Parte sin título 7

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Entre gritos de júbilo y aplausos a Aslan, Peter se acerca a mí y me rodea por la cintura.

-¿Nerviosa? –pregunta.

-Un poco. –miento. Estoy asustada, mucho. Y tengo miedo, en grandes cantidades. ¿Qué persona en su sano juicio no le tendría miedo a sus peores pesadillas? Pero debo ser fuerte, por todos y por mí misma.

-Eres una mentirosa. –dice sonriendo y hundiendo su nariz en mi cuello. Me giro hasta ponerme de frente a él y me quedo mirando sus azules ojos hasta perderme en ellos. –Todo saldrá bien. –musita. Acaricia mi mejilla con delicadeza y apoyo mi cabeza en su pecho. Es una sensación tan agradable que podría quedarme así para siempre. Por desgracia todo se termina y tenemos que separarnos cuando estamos cerca de la isla.

Nos colocamos junto a Susan y Jake, que parecen haber solucionado las cosas, y contemplamos nuestro siguiente destino.

Nos adentramos en la oscuridad y cuando ya no hay vuelta atrás, una niebla comienza a rodearnos. Algunos hablan solos o dicen cosas. Una niebla envuelve mi cuerpo y soy incapaz de ver a los demás.

-¿Peter? –lo llamo incapaz de verlo a través de la niebla. La figura de Peter y otra chica besándose se forma frente a mí.

-Eso es mentira. –murmuro. –Eso no pasará jamás. –digo más claramente.

-¿Y cómo estás tan segura? –pregunta la chica riendo.

-Porque confío en él. –respondo. Entonces comienzan a besarse de nuevo y a mí me falta el aire. Cada vez me cuesta más respirar. Necesito oxígeno pero mi cuerpo se niega a tomarlo. Siento una opresión en el pecho y mi tráquea contraerse. –Es mentira. –digo antes de mover mis brazos y disipar la niebla que forma el cuerpo de ambos. Cuando esta desaparece vuelvo a respirar. Cojo una gran bocanada de aire y después toso sin parar. Siento unos brazos rodear mi cuerpo mientras trato de regular mi respiración.

-Noah. –me llama.

-Peter. –lo rodeo con mis brazos y lo estrecho entre mis brazos. Cuando respiro su aroma y siento su suave tacto me desmorono y comienzo a llorar y sollozar.

-Tranquila, amor. Ya pasó todo, no llores, por favor. Ya pasó. –trata de calmarme. –Tranquila, ya estás a salvo. –acaricia mi pelo con delicadeza y dulzura. No me suelta hasta que no paro de llorar y estoy más calmada. -¿Te encuentras mejor? –me pregunta soltándome. Asiento, me limpio las lágrimas y lo miro a los ojos.

-Te quiero. –le digo.

-Y yo a ti, amor. –me responde besando mi mejilla con dulzura.

-¡Marchaos! ¡Dad la vuelta! –grita alguien que no consigo identificar.

-¿Quién eres? –oigo preguntar a Edmund.

-No te tenemos miedo. –grita Lucy.

-Ni yo a vosotros. –vuelve a gritar. Peter me toma de la mano y nos acercamos a las voces de nuestros amigos y hermanos.

-Edmund, la linterna. –oigo ordenar a Caspian. Veo un destello y nos dirigimos hasta él aún cogidos de la mano. Nos colocamos a su lado y veo hacia dónde apunta la linterna. Hay un hombre mayor, delgado y con barba que nos grita que nos alejemos sobre una roca.

-No nos iremos. –contesta Jake.

-No podrán vencerme. –saca una espada y nos amenaza con ella. Pero no es una espada cualquiera, sino la espada que nos falta, la séptima espada.

-Lord Rhoop. –murmura Caspian antes de ordenar. –Bajad las armas y subidlo a bordo. –de eso último se encarga Eustace. Lo coge con sus garras y lo deposita sobre la cubierta del barco. –Tranquilo. –dice en un intento de acercarse al hombre.

Las crónicas de Narnia IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora