Capítulo 5

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SEGUNDO DÍA.

*TOC TOC*

-          Mmmm... –me retorcí entre las sabanas-. ¿Quién es? –con voz ronca.

-          ¡Buenos días profe! –dios... malditos niños, ¡¡¡quería dormir!!!

-          Buenos días chicos. –respondí ignorando mis malos pensamientos.

-          ¿Estás lista? –al decir eso miré rápido el reloj. Eran las 6 am.

-          ¿Que hacéis despiertos tan pronto? –intentaba desperezarme.

-          Queremos desayunar contigo.

-          ¡Ey! ¿Qué haceis aquí, a estas horas? –upppss.... La sargento estaba despierta.

-          Buenos días Helena. –respondieron todos.

-          ¿Ya estáis ligando? ¡Es una monitora! –dijo un tanto enfadada.

-          Si... pero está muy buena. –dijo alguien en un tono muy bajo que pude oír muy leve.

-          ¡A vuestras habitaciones! –dijo ya cabreada del todo.

*TOC TOC*

-          ¡Ábreme ya! –aquí alguien se había levantado con el pie izquierdo.

Sin responder fui directa a la puerta. La abrí sin pensar. Entró con firmeza en sus pasos cuando se giró para verme.

-          ¡PERDÓN! –dijo dándose la vuelta. Estaba desnuda, apenas había pensado en ello. Además, ya me había visto, ¿a que venía eso?

-          Me tengo que duchar, si quieres puedes esperar aquí.

Se me olvidaba que estaba desnuda desde ayer, me quedé toda mojada en la cama, rodeada de mis flujos. Era mejor que me duchara otra vez.

Una sonrisa invadió mi cara al entrar al baño. Y un pensamiento me hizo sonreír más aún. ¿Se habría masturbado al final pensando en mí? Los chicos casi seguro que si. Pero de ella no lo sabía. Era indescifrable a veces.

Encendí el agua caliente, que gusto. De buena mañana agua caliente en medio de Londres. Ese baño me tenía hipnotizada. ¡Que bañera tan grande! El baño daba también a una ventana gigante. Lo cual iluminaba el baño con las luces de Londres que aún estaba amaneciendo. El baño era de ensueño, todo blanco, parecía de diseño Italiano, tenía unos escalones amplios tres o cuatro como de piedra de un color beis con algunas manchas de propiedad de las piedras, la bañera estaba en el mismo suelo, en un lo parecido a un agujero.  Y de fondo se veía todo Londres. A los lados estaban un par de lavamanos y bajando los escalones el inodoro. Había una especie de puf, que es una almohada grande y redonda donde te sientas.

Me metí en la bañera desconectando de todo y olvidando que Helena estaba fuera.

Sentí desde el más allá un roce, muy leve en mis labios. No podía reaccionar, me temblaron un poco de tanta suavidad que me producía ese roce.

Me desperté, estaba aún en la bañera. Ya el agua se había quedado fría. Me temblaba un poco el cuerpo. Salí de la bañera.

-          Mucho lujo y mucha cosa, pero me voy a meter un guarrazo andando descalza por aquí... con los pies mojados. –hablaba conmigo misma, pero de fondo escuché a alguien reírse.

-          Estos diseños muy bien de ver, pero para lavar ese baño te puedes dejar los riñones. –dijo Helena riendo.

-          Bien visto. –dije también riendo, ya que limpiar esa bañera debías tirarte al suelo para hacerlo y ese suelo se mojaría muchísimo cada dos por tres.

Estudiando InglésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora