Capítulo 17

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-          ¿Cómo que enferma? –me estaba asustando, me faltaba el aire y estar allí en el agua caliente me sentía más encerrada.

-          Tiene.. –hizo una pausa-. A ver en si es que, estuvo yendo al psicólogo desde hace un tiempo, cuando todo se puso mal con el chico, el la trataba fatal, ya sabes que.. –le costaba decir esas últimas palabras-. Bueno que la amenazó, no solo con.. decir lo vuestro, si no con más cosas. Todo esto la llevó a un estado muy grave mentalmente, ahora le han recomendado una medicación para la depresión. –sentí libertad.

-          -suspiré-. Joder, creía que era cáncer o algo así. Me habías asustado muchísimo creía que dirías que le quedan semanas de vida. –el temblor en mis manos aun no cesaba-. La depresión aun así es horrible, también de las peores enfermedades pero tiene cura y yo os ayudaré a salir de eso.

-          Sí.. porque no quiere tomarse la medicación. –murmuró frustrada.

-          Yo me encargaré de eso.

-          Gracias. –me iluminó con su sonrisa.

-          ¿Tengo frío que tal si salimos? –mentí, pero estaba muy agobiada quería pensar y estar allí con ella casi encima me incomodaba.

-          Sí claro. –me miró confundida.

Salimos del agua sin realmente acicalarnos, tan solo habíamos estado en remojo con agua enjabonada. Fui directa a la habitación con la toalla puesta.

-          ¿Cielo que te pasa? –me preguntó mientras me abrazaba por detrás, ella iba desnuda pero algo seca, se había secado un poco con la toalla.

-          No sé... –no sabía que responder, tampoco sabía por qué me había puesto de ese modo.

-          Puedes decírmelo, una relación necesita confianza. –empezó a desanudarme la toalla.

-          La verdad no lo sé. –suspiré-. Estoy rara. –mi toalla cayó al suelo, me giré y le di un suave beso en los labios.

-          Eres preciosa hasta cuando te pones así. –sonrió a la vez que yo me ponía colorada, me cogió la mano y depositó un beso en ella.

-          ¿Por qué eres tan buena conmigo? –pregunté tímida.

-          Me sale de dentro, no puedo explicarlo, siento una terrible necesidad de cuidarte, de que te quiero desmesuradamente, que eres como yo, muy animalista y eso te pone en la primera persona más importante de mi vida, ay no sé, no me hagas esas preguntas. –bajó la mirada.

-          Tss.. –levanté su cabeza con el impulso de mi mano en su barbilla-. Yo también te quiero. –sus ojos se agrandaron, parecieron iluminarse.

-          Y eso es todo lo que necesito. –me abrazó por la cintura mientras yo me aferraba a su cuello.

Escuchaba su respiración en mi cuello, eso me alteraba. Sus manos empezaron a investigar mi espalda, yo me dejaba hacer. Sus pequeños pechos se acomodaban perfectamente con los míos, estaban tan apretados que parecían dos gotas de agua a punto de fundirse en una sola. Se separó un poco, solo lo suficiente para mirarme a los ojos, mientras sus caricias en mi espalda seguían. Sus pechos tan suaves se rozaban levemente con los míos. Sus pezones y los míos se estimulaban entre ellos con nuestra respiración. Sin yo controlarlo los míos empezaron a sobresalirse de su órbita, volviéndose mucho más sensibles al roce. Cuando volvieron a rozarse gemí débilmente.

-          Duerme aquí conmigo, un rato. –susurré frente a sus labios.

-          Solo un rato. –cogió mi mano y me llevó a la cama.

Estudiando InglésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora