Capítulo once

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Esa noche soñé muchas cosas feas. Cuando vinieron por mí el camino hacia mi casa se me hizo una pesadilla. Las calles parecían sacadas de películas de terror, todo oscuro, carteles de conmemoración a los niños con velas, y algunos otros jóvenes creyéndose chistosos con máscaras de brujas.

Ellos no habían perdido como nosotros, y hasta que no pierdes no sientes el dolor ajeno.

Soñé con esas máscaras, con ese fuego ardiendo, pero también soñé con mi hermana, que lloraba llamándome y yo no podía alcanzarla.

Cuando me levanté de golpe, me levanté con una idea, no podía saber quién iba a ser el siguiente desafortunado, pero podría serlo yo. Hasta el momento no tenía a nadie de diciembre, y podría comportarme como un mal niño para que me llevaran y rescatar a allie y a los demás.

Sin embargo...

- ¡No! ¿Perdiste la cabeza Julián José? – mi abuelo estaba enfadado conmigo caminando de un lado a otro por la casa.

- ¡Abuelo! Tu podrías estar allí, vigilándome y siguiéndonos y entonces podríamos atraparla.

-Yo soy un pobre viejo, ¿qué podría ayudar yo, Julián? Cuando acepté ayudarte lo hice porque es lo que más puedo hacer para mantenerte a salvo, pero no me pidas que te arriesgue así. Sigamos como estábamos investigando, ya hemos logrado mucho, y dejemos la acción para los policías. ¿Está bien?

-Sí. - susurré de mala gana.

-Prométemelo, Julián, di que no te vas a involucrar más en esto, y promételo porque sabes que los que no cumplen las promesas...

- ¡Ya sé! Lo prometo abuelo. – le dije y le di un beso en la frente. Sin embargo, él no sabía que yo había cruzado los dedos en mi espalda, y que tan pronto él se durmiera, yo saldría en busca de ayuda.

...

Amigos que yo dijera amigos, no tenía. Por lo general mi círculo social se definía en Allison. Sin embargo, me acordé de un niño que compartía puesto conmigo, se llamaba Alex, era agradable, y de vez en cuando hablábamos de comics y películas que nos gustaban.

Él tenía que ayudarme, porque se veía buena persona, y por lo general las buenas personas ayudan a los otros. Llegué hasta su casa, todo el mundo sabe dónde vive quién en un pueblo pequeño, y toqué la puerta.

Abrió una muchacha bonita, alta, de unos dieciséis años más o menos, me miró de arriba abajo y me preguntó que quería.

-Busco a Alex.

- ¿Y tú eres...?

-Un amigo, Julián.

-Uhm, ya, pero él no puede salir. - dijo y se recostó sobre la puerta. - y tú tampoco deberías estar por la calle, ¿tienes papás?

-Por favor, será solo unos minutos, y estaremos acá en la puerta.

-Uhm, no, entra y hablan adentro, si se llegan a perder luego me vienen con problemas a mí. - Abrió y me dejó pasar, y de un grito llamó a su hermano que bajó las escaleras corriendo.

- ¿Julián? - preguntó sorprendido cuando me vio sentado en un mueble de su sala. - ¿Qué haces acá?

-A pedirte tu ayuda. Por cierto, esa chica está muy linda.

-Ugh, es mi hermana. - hizo una mueca de asco. - ¿Qué necesitas?

- ¿Cuándo cumples años?

-Uhm, ¿Viniste a preguntarme eso? – preguntó sonriendo y sentándose a mi lado.

-No, pero es esencial. Mira, te acuerdas de todas las películas y comics de la que hablábamos a veces, puede que sea real ahora, y tengamos la oportunidad de resolver un misterio de verdad.

Saqué los papeles y cuadernos de mi maleta.

-Cumplo en enero, ¿por qué?

-Perfecto, porque si me ayudas, podremos ayudar a mucha gente, y eso es lo que más te gusta de todas las historias ¿verdad? Un final feliz. – dije y le pasé todas las pruebas que había reunido en todo ese tiempo. 

El misterio de Cranya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora