Capítulo siete.

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"Sara. 20 marzo, 1991.

Lana. 4 junio, 1993.

Sara, hermana mayor de Lana, jamás tendrá su fiesta soñada de quince, pero tampoco tendrá la oportunidad de ser una mejor hermana.

Lana, siempre obedecía a su hermana, ahora jamás podrá tener sus propias decisiones

¿Cómo las encontró la bruja?

Las había visto desde hacía un tiempo, las conoció cierta noche cuando las dos escapaban de su casa para ir a una fiesta. Estaban indefensas, a la merced de Cranya, pero aún no era el momento.

Sara siempre era la de las ideas alocada y rebelde, y Lana siempre le seguía la cuerda. "No vayamos al colegio" le decía una, y la otra iba detrás de ella.

Las dos debieron obedecer a sus padres cuando les dijeron que nunca hablaran con desconocidos.

Aquél día salían de una heladería, y un hombre, que en realidad era la bruja, les ofreció una fiesta, justo como las que iban todas las noches.

Ellas eran las cuartas invitadas.

Apuesto a que si pudieran, no le volverían hablar a desconocidos, y jamás volverían a desobedecer, pero es muy tarde para eso, dulces niñas."

Cerré el cuaderno y tomé nota, en los libros de detectives que había leído a lo largo de mi vida todo era mucho más fácil, al parecer la respuesta les venía a la cabeza. ¿Por qué nada se me ocurría a mí?

Miré mis notas una vez más. Estaba escribiendo todo lo que me podía parecer una pista. Y una vez que lo releí todo, se me ocurrió una grandiosa idea. Pero aún era muy pronto para darle forma, necesitaba leer todo el cuaderno primero.

"Marco. 14 mayo, 1997.

Marco era un bonito niño, que había crecido en una adorable familia, que al parecer lo amaba mucho, de hecho, en exceso.

A veces sin quererlo, el amor puede hacernos vulnerables, y eso fue exactamente lo que pasó el día en que la bruja lo descubrió.

Estaban en una tienda, el niño dijo "cómpramelo". Su madre le negó con la cabeza. Luego el niño volvió a decir, una y otra vez, hasta gritar y tirarlo al piso.

Incluso llegó hasta golpear a su madre cuando intentó calmarlo.

Pero Marco, déjame decirte que no puedes tenerlo todo en la vida.

Cierto día cuando jugaba afuera de su casa, la bruja lo tomó en sus brazos, mientras el la miraba con espanto.

¿Recordarás siempre su rostro cuando vuelvas a ser un caprichoso, Marco?

Lástima que no habrá oportunidad para probarlo."

"Ricardo. 11 julio, 1996.

Ricardo, un niño quienes sus padres murieron cuando sólo tenía cinco años. Vivía con su tía, con quién debió ser más agradecido.

La bruja lo descubrió en la calle, mientras el caminaba con su tía. Lo estaba buscando desde hacía mucho, pues no muchos niños malos nacen en julio.

Ricardo empezó a gritarle a su tía por una conversación que Cranya no logró oír. Y entonces empezó a decir cualquier número de palabrotas. Ahí fue cuando llamó su atención.

Lo siguió por algunos días más, y descubrió que no sólo se refería así a su tía, si no a sus amigos y a todos los que le rodeaban.

Lo atrapó cierta noche con cautela, como siempre. Todo bien preparado, el andaba solo y la astuta bruja le dejó un balón para distraerlo.

Él fue su sexto invitado, y créanme que desde ese día ninguna palabra, buena o mala, salió de su boca, ¿por qué tan callado, Ricardo?"

"John, 30 noviembre, 1991.

Oh, John, el guapo y encantador John.

Él lo sabía, en toda su corta vida la gente se había encargado de hacérselo saber.

¿Cómo empezó todo?

En un parque, dónde John, el encantador John, fue un patán con una niña. Bien, dijo la bruja, no es para tanto. Tal vez ese no sea el indicado aún.

Pero al siguiente día, destruyó la autoestima de un chico también. Ya verías, John, no te volverías a sentir más que nadie.

En el recorrido de su bicicleta, la bruja se detuvo en medio de su camino, dejando a John pasmado, y fue muy fácil tomarlo para que fuera su séptimo invitado.

Desde ese día en adelante, aprendería que su belleza sería inservible para detener lo que le esperaba.

Alguien tenía que darte unos límites, John, y ese alguien tenía que ser muy poderoso."

Había llegado al final de sus escritos. Ya era bastante tarde, y a pesar de que al siguiente día no tenía colegio, puesto que habían suspendido clases hasta nuevo aviso, sentía que debía dormir para recuperarme.

Sin embargo, volví a mis notas. ¿Qué era lo que tenía? Un montón de palabras sin sentido.

Primero había anotado todos los nombres de los niños y sus fechas de nacimiento. Luego, al frente, había anotado una pequeña descripción de ellos.

Sebastián: Ladrón.

Mar: Mentirosa.

Sara: Rebelde.

Lana: Desobediente.

Marco: Caprichoso.

Ricardo: Grosero.

John: Maltratador

Intenté buscar algo que los uniera, justo como el detective me recomendó, pero todo lo que encontraba en ellos era que eran malos.

¿Acaso era eso? ¿Acaso había tenido la respuesta frente a mis narices? Era muy posible que esa fuera la razón por la que los escogiera, ¿pero cuántos más quería? Y a mí no me vinieran con cuentos de brujas, ¿Quién estaba detrás de todo esto y por qué?

Pero, si la maldad era la razón por la que los escogía, entonces... había un fallo en su plan. Había leído al derecho y al revés cada una de las personas que había escrito, y ninguno de ellos se parecía en lo más mínimo a Allison.

Allison jamás había sido mala, jamás había mentido, ni robado, de hecho, como lo he mencionado miles de veces ella siempre fue lo más inocente y vulnerable que pudiera haber en mi vida. ¿Por qué entonces llevársela si estaba en busca de niños malos? ¿Por qué no simplemente me llevó a mí?

Aun así, me faltaba anotar a Jaime, que había desaparecido ese día... justo después de golpear a un niño.

Jaime: Violento.

Estuve tan cerca del responsable de todo esto, y a la vez seguía tan lejos.

Pero al menos ahora tenía una pista, un paso muy corto para todo lo que aún me faltaba recorrer, aunque un poco más cerca de hallar a Allison.

El misterio de Cranya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora