Wybie clavo con fuerza la cuerda a la roca, Coraline estaba dispuesta a bajar al vacío del pozo, en el que siendo niños habían arrojado aquella mano. Ahora, era su amiga quien se arriesgaba a descender a través de aquel oscuro hoyo. Ella, varios minutos antes, le haba contado alguna historia sobre corros de brujas y portales a otros mundos. Ya en ese punto, a Wybie le resultaba difícil no creerle ese tipo de cuentos, por lo que no dudo en asistir a la mujer frente a él. Estaba aterrado, de eso no había duda, pues insistentemente había querido tomar su lugar, por su mente no pasa la idea de ver bajar a Coraline hacia esa oscuridad. Ella se había negado, se colocó bien las botas y el abrigo e indico detalle a detalle a Wybie lo que debían hacer. En caso de que no hubiese un mundo al final del hoyo, él volvería a subirla y entonces tendrían que buscar alguna otra forma de ayudar a Sean, pero Coraline confiaba... de verás confiaba.
—Por favor ten mucho cuidado —pidió Wybie por doceava vez aquella noche. Su cara denotaba preocupación, que a Coraline llego a conmover.
—No te preocupes. Todo saldrá bien. —dijo ella y le sonrió.
Se amarro fuerte la cuerda al cuerpo, y entro parte de él al pozo. La linterna la tenía sujetada de igual forma, y además tenía algunos objetos para defenderse. Wybie reposo los brazos contra la roca del pozo y la miro a los ojos.
—Si algo pasa... agita varias veces la soga. Iré en menos de un segundo a ayudarles a ti y a Sean.
Ella asintió y emprendió a bajar suavemente por el agujero, esperando encontrar a su hijo al otro lado.
Beldam estaba sentada frente a Sean. Este comía desde hot dogs hasta papas fritas, una tras otra y luego daba enormes sorbos a la enorme malteada de chocolate. Beldam golpeaba los largos dedos contra la mesa de madera; el niño la observo, con los cachetes llenos y pensó que aquella mujer se veía aterradora. Definitivamente no era nada lindo que un niño de siete años estuviese viendo a una mujer con los ojos mutilados y que, en lugar de estos, hubiese enormes botones negros que brillaban como el charol recién pulido. La mujer sonrió.
—Si te quedas junto a mí, comerás estos manjares todos los días —dijo.
El niño abrió los ojos de par en par.
—Mi madre no me deja hacer eso.
—Qué bueno que yo soy tu otra madre ¿no? —luego de un largo silencio, la bruja hablo —verás, Sean. Estoy muy débil, mis poderes están casi desapareciendo porque no he tenido mi fuente de vitalidad... necesito darle mucho amor y regalos a un niño. Yo no puedo tener hijos propios... por lo que me encantaría que ocupases ese huequito en mi corazón.
Sean sintió lastima, la mujer se veía muy triste. Cansada. Temerosa.
—¿De verdad tienes magia? —pregunto.
—¡Por supuesto! Puedo hacer muchas cosas, darte todos los videojuegos que desees, transformaría este mundo en tu juego favorito e incluso te haría pasar más tiempo con tu padre.
—Me gustaría todo eso... ¿Puedes hacerlo ahora? Por favor.
Beldam mostró una sonrisa satisfecha. Sabía de antemano que Sean caería, siendo un niño materialista y fácil de manipular, su padre era su punto débil. Fue, quizá, demasiado fácil.
—Lastimosamente no, ahora mi cuerpo está demasiaaaado débil. —chillo —necesito que me ayudes con algo para que entonces pueda cumplirte todos y cada uno de tus caprichos, mi niño —dijo amablemente acariciando el suave rostro del niño.
Él asintió repetidas veces. ¿Estaba mal confiar? No sabía, no lo pensaba. Era extraño, eso sí. Tras esa mujer había tres cuadros en la pared, tres niños en siluetas negras estaban colgando del tapiz. Pero eso no tenía nada que ver... Beldam, entonces se levantó de la mesa y camino hacia una oscura sala, regreso con un regalo en sus manos y saco el contenido frente al rubio.
—Solo necesitas tener esto.
Sean negó entonces, esta vez aterrado y se levantó de la mesa con cautela. La bruja le tranquilizo, y lo metió en una maravillosa visión. Sean estaba en un mundo colorido y brillante como el de Little big planet. Con pequeños seres de tela como muñecas de trapo, estaba su padre esperándolo en una esquina del Palacio Rosa, junto a su madre quien lo recibió con un beso. Sean era feliz, quizá demasiado. Todo era demasiado perfecto... aunque todos tenían enormes ojos de botón. No dijo nada cuando estuvo fuera del trance, aún tenía miedo, pero no quería demostrarlo. ¿De verdad tenía que renunciar a sus ojos por tener todo lo que siempre deseo?
Luces moradas, azules y verdes iluminaban su rostro. Después de haber descendido cierta distancia Coraline noto que el pozo se había transformado en el túnel que ella muy bien conocía. Era la misma apariencia del otro lado de la puerta. Su sorpresa fue grande al ver que el pozo si la traslado al otro mundo y no solo eso, había salido a través de una pequeña puerta dentro del viejo granero del Palacio Rosa ¿Desde cuándo estaba ahí? Coraline se preguntó si la apariencia de la puerta se debía a que todo ese tiempo había descendido por el pozo. Aparto el heno y grama podridos que se encontraban en el lugar y observo todo, había una pequeña ventana casi al techo y noto que era de noche. Realmente no le sorprendía, ahí siempre era de noche. Ya fuera del granero, Coraline se encontró con el gato y Bug. Le recordó al momento como el perro que le había pedido chocolates durante el show de las otras Spink y Forcible.
—¡Debes apurarte! —dijo el perro ladrando.
El gato la observo con sus enormes ojos azules y dijo:
—La bruja se ha llevado a Sean...
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¡Hola! Espero que estén bien. Disculpen la tardanza :( ya sé que merezco una patadota. Pero bien ¿Qué tal el capítulo? Espero que deberás que les haya gustado.
El siguiente capítulo puede que lo publique el viernes de esta semana, y quizá hayan notado que ya no hay dibujos en los capítulos y es que por que ahora solo me he concentrado en acabar la historia. Cuando publique el último capítulo entonces editare todo e ilustrare los episodios.
Bueno ¡Nos vemos luego!
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Coraline y la segunda puerta
FanfictionCoraline ha decidido regresar al Palacio Rosa después de muchos años, con la intención de volver a ver quienes le ayudaron durante su terrible encuentro con La otra madre durante su infancia. Pero esta vez, regresará con su hijo Sean, de 7 años. Cor...