el invierno y eijiro kirishima; bakushima

pelirrojo idiota

La puerta lo golpeó en la nariz y le dolió. Aun así, darse cuenta de que estás enamorado de alguien es peor que ser golpeado en la cara por una puerta. Esto se duplica cuando estás enamorado de alguien que es el polo opuesto a ti, en términos de personalidad.

Kirishima suspira tratando de no emocionarse, no quiere hacer falsas ilusiones, pero Bakugou lo dificulta. En medio del pasillo vacío, se encoge y piensa en lo que sucedió en el día, y no importa cuánto lo intente, no encuentra algo indiscutiblemente notorio para sospechar que Bakugou está montando una escena por capricho.

Tal vez sea solo su corazón idiota que no entiende, o es su racionalidad golpeando en la espalda diciéndole que no lo intente.

Antes de que alguien lo vea haciendo cosas embarazosas o que Todoroki vuelva a aparecer a tientas, se levanta y mira la puerta de Bakugou. Golpear de nuevo será una pérdida de tiempo, Bakugou no abriría la puerta e insistirle probablemente tampoco le traerá mejores resultados. Bueno, depende de cuán enojado esté el rubio.

Kirishima estaba satisfecho con su relación poco convencional con Bakugou. No eran una pareja, sin embargo, estaban muy unidos. Eso debe haber sido suficiente, o lo fue hasta hace poco, donde comenzó a probar la resistencia emocional de Bakugou.

Aceptar el enfoque de Todoroki fue solo una fase de todo eso, ahora sé siente culpable. Comenzó a desear más y gracias a su deseo egoísta, Midoriya era un chico medio pelón.

Kirishima camina dentro su habitación recordando la calva de su amigo e intenta no reír, pero es un poco difícil para él y el sentimiento de culpa no es tan grande de todos modos. Circula por la habitación un par de veces, incluso tratando de pegar la oreja contra la pared para ver si puede escuchar alguna indicación de la condición de Bakugou, pero parece inútil, todo está en silencio.

Se frustra y se sienta en su cama mientras se agarra la cara. Debería haber dejado las cosas así. Hace mucho tiempo atrás, no le importaba si solo podía tener a Bakugou cuando se encontraban en medio de la noche. Si sus conversaciones no tenían sentido o si evitaban los temas crudos que aún están pendientes entre ellos. Kirishima se había acostumbrado a vivir con eso, pero de un momento a otro había dejado de soportarlo.

Salta sobre sus pies y fija su mirada en la ventana de su habitación y de repente la solución parece abrirse ante sus ojos. Sabe que lo que está haciendo puede salir terriblemente mal si el rubio se niega a hablar con él y termina explotando su rostro, pero nada sería peor a que Bakugou no le hable durante un mes entero gracias a su estupidez, solo tiene que hacerlo o al menos tratar.

Kirishima no es un idiota. No espera ni le pide a Bakugou que le prometa que lo amará por toda la eternidad, ya que tampoco sabe si realmente puede hacerlo. Ese concepto de amor no entra en esa extraña relación que se ha mantenido en un hilo muy fino a lo largo de los meses. Y francamente, hace un tiempo tampoco importaba, porque el sexo siempre será solo sexo.

Pensó en la solución más rápida. Necesitaba hablar con Bakugou y aclarar lo que estaba sucediendo, así que no dudó en saltar de su balcón al del rubio.

Listo y preparado en el medio del balcón de su habitación, toma el valor necesario. Se ríe nerviosamente porque espera que realmente funcione, y no tenga que preparar algo aún más estúpido para tratar de hablar con Bakugou. Despeja de su mente esos pensamientos que le dicen que va a salir realmente mal y da un paso adelante hasta que golpea la barandilla que le advierte que es ahora o nunca.

Kirishima, confiado por su acción repetitiva, nunca pensó que su propio nerviosismo jugaría contra él y lo haría pagar por cada uno de sus pecados. Cuando pasó la pierna sobre la barandilla, su cuerpo se desestabilizó y le hizo caer de espaldas a lo que sería más que una fractura segura.