dijo que algún día tendría que conocerle. La verdad, no me apetecía mucho, pero sabía que eso la haría feliz así que acepté.

Cuando comenzó la siguiente semana pensé en contarle lo ocurrido a mis amigos, necesitaba contárselo a alguien. Esperé las tres primeras horas hasta el recreo, ya que no quería hablarlo en mitad de una clase. Cuando salí al recreo busqué a Camilla y le dije que si podía venir conmigo pero ella me dijo que ya les había dicho a sus amigos que iba a ir con ellos para planear el viaje de fin de curso al que yo no iba a asistir, por mi miedo a socializar con los demás. Camilla me dijo que lo sentía y que podríamos hablar a la salida. Asentí y me di la vuelta para buscar a Izan, a quien encontré en la cancha de baloncesto.

- Hola Ellai, ven a jugar - me saludó con el balón en la mano.

- No Izan, sabes que no me gusta jugar con los demás. ¿Puedes venir conmigo?

- Jolín Ellai, tienes que intentar hablar con los demás, son mis amigos no te van a decir nada son buena gente.

- Prefiero pasar tiempo contigo nada más.

- Pero no puedes depender de mi Ellai, estoy cansado de no poder jugar y divertirme con los demás porque tú no quieras, yo voy a jugar, necesitas más amigos - me dió la espalda y se dirigió a la cancha.

- ¿Para qué quiero más amigos? Si te tengo a ti.

- No - se giró y fijó su mirada en mí - ya no somos amigos.

- ¿Qué? ¡¿Por qué?! - notaba como se me aceleraba la respiración.

- Porque necesitas relacionarte, Camilla y yo no estaremos siempre, hasta que no intentes relacionarte con alguien más no me hables -, me dió la espalda, se dirigió a la pista y se puso a hablar con los demás.

Yo me quedé allí estacionado sin decir ni una palabra. Notaba como las lágrimas se acumulaban en mis párpados, pero no podía llorar, no en medio del recreo, seguro que Sebastián estaría acechando cerca, buscando alguna travesura que realizar contra mi.

Tras aguantar unos segundos mis lágrimas, mientras veía a Izan jugando, di media vuelta y huí al baño. A mitad del pasillo ya no podía aguantar más y las lágrimas querían recorrer mi rostro y hacían que mi visión se tornara borrosa. Al llegar al baño no tardé en entrar en el habitáculo del váter y realizar mi postura característica, rodeando mis rodillas con ambos brazos. Al fin, dejé paso a mis lágrimas que desbordaron por mis párpados recorriendo mis mejillas.

No estaba preparado para esto, no lo entendía, pensaba que Izan siempre sería mi mejor amigo, que nunca me abandonaría, pero en ese momento lo había hecho, me había abandonado, y yo ni siquiera sabía por qué. Me daba miedo relacionarme con los demás, siempre había sido así desde pequeño. Para mí no era algo esencial tener amigos, Izan me encontró y después a Camilla, para mí eso era suficiente. ¿Por qué él no podía entenderlo? ¿Acaso ya no quería pasar tiempo conmigo? ¿No era suficiente bueno para él que necesitaba más amigos? Miles de preguntas se cruzaron por mis pensamientos, mientras lloraba sin parar, hasta que tocó el timbre de vuelta a las clases. No quería levantarme, no quería salir, ni ver a nadie. Pero tenía que hacerlo, tenía que salir y hacer como si nada hubiera pasado, porque si no aparecía por las clases todos hablarían de mi, se preguntarían y ya dejaría de ser invisible.

En las siguientes 3 horas de clase Izan no me dirigió la mirada. Camilla lo notó y me preguntó, al intentar responderle el nudo de la garganta volvió a aparecer impidiéndome hablar, convirtiendo el mote de Sebastián en realidad. Decidí escribirle una nota a Camilla.

"En la salida te cuento"


Y así fue, al llegar a la salida Izan se despidió de Camilla, me miró con una mirada seria que nunca había visto en su rostro y, sin decir nada más, se fue. Mientras volvíamos a nuestras casas le conté lo sucedido con Izan. La rubia me escuchó atenta hasta que terminé toda la historia, omitiendo mi llanto descontrolado en el baño. Cuando terminé de contarle lo sucedido se quedó pensativa eligiendo las palabras para expresar lo que pensaba.

- Es complicado - ladeé un poco la cabeza al no entender a qué se refería-, creo que Izan tiene algo de razón Ellai, no puedes conformarte con tenernos solo a Izan y a mí. Necesitas hablar con más gente, no significa que sean tus mejores amigos, pero es bueno tener más amigos con los que hablar. Por ejemplo, tú e Izan sois mis mejores a amigos y eso no va a cambiar, pero también hago más cosas con los demás compañeros. Entiendo que Izan no debería haberse enfadado de esa forma, pero creo que deberías intentar socializar.

- Pero... - dirigí mi mirada al suelo - me da miedo.

- ¿Hacer amigos? - asentí un poco tímido, nunca le había contado eso a nadie - ¿Por qué?

- No sé - nos paramos delante de la casa de Camilla, ella me puso sus manos en mis hombros - no puedo.

- Ellai soy yo, puedes contármelo - subí la mirada y la dirigí a sus ojos, supe que podría confiarle cualquier cosa.

- Me da miedo... - contesté con la voz entrecortada - caerle mal a los demás o que se rían de mí y piensen que soy un bicho raro, no sé de qué hablar con los demás para caerles bien - las lágrimas comenzaron a salir de nuevo resbalando por mi rostro.

- ¿Eso es lo que te da miedo? - asentí limpiando mis lágrimas con las mangas de mi sudadera -. Ellai tienes que ser tú mismo, nadie se va a reír de tí.

- ¿Seguro? - pregunte haciendo pucheritos con los labios de forma inconsciente.

- ¡Claro! Eres un amigo encantador y muy divertido, aunque cueste sacarte las palabras, se puede confiar en ti y eres muy sincero. Además, si alguien se atreve a meterse contigo se las verá conmigo - imitó un rostro de enfado y chocó una de sus mano con la otra en forma de puño, no pude evitar reírme -. Tengo una idea, la semana que viene es mi cumpleaños y voy a celebrar una fiesta y tú estás más que invitado, en mi fiesta intentarás hablar con alguien yo te los presento - mi primer impulso fue decir que no iría, pero si quería arreglar las cosas de Izan tenía que intentarlo, además era el cumpleaños de Camilla no podía faltar.

- Gracias por ayudarme Cami - dije formando una sonrisa en mi rostro.

- No tienes que darme las gracias, soy tu mejor amiga, prácticamente tu hermana - sin pensárselo se lanzó hacia mí y me dió un abrazo yo le correspondí con fuerza -. Oye no me has contado lo que te pasó este finde ¿Te quedas a comer en mi casa y me lo cuentas?

- No sé - recordé que mi madre no iba a comer en casa, así que acepté -, vale, me quedó.

- ¡Bieeen! - gritó mi amiga, mi mejor amiga, emocionada.

- ¿Pero tus padres estarán de acuerdo?

- ¡Claro que sí! - dijo tomado mi mano y dirigiéndome hacia la puerta de su casa.

Llamé a mi madre para avisarle de que me quedaba en casa de Camilla. Estuve con ella hasta la tarde cuando vino mi madre a recogerme. Me lo pasé genial con Camilla, me presentó a su hermana pequeña Natty, tenía 4 años y era muy traviesa.
Después de comer le conté lo ocurrido con mi madre durante el fin de semana y ella se quedó tan sorprendía como yo. Después de eso hicimos los deberes, y nos pusimos a jugar en su habitación, acabamos saltando en su cama mientras escuchábamos música.

Antes de ese día pensaba que mi mejor amigo era Izan y Camilla era más amiga de él que de mí, ya que había sido Izan quién la unió a nuestro grupo, si se puede llamar así. Pero después de ese día me di cuenta de que Camilla era mi mejor amiga, no, era algo más que eso, era como mi hermana, sabía que podía confiarle todo, sentía una conexión parecida a la que compartía con mi madre y me hacía muy feliz tenerla en mi vida.


El Diario de EllaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora