-Mark 3-

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Luego que de te alejaste de mi lado ese día no supe que hacer, que decir, que sentir. Toda fue tan extraño, tan inesperado... tan de ensueño. Pero sabia que no podía ser cierto, después de todo tenias novia, una novia bellísima que cualquiera deseaba tener, una novia a quien mirabas con ensoñación cada vez que estaban juntos, una novia que yo jamás podría superar, no?

Las preguntas e inseguridades me carcomían la cabeza cada vez más con el paso de las horas, pero todo acabo así como empezó. A la vuelta a clases todo seguía tan cual, ustedes llegaron a la escuela tomados de la mano.

Sabia que no debía esperar nada de eso, fue tan solo un desliz, un impulso tonto de un momento de juegos... nada más eso. Cada vez me quedaba más claro, las cosas cambiaron, ya no necesitaba comprar tu café, lo comprabas por ti mismo para ustedes dos y yo como siempre me negaba que a compraras el mío, después de todo necesitarías ese dinero para tu novia.

La dulce calidez cada vez era más similar a un ardor, lleno de odio, envidia y rencor. No quería sentir eso, no debía sentir eso, no podía dejar que ese bello sentimiento se transformara en algo turbio e insoportable. Cada vez nos veíamos menos, no quería caminar por el lado izquierdo tuyo cuando al derecho estabas tomando su mano, solo hacia que el ardor fuese más parecido a un incendio.

Las golpizas no cesaron obviamente, nada más eran menos veces por semana ya que siempre huía al salón de 3ro o me iba acompañado a casa, pero luego que llegara ella comenzaron a retomar su ritmo habitual. Los moraduras cada vez duraban y eran más, pero no importaba, no podía dejar que me importara, porque si su peso lograba afectarme nuevamente ya no habría vuelta atrás, tan solo me hundiera sin lograr ver la luz de allá arriba. Pero sin que me diera cuenta, sucedió algo detuvo el ardor y junto con el la poca calidez que me quedaba... el día en que ella llego con tu sweater color crema.

Sinceramente ya no quedaba nada por hacer, tan solo afrontar el hecho de que...ya no sentía nada, no había ardor, ni esa tibia sensación en mi estomago, ni el frío que me hacia dudar de si realmente estaba vivo... tan solo no había nada. No era lo que deseaba, pero era suficiente para soportar hasta el fin de mi vida escolar o eso quería creer.

Pero ya saben, el destino nunca quiere lo mismo para nosotros. Era un martes, como siempre me encontraba solo en el salón, ese día no tenia ganas de comer nada así que no fui a la cafetería, pero no eso no era lo mismo que ellos querían. Sin que pudiese evitarlo me arrastraron sigilosamente hasta el pequeño baño cerca de la cafetería, bloquearon la entrada y comenzaron a golpearme. Pero ya no me importaba, no sentía nada más que el dolor de los golpes, no me resistiría como otras veces, después de todo no tenia ya nada tenia nada en mi interior que quisiese proteger. Seguíamos siendo amigo, seguías sonriendo para mi, pero mi yo egoísta eso jamás seria suficiente, quería ser especial para ti, quería que me vieras como la mirabas a ella, quería que tus ojos me buscasen entre la multitud como lo hacían por ella, quería poder tomar tu mano, deseaba que toda la calidez de tu cuerpo fuese para mi, que te encargaras de entibiar mi fría piel... descongelar mi frío corazón.

Hay momentos en que piensas que nada puede ser peor, pero luego descubres que no puedes estar más equivocado. No estoy seguro en que momento se aburrieron de golpearme, en que momento decidieron cambiar su método de tortura por uno más efectivo, ya no era conscientes de lo que hacían, su profesionalismo fue dejado de lado por su sed de diversión, solo querían ver sufrimiento, ver dolor y en ese momento descubrieron sin pensarlo demasiado cual era mi ultimo punto débil...mi sweater.

Entre gritos y forcejeo destrozaban pedazo a pedazo la única pertenecía que me mantenía estable, la única cosa que aunque fuese falso me hacia sentir cálido, la única cosa que me quedaba de ese día demás de un recuerdo vuelto sueño cada noche cuando buscaba mantenerme cuerdo, quitar el insomnio, alejar las pesadillas. Pero ellos sin el mayor esfuerzo lo destrozaron frente a mis ojos, hilo por hilo fueron deshaciendo el sweater y junto con el lo poco de alma que quedaba en mi, así de fácil era hacer desaparecer cualquier rastro de esperanza que pudiese estar atrapado entre los hilos color cielo.

Luego de la masacre se fueron sin más dejándome ahí, nuevamente en aquel frío suelo, sin nada más que mis lagrimas, las cuales se sentían gélidas al caer por mi rostro. No estoy seguro cuanto tiempo pase en ese lugar, nadie fue, nadie paso por esa puerta, no importase que estuviese bloqueada o no, nadie pasaría por esa puerta aunque lo pidiese a gritos, pero tal vez si lo llamara... Sin saber que más hacer, sumido en mi misera decidí hacer lo unico que podía en ese momento, lo unico que podía salvarme aunque fuese físicamente...tu. 

Marcar el numero no fue difícil, lo difícil fue decir algo luego de que contestaras. Las lagrimas no dejaban de caer, no lograba regular mi respiración y mi garganta no me acompañaba en lo más mínimo así que con lo ultimo que quedaba de mí pedí socorro: 

"...podrías venir al baño?..."

En menos de lo que pensé la puerta sonó, pero no quería mirar, sabia que era tu, aquellos pasos los podía reconocer de entro toda la multitud. Sentí como te acercabas quedando frente a mi, quería saltar a su brazos y llorar hasta desaparecer, pero no podía, mi cuerpo no me lo permitía, no quería que vieras el desastre que estaba hecho. Pero con una suavidad total sentí como liberabas mis piernas de mi temeroso agarre... ya no quedaba nada más, solo llorar mientras veías todo lo que oculte por tanto tiempo, aquello que no quería que supieras, mis más grande secreto... sabia que él lo entendía, sabia que ya no había vuelta atrás, solo quedaba que terminases de cortar con tus dulces palabras el resto de los hilos, porque sabia que yo no era nada y jamás lo seria.

-.Sky Blue Sweater.- MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora