Capítulo 4

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- ¿Estás bien? –me atreví a decir al verla petrificada sin hablarme.

- La verdad, no lo sé. –hizo una pausa-. Estoy confusa.

- Si quieres puedes contármelo. –dije acercándome a ella.

- No creo que sea capaz... –dijo muy suave.

Seguían cayendo gotas de agua por mi cuerpo. Que si seguía así desnuda acabarían siendo gotas de sudor, dados mis nervios y mi vergüenza al estar desnuda con una toalla pequeña asquerosa de los hoteles que no cubren nada.

Me senté en la cama, cosa que hizo que se me subiera aún más la toalla y prácticamente pudiera verme la ingle.

- Ven. Siéntate. Cuéntamelo con calma. –le dije mientras daba unas suaves palmadas y caricias en la cama para que se sentara allí.

- Mm... –la miraba con dulzura ya que le costaba expresarse.

Me miraba dudosa, pero acabó sentándose a mi lado.

Yo estaba sentada de espaldas a la gigantesca ventana que daba a ver todas las luces de Londres, por lo cual a ella la veía perfectamente ya que esas hermosas luces le iluminaban esa preciosa cara. Hasta la peca que tenía cerca del labio parecía temblarle. Trataba de hablar, pero no lo lograba. Me tocaba ser a mí la valiente.... Con lo que me costaba eso. Podía parecer atrevida, pero para mí era un logro declararme a alguien y más aún lanzarme a sus labios.

Me preparé, humedeciendo lentamente mis labios. Podía sentir mis propias pupilas dilatarse como observando a su presa con detenimiento. Su respiración sonaba más agitada con tan solo ese acto. <esto va bien> pensé en mis adentros.

Yo tampoco era capaz de lanzarme, me había quedado a milímetros de sus labios, pero dar ese último paso me costaba demasiado.

Le miraba los ojos que se veían borrosos dada la cercanía. Deseaba cerrarlos, pero necesitaba verla.

*PUM* Se fue la luz en toda nuestra zona, tanto el hotel como las afueras, en la urbanización. Giré la cabeza observando los alrededores, cuando empecé a sentir como penetraba en mi piel un calor muy fuerte, pero no notaba nada. Hasta que su mano se posó en la cara interna de mi muslo.

Aguanté la respiración varios segundos. Volví a ponerme en dirección a ella. Y entonces sentí el calor que ahora emanaba su cuerpo, sus labios.

Perdí el norte y el sur al notar su respiración en mi rostro. Estaba realmente excitada. Notaba mucha humedad en mi entrepierna.

Sus labios pasaron a rozar los míos.

Con mucha suavidad pase mi lengua por sus labios, ¡Qué suavidad tan grande!

Y en un movimiento que no pude apenas reaccionar me abrió la toalla, me tumbó y se puso encima. Se había quedado sentada sobre mí sin decir nada. Notaba que se movía haciendo algo pero no podía ver qué. Hasta que me juntó las manos y noté como el cuero de algo que me las apretaba, quizá era un cinturón.

Me las puso por encima de mi cabeza sin poder moverlas. Dios... tenía que haber mínimo un charco marcado en la cama de mis flujos.

Volvió a besarme con tal ansia que parecía que fuera a borrarme los labios.

Su mano una se encargaba de aguantarme las manos para que no las moviera. Y la otra inició una ruta hasta mis pechos. Apenas me tocaba, solo con un dedo recibía el cosquilleo del camino que trazaba. Y de golpe con un deseo incontrolable me agarró firmemente un seno.

Prácticamente gemimos a la vez. Como me excitaba notar a alguien que también se excitaba cogiéndome los pechos. Otra fuerte oleada de flujos salió de mí. <Ya verás la asistenta cuando vea las manchas mañana> me dije a mi misma.

Estudiando InglésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora