Fin

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- Mm.. –titubeó Laura.

- Somos unas amigas de Claudia, Caroline nos avisó de lo sucedido. –replicó Helena en un tono formal aunque su cara no me engañaba.

- Sí, eso. –Laura parecía atascada en si misma. Mientras mi madre regresó su mirada en mí, yo me limite a poner ojos de cachorrito.

- Entiendo.. –murmuró mi madre confusa.

- ¿Cómo estás? –preguntó Helena.

- Bien, no ha sido nada, eso si ahora me harán tener un chófer 24 horas al día. –me reí.

- Incluso 25 si es necesario. –dijo mi padre aliviando la tensión.

En ningún momento estuve a solas con ninguna de ellas, o estaban las dos juntas o con mis padres.

Me fui a casa horas más tarde, de madrugada. Obviamente mi madre se empeñó en pasar unos días en casa.

- Buenos días Señora. –comentó Caroline al ver entrar a mi madre en su antigua casa.

- Ay... tantos años y tú sigues igual, anda dame un abrazo. –y se abrazaron como dos grandes amigas, más tarde entró mi padre y lo saludó del mismo modo pero sin el abrazo.

- Oye huele.. como a.. –se detuvo y olió profundamente-. ¡¡Ooooohh!! –exclamó tiernamente cuando apareció una de las sirvientas con los tres cachorros.

- ¿Y esto? –preguntó mi padre.

- Genial.. ahora no querrán irse de casa... –miré a Caroline con frustración mientras todos se reían.

- Siendo tu... la enamorada de los animales creo que será lo más cercano que tendré a unos nietos.

- Por mi perfecto. –respondió mi padre contento.

Pasaron algunos días, yo seguía en casa en reposo, cuidaba a la manada que ahora era más grande.

Mis padres al fin se fueron de casa aunque con los cachorros vendrían más a menudo de visita.

Volví a clases lo más normal que pude, todos se centraron en mi, Karina, Ana, Imma.. todos me preguntaban cosas. Algunos profesores me daban la 'bienvenida'. Y llegó la hora, aquella hora que siempre deseaba que llegara, pero esta vez no sabía si quería verla, a pesar de que me moría de ganas.

Escuchaba el sonido de unos tacones acercándose a nuestra clase, sabía que era ella, el sonido de sus pisadas con sus tacones, la velocidad a la que andaba.. todo en ella podía reconocerlo.

Entró con su habitual saludo en inglés, yo me limité a observar el libro que tenía sobre la mesa. Estaba en primera fila, lo cual al cruzar ella frente a mí para ir a su silla dejó un poderoso y abrasante perfume suyo mezclado con su olor personal, caracterizado a la perfección, no era dulce, ni amargo, simplemente era un olor formal, de seriedad y a su vez tentativo.

¿Nunca os ha pasado de cruzaros a alguien en un autobús, por la calle o cualquier sitio y que os venga fuertemente el olor de la otra persona? Sin si quiera conocerla, y que ese olor te resulte fascinante, como si en ese momento fueras un vampiro deseoso de la sangre de alguien, pero en este caso en el olor de alguien.

Pues eso me sucedía y más con ella, con su olor tan conocido en mis profundidades.

Mis manos empezaron a sudar, sentía calor, a pesar de llevar una media hora de clase, su olor me seguía tentando, era como si me susurrara, como si me hipnotizara.

Estudiando InglésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora