Capítulo 4

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Rose

– No te escuchan.

– Ya lo sé – Dejé de gritar al aire e impotente bajé los brazos, cualquier intento nuestro por llamar la atención de los posibles rescatistas había sido inútil. Y estuvimos tan cerca... Dimitri no perdió tiempo sacando la bengala de su mochila, pero al levantar la vista al cielo el peso de la realidad acabó con la esperanza surgida pues la visibilidad era nula y prácticamente lanzamos la señal de auxilio adivinando la trayectoria del avión. Desafortunadamente el sonido del motor pronto se fue alejando hasta perderse. Suspiré – ¿No habías dicho que ningún piloto querría arriesgarse con este clima?

– Y así es – La aprensión en su tono me hizo girar para encontrarlo aún con los ojos fijos en lo alto – Lo que escuchamos era claramente una avioneta militar, el sonido es inconfundible. Pero... – Lentamente bajó la cabeza hasta mirarme con una mezcla de incredulidad, asombro y cierto tinte de preocupación – Imposible... – Musitó volviendo la mirada al grisáceo firmamento.

Frustrada y no muy segura de lo que le ocurría me acerqué al trineo pateando la nieve a mi paso – ¿Quién estaría tan loco como para volar con un cielo así?

– Mi padre al parecer.

Su respuesta detuvo todos mis movimientos – ¿Qué? ¿Estás seguro?

Asintió caminando hacia mí – Nadie en su sano juicio lo habría hecho. Además con su rango dudo que alguien se haya atrevido a contradecirlo, es muy obstinado.

¡Vaya coincidencia!

Quise lanzarle la indirecta enarcando una ceja, pero terminé fracasando completamente ¿Por qué no podía hacer ese gesto tan cool?

– Pues cuando lo veamos recuérdame agradecérselo – Entonces arqueó perfectamente su ceja izquierda demostrándome que había entendido mi insinuación ¡Maldición! Le sonreí inocentemente mientras le pasaba el cincho, luego cambié el semblante al considerar el peligro real al que se expuso el hombre y cualquiera que lo estuviera acompañando – Solo espero que regrese con bien a casa.

– También yo – Observó el cielo por última vez antes de retomar la marcha.

***

En mi vida había visto tanto blanco junto. La nieve se asemejaba al cremoso betún que prepara Rhea para decorar el pastel favorito de Lissa.

Obligué a mis piernas a no detenerse cuando sentí una opresión en el pecho al recordar la situación de mi mejor amiga.

Realmente espero que estés bien y a salvo... ¡resiste Liss!

Tragué el nudo de mi garganta negando disimuladamente para ahuyentar esos pensamientos y que Dimitri no se percatara de mi cambio de actitud.

Tenía que estar lo más alerta y concentrada posible.

Admiré el paisaje que tenía delante, aquello era inmenso y majestuoso. Sin embargo, me era imposible disfrutar de su belleza. No me consideraba alguien con mala suerte ni siquiera sabía si creía en ella, pero esto sobrepasaba todos mis límites.

¿Por qué a mí?

Cómo es que terminé en medio de la nada viendo a personas inocentes morir, luchando por sobrevivir y en compañía de un desconocido que no confiaba en mí, que era exageradamente poco hablador y que cada vez que se me acercaba tenía que ignorar la extraña sensación que me recorría el cuerpo entero.

Reacción que atribuí a su bien dotada anatomía. Digo, yo no era ninguna colegiala hormonal, pero tenía que reconocer que Dimitri Belikov era el hombre más atractivo que hubiera visto jamás.

Más allá de la MontañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora