El periodista Jack Frost acababa de desplazarse hasta Betta-XII, con el objetivo de visitar al profesor Pitch Black. Tras pulsar el timbre, le recibió una bellísima muchacha de apenas veintidós o veintitrés años de edad, cabello largo y platinado, o...
Como les dije anteriormente, viene fuerte, ahre Perdón por la confusión, les digo de nuevo, solo lean y entenderán XD
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Jack Frost echó a andar por la calle.
Le seguían doliendo las costillas y el estómago, aunque un poco menos, afortunadamente.
Mientras caminaba por la acera, el periodista se preguntó si el profesor Black y Elizabeth seguirían en Betta-XII o habrían sido trasladados a otra ciudad por los tipos que los habían secuestrado.
Con tal de que no los sacasen de Marte…
Jack pensaba que no, que no los llevarían a la Tierra o a cualquier otro planeta del Sistema Solar. Por el momento, al menos.
Más adelante, quizá.
Pero para entonces, Jack esperaba haber solucionado el asunto, así que mejor no pensar en ello.
En primer lugar, el periodista buscaría al profesor Black y a la muchacha-robot en Betta-XII. Si no daba con ellos, los buscaría en las otras ciudades marcianas.
Esto se estaba diciendo Jack, cuando, de pronto, al fijarse en la casa que se alzaba al otro lado de la calle, mucho más pequeña que la del profesor Black, vio algo que le hizo respingar.
Una de las ventanas de la planta superior estaba abierta de par en par, y junto a ella, de espaldas a la calle, había una muchacha de cabello ligeramente largo y de un rosa oscuro teñido, su rostro, idéntico al de la muchacha-robot creada por el profesor Black.
Para mayor coincidencia, la joven lucía una túnica rosada.
¿Sería eso, pura coincidencia, o aquella muchacha era Elizabeth…?
Jack, parado en la acera, con la respiración contenida, esperó a que la joven volviese la cabeza, para poder verle la cara y salir de dudas.
No pudo ser, porque la muchacha, en vez de volverse hacia la ventana, se alejó de ella y desapareció.
El periodista rezongó una imprecación.
Pero no iba a quedarse con la duda.
Le vería la cara a la muchacha.
Jack descendió de la acera y cruzó la calle, alcanzando la casa que habitaba la joven que tenía el mismo rostro de Elizabeth y vestía como ella, aunque su cabello estuviera de otro color, ¿lo ha teñido?
Hizo sonar el timbre.
Transcurrieron un par de minutos, que al periodista del Dreamworks Express se le hicieron larguísimos. Se disponía a repetir la llamada, cuando la puerta se abrió y la muchacha se dejó ver de frente.
