cap.4 perdoname

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Kagome llevo a inuyasha a la Aldea viendo como todos se asombraron por el aspecto de ambos, kaede le ayudó para llevarlos a a su cabaña donde estaba kikyo acostada con mal aspecto.

-mi hermana perdió el bebé, aunque volvió a la vida su cuerpo no es apto para engendrar vida- kagome se sintió mal por ellos pero solo se marchó a curar sus heridas.
Al día siguiente recibió a una furiosa y débil sacerdotisa en su puerta lanzándole maldiciones.

-eres una puta, crees que no se que tu lastimaste a inuyasha y fuiste la culpable de que mi bebé muriera perra maldita!!!- gritó a todo pulmón haciendo sentir mal a kagome quien solo se refugió en su casa.
Los gritos de kikyo no cesaron hasta que en la tarde cuando inuyasha despertó la llevo consigo a descansar.

Un dolor punzante hizo estragos en su corazón, su inuyasha que juró
protegerla casi la mata la noche anterior y ahora kikyo la culpa de todo, deseo no haber dejado a su familia en esos momentos, deseo no haberlo dejado a él por alguien que ni siquiera llego a disculparse.

Los días pasaron y ella recobró sus fuerzas, ayudaba a la anciana y a rin con sus tareas mientras cuidaba la aldea, esa noche fue a un lago cercano para ver a inuyasha sentado cerca de este esperándola.

-tu eres la culpable que kikyo este en ese estado, ya no es la misma y se hundió en amargura por tu culpa- reprocho mientras la señalaba con el dedo, kagome mordió su labio con enojo para verlo a los ojos.

-no es mi culpa que haya perdido el bebé y no es mi culpa que te volvieras loco y casi me mates- respondió con lágrimas viéndolo directamente a los ojos.

-claro que lo es siempre tras de mi rogando por amor, tan necesitada, jamás me importaste solo eras buena buscando los fragmentos y si no fuera por que creí muerta a kikyo jamás te hubiera tocado- esas palabras dolían pero esta vez kagome no contestó solo se devolvió a la Aldea  hasta su pequeño hogar.

Soltó un alarido de dolor para golpear el suelo, ya no podía estar en ese lugar, ya no podía seguir siendo humillada de esa manera, tomó sus cosas y las metió en el bolso.

Salió para ver por última vez su aldea y marcharse, la pequeña rin jugando con kaede, y todos felices a su manera menos ella, empezó su caminata por el bosque dejando atrás todo.

Camino más de una hora sentándose en un árbol pensando que diablos hará ahora con su vida.

-te vez muy mal pequeña- asustada por esa dulce voz alzo la mirada para ver a una midoriko algo trasparente frente a ella.

-midoriko que haces aquí pensé que cuando pedí el deseo a la piedra tu alma sería libre?- la mujer sonrió para acariciar su cabello.

-ahora soy libre gracias a ti así que no te debes sentir mal por eso, además ese hanjo no te merece y tu destino jamás estuvo atado a él- se sentó a su lado para mirarla con una cálida mirada.

-aun así lo amo tanto, siempre fue mi gran amor y ahora estoy atacada acá gracias a eso- esas palabras hicieron reír a la sacerdotisa mayor.

-así como tu destino no era estar a su lado, fue como el mío dar mi vida por salvarlo a todo, un día comprenderás que tus sentimientos por el solo fueron una obsesión nada sana, aún no sabes lo que es el amor Real- kagome la miro molesta para ver como empezaba a desaparecer- tienes que apurarte o no lo alcanzarás pequeña-susurro para desaparecer por completo dejando una confundida azabache.

Sin más importancia la joven tomó sus cosas y comenzó a caminar por el bosque cada vez más lejos de la Aldea, las horas pasaban pero ella no se rendía quería algo mejor para su futuro y era lejos de él.

Cuando llegó la noche acampó cerca de un lago el cual quería utilizar, dejo sus cosas a la vista para quitarse sus prendas y sumergirse dentro.
Sintió una mirada pero no le tomó importancia sabia que estaba sola o eso creía.

----sesshomaru----

Caminaba molesto por el bosque tratando de pensar porque me molestaba tanto que esa tonta Miko eligiera a ese idiota en vez de mí.
Un momento pero que demonios estoy pensando esa Miko no se merece que el gran sesshomaru piense en esas estupideces.

Sentí su aroma en el aire y sin querer lo seguir hasta un lago cercano, me escondí para ver como se desnudaba frente a mi y jako despertó.

“Huelo tu excitación a quilómetros cálmate pervertido" dijo a mis adentros para yo mal decirlo.

“Es una humana tu cálmate maldito pulgoso pervertido" advertí para escuchar su risa en mis adentros.

“Yo no soy el que está despierto, pero suerte calmándote” maldije una y mil veces tenía razones.

Su cuerpo me atraía, sus caderas perfectas, sus pechos, su hermosa piel cubierta con pequeñas heridas por batallas, era hermosa.

En ese momento lo comprendí me enamoré de una humana pero desde cuando, entonces me acordé de aquel día que me desafió cuando la conocí, me gustan las mujeres fuertes y ella llamó mi atención.

En cada lucha ella daba todo y eso era algo que admiraba, me volví su sombra poco a poco tratando de consolarla cada vez que lloraba con cosas o al

verla sola en el bosque dormida por la noche la cuidaba, solo el echo de verla lastimada me enfurecía pero algo tenía que admitir su corazón no era mío.

Cuando me percate ya estaba vestida y venía hacia mi, mojada con su ropa empapada.

-estarás de pervertido o haremos las pases- sonrió viéndome con lágrimas en sus ojos.

Sentí un bajonazo de todo la excitación que sentía y caminé hacia ella, alce su rostro para limpiar sus lágrimas.

-perdóname soy una idiota, te extrañe tanto- me abrazo y yo le correspondí, esa noche ella durmió en mis regazos.

Pensé en que momento caí tan bajo como mi padre, un humano podía cambiar tan rápido a un yokai, tenía miedo de estos sentimientos me hacen débil y si soy débil no podré protegerla.

destino inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora