Capítulo 9. Desprecio

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-¿Dónde aprendiste a pelear así?, porque yo pensaba que no sabías pelear –Anabel pregunta mientras despega sus labios de los míos.

-bueno eso… la verdad aprendí a defenderme así cuando jugué futbol americano –explico a la chica de los ojos verdes, mientras la noto abrir la boca con asombro por lo que le estoy diciendo.

-deberías intentar ingresar al equipo de futbol de…

-no yo ya no juego más –la interrumpo –ya hace mucho tiempo que no juego mas –exclamo mientras me recuesto un poco en el asiento de piel del auto.

-ya veo… ¿Por qué lo dejaste Andrew?

-fue lo mejor, nunca me gusto ese juego, pero mi padre me obligó a jugarlo –muerdo la parte interior de mi mejilla, para intentar calmar la oleada de pensamiento tortuosos que vienen a mi mente.

-te entiendo mi padre también me ha obligado a muchas cosas –las palabras de la chica de los ojos verdes me saca de mi ensimismamiento.

-Lamento escuchar eso Ana… al parecer somos prisioneros en esta vida  y nuestras celdas son las decisiones que no podemos tomar por nuestra cuenta, no crees –mascullo mientras acorto la distancia entre la chica de los verdes y yo.

-así parece Andre –una risa escapa de sus labios –que filosófico eres –se burla de mi mientras sonríe radiantemente.

Me encojo de hombros mientras prendo el auto nuevamente, la verdad no recuerdo cuando lo apague.

-tampoco me contaste que sabias conducir guapo –hace un puchero que me resulta súper gracioso y tierno –de haber sabido eso desde un principio, te hubiera contratado como mi sexy chofer –susurra a mi oído, su aliento golpea contra mi cuello haciéndome estremecer un poco.

-cuando regresemos a los ángeles seré tu chofer, claro quiero vacaciones y beneficio especiales –bromeo mientras inicio a conducir.

-claro tendrás beneficios especiales, ya que podrás hacerme lo que quieras –masculla Anabel con voz picara y llena de sensualidad, es casi imposible no caer ante sus encantos.

-suena interesante –exclamo al mismo tiempo que le guiño un ojo.

~~~•••~~~

-bien Anabel llegamos a mi hogar -exclamo intentado embozar una sonrisa cuando en realidad solo logro una mueca tosca debido a que no es como que me alegre mucho regresar a este lugar.

-asi que este es el lugar en el que naciste y creciste -la voz de Anabel se llena de asombro e insetidumbre mientras mira la pequeña y desgastada casa que yace frente a nosotros.

-si algo así -digo al mismo tiempo que llevo el auto de Anabel hasta la parte del jardín tracero, Anabel me mira llena de duda y horror.

-¿Que estas haciendo? Destrozadas el jardín -su voz suena genuinamente preocupada debido a ver cómo aparco su auto encima del césped del jardín tracero.

-tranquila el jardín lleva años destrudo y descuidado así que no hoy problema

-pero...

-ademas no podemos dejar tu lujoso auto en la acera, ni en la calle o de seguro se lo intentarían robar -exclamo interrumpiendo a la chica de los ojos verdes.

-crei que Santa Bárbara era un lugar tranquilo -su ceño se fruncé y en su rostro se nota la confusión.

-hay una parte de Santa Bárbara que todos conocen la que es linda y tiene muchos lugares para los turistas, pero está otra parte es un lugar más oscuro y siniestro cariño, aquí hay muerte, hambruna y pobreza, es la otra cara de la moneda la otra Santa Bárbara que nadie quiere ver y conocer -explico mientras bajo del auto y le indico a la chica de los ojos verdes que haga lo mismo.

PRISIONERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora