Capítulo quince

82 12 2
                                    

Sabía que en el momento en que llegara a casa, todo apoyo de mi abuelo sería quitado de mí. No volvería a confiar en mis palabras, y posiblemente no vería la luz del día nunca más.

Aunque, Vivi me daba confianza, cuanto más nos acercábamos al lugar al que íbamos a ir, sentía que ella estaba segura con cada paso.

-No tienes por qué temer, Julián. He cogido esto de la oficina de mi papá. – dijo y me mostró un aparato negro y grande. - ¿Recuerdas? Es policía.

No tenía idea de lo que hacía, aunque Vivi dijera que eso mantendría apartado a quien quisiera acercarse a nosotros, y yo le creí.

Y por fin, llegamos. El lugar oscuro, el que todos los habitantes del pueblo temían aun no hubiera pasado nada, el protagonista de las leyendas y los cuentos para no dormir.

No había cambiado nada desde la última vez que lo había visto. Pero seguía esa sensación, de que alguien nos observaba, y me pasó por el cuerpo un escalofrío.

- ¿Cuál es el plan? - pregunté a mi aliada.

- ¿No es obvio? Entrar.

Di un brinco. Jamás había creído las historias de terror, pero cuando por fin estás viviendo una, dejas de ser más valiente.

- ¿Cómo?

-Busca en las ventanas, o cualquier hueco en el que quepamos.

Las ventanas estaban cubiertas con madera y clavos, no podía ver nada dentro y de seguro si alguien estaba ahí, no podrían ver hacia fuera. La choza estaba construida de madera también, por lo que había varios agujeros en los que se escapaban rayos de luz, pero ninguno lo suficientemente grande en el que pudiéramos entrar.

-Creo que no nos queda más opciones que patear la puerta. – exclamó Vivi.

Y antes de que tuviera el chance de pegar una patada, escuchamos un ruido.

Fue eso, un ruido. Como cuando algo se cae, o como cuando de un momento a otro, escuchas algo en la casa, pero no sabes identificar precisamente qué.

Y venía de la cabaña.

Mi primer instinto era correr muy lejos, pero me quedé paralizado, y Vivi igual, sosteniendo muy fuerte el aparato que había robado a su padre y mirándome fijamente.

-Niños.

Era Simón. El policía que me había ayudado antes.

-Señor, tiene que ayudarnos, escuchamos ruidos adentro. – corrí hacía él y Vivi seguía donde estaba.

-Estos niños, jugando al detective. ¿Qué hacen acá? ¿Nadie les ha dicho que está prohibido salir solos y aún más venir aquí? – no estaba enojado, pero había cierto desespero en su voz que no me terminó de calmar del todo.

-Hay que revisar, tenemos que entrar. - dijo por fin mi amiga.

-No.- dijo Simón y se puso delante de Vivi. – muy peligroso para unos niños. Debo llevarlos inmediatamente de aquí, no puedo dejar que se pongan en riesgo.

-Pero señor, hay algo allí, tiene que buscar, puede haber pistas, ¿recuerda? - intenté convencerlo recordando nuestra última conversación.

-Julián, vendré acá luego de que los deje en sus casas, te lo prometo. Ahora vamos.

Vivi no se movió de donde estaba.

-Viviana, ¿te gustaría que tu papá supiera dónde estás? Le puedo avisar por la radio ahora mismo.

-No. Me iré.

Y juntos salimos del bosque donde nuestra primera y fallida misión se quedaba.

***

- ¿Qué hacía usted en el bosque?- preguntó mi amiga.

Vivi iba en la parte de atrás del carro, y yo iba sentando en el asiento del copiloto.

-Justamente nos han dicho que hay plaga de ardillas o animales parecidos por allá. Seguramente lo que escucharon fue eso, y me mandaron a investigar. - me volteó a ver por un segundo. - ¿Y tú, Julián? ¿Seguiste escribiendo historias en tus cuadernos?

-No son historias, son pistas. Para encontrar a mi hermana.

-Ya veo, eso es lo que todos queremos hacer.

Llegamos primero a la casa de Vivi.

-Sabes que no quiero hacer esto, pero tendré que avisarle a tu papá de igual forma, es muy irresponsable lo que han hecho hoy.

Vivi dijo algo entre dientes y se me quedó mirando, me hizo con los dedos una seña de 6, antes de entrar a casa.

Luego llegamos a la mía.

-Sé por lo que estás pasando, amigo. Sabes dónde encontrarme, si tienes pistas o alguna idea de dónde pudiéramos empezar, llámame.

-De verdad siento que algo está pasando en esa cabaña.- le dije.

-Te prometí que volvería y siempre cumplo mis promesas.

Le sonreí y me bajé del carro. Simón me guiñó un ojo y se fue.

Si tuviera una moneda por cada vez que un policía me ha traído a casa esta semana...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 25, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El misterio de Cranya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora