Capítulo catorce

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Tener una aliada se sentía lo mejor del mundo. Me volvía a sentir casi como si tuviera a Allie, alguien que te acompaña en tus ideas y sabes que ahora debes tener un poco menos miedo.

Anoté en el cuaderno que iniciamos con el abuelo:

Recuperar a Allie.

1) Hacer que "la bruja" se interese en mí.

-Ya, pero ¿cómo hacemos eso? – preguntó Vivi al otro lado del teléfono.

-No lo sé, se supone que va tras niños malos. ¿Tienes la lista que te acabo de dictar?

-Sí, por ahora tenemos: ladrón, mentirosa, rebelde, desobediente, caprichoso, grosero, maltratador y violento. Aún nos falta Allison.

-Ya te lo he dicho, he pensado mucho en eso. Cuando ella desapareció, estaba llorando porque yo la obligué ir allí. Su único pecado fue confiar en mí.

- ¿Has pensado por qué no los secuestró a los dos al tiempo?

-No, ¿tal vez le era difícil cargar con los dos? – Vivi dejó de hablar.

-Hay algo raro, ¿sabes? Tu saliste de ahí mismo y no viste nada, así que quedan dos posibilidades: o tuvo que improvisar un lugar para ocultarse con tu hermana y tú no los vieras, o su escondite estaba muy cerca.

- ¿Y si quería ir por mí, pero como mi hermana estaba allí tuvo que secuestrarla a ella en cambio? Piénsalo, yo cumplo con el papel, no sé, mal hermano, cobarde, y nací en diciembre.

Me entraron muchas ganas de llorar. Vivi respondió:

-Tal vez ahora no cumples con el papel Julián, de mal hermano y de cobarde no tienes nada. Tengo que irme, pero hablemos mañana.

...

Cuando me levanté mi mamá estaba en la mesa del comedor desayunando.

- ¿Cómo amaneciste? ¿Cómo te fue ayer con el abuelo? - me preguntó mientras se metía una tostada a la boca.

-Bien. ¿Saben algo de Allison?

-No, pero parece ser que el toque de queda ha servido, al menos no ha habido más desapariciones estos días. - miró al piso y susurró para sí "mi pobre niña"- pero tú no tienes nada de qué preocuparte. Deberías estudiar para que no pierdas todo este tiempo, si quieres puedo traerte libros de la biblioteca.

-Está bien, pero ¿puedo elegirlos yo?

-Sí, si quieres déjame una lista y antes de irme me la llevo.

Anoté que me trajera libros de la ciudad, algunos cuentos y relatos, leyendas y cualquier cosa que hubiera sobre Cranya.

Ella alzó los ojos y me miró cautelosa.

-Creí que no te gustaban esos cuentos.

-Las personas cambian, mamá. - ella soltó una risita y salió al trabajo.

No sabía si llamar a Vivi o dejar que ella me llamara a mí. Me bañé, organicé el cuarto, hablé con el abuelo, y entonces la vi desde la ventana.

Iba vestida de color verde militar hasta los pies. ¿Vamos de excursión? Pensé. No, el abuelo no me dejaría salir. Abrí antes de que tuviera oportunidad de tocar el timbre. El abuelo estaba en el segundo piso.

-Hola. - le dije.

-Hola. - ya no me miraba de mal humor como lo había hecho ayer - ¿Puedes salir?

-No, no creo. Ayer me descubrieron afuera y se enojaron mucho.

-Yo tampoco puedo, pero aquí estoy. Siento que es mejor explorar con la luz del día, y si nos apresuramos nadie se dará cuenta.

Pensé en el abuelo, en su cara de preocupación al verme, pero también como decidió no delatarme. Corrí hasta la cocina y dejé una nota en la nevera.

"Lo siento abuelo, volveré antes de que oscurezca. No estoy solo. No te preocupes. No le digas a mamá."

-Vamos. - cerré la puerta muy despacio y me aventuré con mi nueva aliada a una investigación en la que pareciera que fuéramos con los ojos vendados. Y sí, seguramente había alguien que no quería que nos quitáramos esas vendas y haría todo para impedírnoslo. 

El misterio de Cranya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora