Capítulo cuatro.

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Antes de ir a la estación de policía con mis padres, metí en mi morral el libro y los carteles, para llevarlos en todo momento conmigo. No podía darme el lujo que nadie lo encontraran. No teníamos colegio, estábamos en época de vacaciones, y, aun así, no creo que la gente quisiera mandar a sus niños ya que algunos habían desaparecido después de clases. 

Mentalmente, en todo el recorrido, iba preparándome para lo peor. Probablemente me juzgarían por dejarla sola e intentar asustarla. ¿Qué tal si en serio creían que yo la había matado? Pero lo más importante, no podía hablarles del cuaderno, aún no, así que tendría que crear una excusa para decir por qué me distraje tanto en el momento en que ella desapareció.

Cuando llegamos, me detuve en la entrada, y miré a todos lados. Me había burlado de Allison por creer que algo la seguía, y eso era justo lo que estaba sintiendo en ese momento. Una mirada que me seguía desde que bajé del carro, una mirada que causaba terror y miedo en mí

Tenían que ser inventos míos, sí, por supuesto.

Despejé toda mi mente antes de entrar, incluso si estaba muy nervioso. Y le conté todo lo que pasó, a un robusto y musculoso hombre, quien anotaba todo lo que le relataba en un pequeña libreta, y en toda la historia jamás cambió su expresión.

-Bien, eso es todo, puedes irte con tus padres.

-¿Qué? ¿Eso es todo? ¿No me va hacer preguntas ni nada?

-No creo que tú vayas a tener la respuesta de dónde está tu hermana, niño.

Cerró su libreta y me abrió la puerta, invitándome a salir.

-Pero al menos usted debería esforzarse más haciendo su trabajo, señor.

Y salí, asegurándome de cerrar la puerta con fuerza para mostrar mi enojo. Todo esto era tiempo perdido. ¿Por qué no estaba la patrulla buscándola? ¿Buscando a los siete niños desaparecidos? Todo esto de las preguntas era una simple formalidad.

-¿Sabes?- escuché la voz del sujeto a lo lejos- A lo mejor deberías portarte mejor con los mayores, no querrás que ninguna bruja te lleve por grosero.

Estuve tentado a decirle "Al diablo la bruja y tú" pero mis padres estaban esperándome y no quería más problemas de los que teníamos.

-¿Qué pasó? ¿Qué te han dicho?- preguntó mi madre con esperanza.

-Lo mismo que les habrán dicho a ustedes, que todos aquí son unos pares de inútiles.

-¡Julián!- sentenció mi madre, pero antes de que pudiera decir algo más, yo estaba saliendo de allí totalmente enfurecido. Me alcanzó y me tomó del brazo, reteniéndome allí.

-¡Déjenme en paz!- grité.

-Acabo de perder a una hija, no te puedo perder a ti.

Despertamos las miradas de todas las personas presentes, y entonces mi padre, mi amado padre quien siempre tuvo una conexión especial conmigo, se interpuso entre los dos, y le dio una mirada triste a mi madre para luego decir:

-Necesita su tiempo a solas, déjalo Elena.

Me solté del agarre de mi mamá, y salí, sin saber exactamente a dónde ir, pero seguro de que cualquier lugar donde estuviera sólo yo sería mejor.

El misterio de Cranya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora