Una pequeña y fugaz luz

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Hanamaru aún recordaba la primera vez que vio a una pequeña jovencita lidererar con una gran diferencia de distancia a un pequeño grupo que corría hacia la entrada de su laboratio, fue algo instintivo... como si una voz le hubiera dicho quién era y qué debía hacer antes de poder pensar algo... ignoró los gritos de Dia, mientras saltaba sin ningún miedo las escaleras, ya cuando dicha comitiva logró ingresar por completo la peliblanca estaba abrazando a una más que contenta pelimorada.

-¡Tú debes ser Junna!-

-¡Aru!- respondió la pequeña de cinco años-

-Así es Maru, ese es mi apodo pequeña Junjun-

La eternamente joven Kunikida cuando vio la sonrisa de aquella pelimorada sintió por un pequeño momento que su dolor disminuía un poco, ella creó una forma para que Leah y el resto de sus amigas pudieran formar familia, pero no podía saber cómo se vería su progenie, para su sorpresa la pequeña Kazuno Junna se parecía más a su difunta tía que a sus propias madres... si dejabas de lado el hecho de que sus ojos eran verdes y tenía el mismo peinado que tenía cierto dúo cuando eran school idols... la niña... podría llegar a pasar como la hija perdida de Sarah.

Cualquiera podía darse cuenta que Hanamaru se sentía mejor cuando la heredera de los Kazuno iba a visitarla, sin importar para qué fuera o quién más la acompañana en cuanto llegaba el mundo de la cinetífica se centraba solamente en la hija de Leah logrando olvidar su dolor, su despecrio hacia la humanidad después de aquel incidente, los miedos... incluso podía ver que en su inexpresivo rostro había un pequeña casi mínima señal de sonrisa... Dia siempre estaba a una distancia acorde por seguridad aunque sabía que la peliblanca la ignoraría... ni ella ni sus amigas imaginaron que tan importante era esa niña.

Sin importar cuantas cosas se intentaran todas seguían sorprendidas por el cariño que Kazuno Junna sentía por Hanamaru, la trataba como si fuera su hermana mayor, incluso la respetaba más que a sus propias madres... si la peliblanca decía algo la joven pelimorada lo haría... para todas era extraño... ya que esperaban que las otras hijas de Ruby y Leah que tuvieron años después actuaran igual o al menos pensaron que la inmortal tendría el mismo cariño por ellas... pero no era así... nadie lo comprendía del todo... solo entendían que entre ellas había un lazo más fuerte que culaquiera.

-¿Maru tu sí me apoyas con la idea de que sea tu asistente cierto?-

Cuando escuchó eso... la pequeña sonrisa que Hanamaru tenía ese día desapareció por completo, los recuerdos de aquel accidente invadieron su mente como si no hubiera un mañana... pero tenía que salir de ese trance pronto, primero necesitaba saber las razones para ayduar a la hija de Sa... ¡de Leah! Junna era la hija de Leah... ¡era la hija de Kazuno Leah y Kazuno Ruby! Para nada algún deseo oculto que tenía en su inconciente.

-¿Maru?-

-Por.... ¿por qué quieres eso? Solo tienes 16 años... ¿no te gustaría ser una school idol?- preguntó sentándose al lado de la menor-

-¡Claro que no! Ichie y Aya quieren formar un grupo pero la idea no me agrada- dijo suspirando- no porque mis madres fueran school idols yo debo serlo también... además...-

-¿Además?- pregunto volviendo a su semblante inexpresivo-

-La tía Sarah fue tu asistente ¿no? Entonces yo...-

-¡No! No puedes- respondió antes de que pudiera seguir-

-¿Por qué?- respondió seria-

-No es seguro, además no creo que tus madres estén de acuerdo-

-En realidad... mamá señaló que estaba en desacuerdo pero mi madre no dijo nada-

-¿Leah no opinó sobre eso?-

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