Capítulo 8

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Me desperté de un sobresalto, me costaba respirar. Estaba confusa, nada en mi cabeza tenía sentido.

¿Helena, embarazada? ¿Pero cómo? Evidentemente que sabía como pero no podía ser. ¿Dónde estaba?

Estaba todo a oscuras, no veía nada, tan solo algunas luces que entraban por la ventana. Me quedé atónita observándolas.

- No puede ser... -murmuré hablando sola.

¿Qué narices hago aquí? ¿Helena existe o todo ha sido un sueño?

Como pude fui tocando por los rincones hasta dar con el interruptor de la luz.

- Oh.. esto sí que es un sueño. –suspiré-. Qué maravilla estar aquí de nuevo.

Seguía confundida. No sabía que era real y que no. Me miré a mí misma, estaba desnuda. Entonces... solo llevaba un día en Londres, con los alumnos. No podía ser... había soñado en cómo me iban a ir esos días.

Empecé a llorar.

*TOC TOC*

Me sequé las lágrimas como pude, me puse un jersey rosado de cuello alto similar a un pijama que me llegaba por las rodillas y me quedaba ancho. Me hice un moño medio suelto y me dispuse a abrir la puerta.

- ¡Claudia! ¿qué pasa? ¿Es por lo de antes? –estaba llena de preguntas, pero yo no le respondía ninguna.

Visto que no respondía entró en la habitación sin pedirme permiso.

Se sentó en la cama y yo me senté a su lado.

Ahí empecé a recordar lo real, tan solo hacía unas horas ella me estaba 'torturando' en esta cama. Recordándolo bien, aun me dolían las nalgas de sus azotes. Cuando volví en si a la vida real después de mis pensamientos la vi observando aquella mancha de flujos que había dejado horas antes.

- Eres absolutamente preciosa. –me ruboricé ante tal comentario-. Y más aún cuando vas así toda roja. –me ruboricé aun más.

- Gracias- dije en un tono muy sutil casi imperceptible.

- Claudia. –hizo una pausa que me resultó eterna-. Si sigo así me volveré loca por ti.

Si ya estaba roja antes ahora no se ni que color tenía en mis mejillas, se me estaba declarando por así decirlo, era lo más íntimo que me había comentado.

Me dieron ganas de responderle que yo ya lo estaba, que yo ya estaba loca por ella. Pero el nudo de mi garganta me lo impedía, solo quería llorar de nuevo.

No aguanté más y empezaron a brotar lágrimas por mis mejillas, intentaba controlarlas por lo menos que fueran pocas.

- Eres mil veces más hermosa cuando lloras. –joder que filosófica estaba-. Cuando te vi aquel día llorando en aquel banco en la escuela...

Con decir eso captó toda mi atención, quería saber sobre ese día, quería conocer sus sentimientos desde el primer momento en que me vio.

- Siempre supe que me gustarías, desde que te vi por primera vez. Pero ese día cuando te vi llorar, algo en mi cambió. Estabas hermosa, como ahora. Con estos ojos un poco enrojecidos del llanto que hace que se te vean más claros, nunca sabré descifrar su color, cada día lucen distintos. –hizo una pausa.

Mi respiración se agitaba, todo en mi interior era un volcán en erupción, con terremotos, tornados, tsunamis, toda catástrofe sucedía en mi cuerpo tan solo escucharla.

- Tienes una mirada tan dura y penetrante que el mismo día que te vi entrar en clase supe que nunca se me olvidarían. Este cabello tan largo por la cintura que según la zona tiene un color u otro, tan natural decolorado por el mismo sol, esos labios gruesos y finos al mismo tiempo, y esa mandíbula con esos pómulos que me recordaron a la actriz de Piratas del Caribe, Elizabeth.

Estudiando InglésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora