Parte sin título 6

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Cae la noche y seguimos en la isla a la espera de descubrir qué pasará con el dragón.

-Debió ser tentado por el tesoro. –deduce Peter.

-Todo el mundo sabe que el tesoro de un dragón está encantado. –dice Caspian.

-Todo el que vive en Narnia lo sabe. –añado al ver la cara del dragón.

-¿Hay alguna forma de romper el hechizo? –pregunta Lucy.

-No que yo sepa. –niega Caspian.

-Pues verás como se pone tía Alberta. –se burla Ed.

-Los botes están listos, majestad. –anuncia Rhince.

-Volved al barco, nosotros pasaremos la noche aquí, no podemos dejarle solo. –responde Caspian.

-Pero señor, no tienen provisiones, ni modo de calentarse... -en ese momento Eustace prende un fuego.

-¿Qué decías? –le pregunta Caspian burlón.

Nos preparamos para dormir y Peter me aleja del resto porque quiere hablar conmigo a solas.

-¿Cómo de cabreada estás? –me pregunta.

-No estoy enfadada. –le contesto.

-Ya, claro. Prueba otra vez.

-Es enserio, Peter. No estoy enfadada, puedo entender que cayeras en la tentación.

-¿Y entonces? –pregunta nervioso.

-Lo que estoy es decepcionada. –admito.

-Amor, eso es peor. –dice acariciando mi mejilla.

-Lo sé, pero no puedo evitarlo. Peter, mi hermano y mi novio estaban luchando con espadas y furiosos el uno con el otro. Sois dos de las personas a las que más amo en el mundo y estabais luchando entre vosotros. ¿Cómo crees que me siento? Y además por mi culpa. –me estrecha entre sus brazos y no puedo evitar derrumbarme y soltar las lágrimas que tanto he tratado de retener.

-No llores, por favor. Me mata que llores y más por mi culpa. Lo siento mucho, amor. Perdóname, por favor. –me estrecha con más fuerza aún. –Tú también eres una de las personas a las que más quiero y no es culpa tuya, todo era cosa de la cueva, que juega con nuestras mentes y nos hace decir y hacer cosas que nosotros en realidad no haríamos o diríamos. Pero sé que esa no es escusa y que en el fondo, tu hermano tiene razón. Fui un egoísta y sólo te hago sufrir.

-Eso no es cierto, Peter. Todos cometemos errores y tú lo hiciste, pero te diste cuenta y lo solucionaste. Eso es lo que verdaderamente importa. –no le guardo rencor, lo amo con todo mi corazón, no podría hacerlo jamás.

-Te amo. –confiesa.

-Te amo. –respondo de vuelta, aún entre sus brazos.

Volvemos con los demás y nos tumbamos juntos. Me recuesto junto a su cálido y confortable cuerpo y en pocos segundos me quedo dormida. Unos gritos hacen que me sobresalte y abandone mi profundo sueño.

-¡Despertad, vamos, arriba! –grita Lucy.

-¿Qué pasa, Lu? –pregunta Susan.

-Mirad. –señala una estrella, pero no cualquier estrella sino la estrella azul.

-En marcha, chicos. Regresemos al barco. –ordena Caspian. Y no tiene que decirlo dos veces porque la mitad ya estamos subiendo a los botes.

Emprendemos el camino de nuevo con Eustace volando a nuestro alrededor.

Las crónicas de Narnia IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora