Capítulo 18

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Pocos días antes de Navidad, Camilla llamó por teléfono a mi casa, pero yo estaba en la ducha así que fue mi madre quien habló con ella.

Cuando salí de la ducha me contó lo que había hablado con mi mejor amiga, los padres de Camilla le habían dado permiso para que Izan y yo nos quedáramos a dormir en su casa. Al escucharlo me hizo mucha ilusión, ya que últimamente no habíamos podido quedar mucho por las tareas finales del instituto, además, nunca me había quedado a dormir en casa de ninguno de mis amigos, solía quedarme a comer e ir por las tardes pero nunca a dormir. Pero, después de pensar que no dormiría en mi casa esa ilusión desapareció un poco, no por mi, sino por mi madre que se quedaría a solas en la casa con Hunter y eso no me daba muy buena sensación.

— Mamá ¿estarás bien si me voy? – pregunté con un tono preocupado.

Ella al escuchar mi pregunta formó una sonrisa tierna, hacía tiempo que no veía esa sonrisa.

— No te preocupes por mí Ellai, si tú estás bien yo lo estaré aún más. Tienes que divertirte cariño.

Una sonrisa se formó en mi rostro, me seguía preocupando lo que pudiera pasar, pero tenia razón tenía que divertirme.

•••

Habíamos quedado por la tarde, estuve todo el día nervioso preparando las cosas. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que me gusta tenerlo todo organizado, lo que es irónico ya que mi vida es un auténtico caos.

Como Izan vivía más lejos yo llegué primero. Camilla estaba esperando en el porche de su casa, al verme se acercó corriendo para darme un abrazo, hacía aproximadamente unas dos semanas que no veía ni a ella ni a Izan y necesitaba ese abrazo.

Mi mejor amiga dejó mi mochila al lado de la puerta y me indicó con un gesto que me sentara en un pequeño banco que tenía en el porche. Camilla me dijo que no sabía si Izan vendría, ya que éste estaba castigado por suspender una asignatura. Me sorprendió escuchar eso porque Izan siempre había sido un buen estudiante y, aunque el instituto era un poco más difícil, no esperaba que Izan fuera mal en alguna asignatura.

El ruido de un coche interrumpió la conversación que estaba manteniendo con Camilla, el automóvil estacionó delante del jardín, la puerta del copiloto se abrió y una cabellera rubia apareció en nuestro campo de visión. Mi mejor amigo salió del coche, cuando nos vio nos saludó con la mano, después se giró para hablar con la persona que estaba sentada en el asiento del conductor, creo que era su madre. Izan cogió su mochila, el coche se marchó y él se dirigió corriendo hacia nosotros. Yo me levanté corriendo del asiento y fui hacia él para darle un fuerte abrazo, el rubio me rodeó con sus brazos y al separar nuestros cuerpos acarició mi cabeza despeinándome.

Me fijé en mi amigo que, en dos o tres semanas que había estado sin verle, había crecido muchísimo, me sacaba casi una cabeza y estaba más delgado que la última vez, su pelo rubio se había oscurecido pareciéndose al de Camilla, que se encontraba en el porche esperándonos. Cuando llegamos donde estaba ella me di cuenta de que ellos no se habían dado un abrazo así que pregunté por qué.

— Ellai he tenido que aguantar a este estúpido durante todo el trimestre sin ti, ahora en vez de abrazos le doy puñetazos – respondió ella dando pequeños puñetazos en la espalda de Izan que estaba entrando por la puerta de su casa.

— Ahora que no estás nadie controla a esta bestia – dijo el rubio, ya dentro de la casa, dándose la vuelta y alzando sus manos con las palmas hacia para que ella dirigiera los puños a sus manos.

Al ver esa escena no pude evitar sonreír.

— Está claro que tengo que estar con vosotros para que no os volváis locos – los dos asintieron a la vez.

El Diario de EllaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora