Capítulo 3

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Rose

Era increíble el cambio que había sufrido mi vida y la de la gente que más me importaba desde aquel maldito día. Las consecuencias desastrosas que han resultado desde entonces serán fantasmas que me perseguirán para siempre.

Negué, no podía ni quería engancharme a culpas y remordimientos ahora. Hice una promesa y pensaba cumplirla, pero para ello antes había que salir con vida de este espantoso lugar y eso es lo que haría. Dándoles una última mirada a ambas tumbas me cargué la mochila al hombro y más decidida que nunca di media vuelta. Tenía un plan y era imperativo echarlo a andar cuanto antes, había que aprovechar la luz natural y el clima que parecía darnos tregua.

Apresuré el paso repasando la lista mental que había hecho durante la tempestad de todo aquello que nos sería útil para la travesía. No obstante, cuando no lo escuché siguiéndome giré para ver al enorme ruso exactamente en la misma posición y sin ninguna intención de moverse.

– Vamos qué esperas, no hay tiempo que perder.

Arrojó a un lado el fierro retorcido que había utilizado como pala y habló exhalando vaho por su boca – No iremos a ningún lado – La desesperanza que en una milésima de segundo dejó entrever fue rápidamente sustituida por una máscara imperturbable.

Contrariada y claramente enojada me acerqué dispuesta a enfrentarlo. No podía darse por vencido tan pronto, yo no se lo permitiría – ¿De qué carajos hablas? ¡No podemos quedarnos aquí! – Extendí los brazos para que contemplara el peligro real que corríamos permaneciendo ahí.

– Podemos y eso es lo que haremos – Sin obtener mayor reacción de su parte comenzó a caminar pasando a un costado de mí.

Indignada por su aparente calma lo sujeté del brazo evitando que siguiera avanzando – No me estás entendiendo...

– No, eres tú la que no comprende – Con algo de brusquedad se soltó de mi agarre alejándose considerablemente – No estamos en las mejores condiciones, no tenemos suficientes alimentos ni agua. Sin mencionar que no hay mapa, GPS, radio o al menos una brújula que nos sirva como guía.

– Te digo que puedo sacarnos de este lugar – Insistí ante su negativa.

Inalterable se cruzó de brazos – No porque atinaras los tiempos de acuerdo a la posición del sol, tengas algunos conocimientos sobre supervivencia y prácticamente montaras sola el campamento te garantiza que sobrevivirás a lo que hay allá afuera – Hizo una pausa observándome indescifrable, lo cual me provocó escalofríos – Además no confío en ti y...

– Ah, se trata de eso – Lo interrumpí – Es por lo que sabes de mí que no te fías de mis intenciones – Suspiré bajando la mochila a mis pies.

– ¿Puedes culparme? – No – Estás acusada de asesinato – Cerré mis manos en puños apretándolas fuertemente como si con eso evitara que los recuerdos volvieran a mi mente – ¿Quién me garantiza que llegando al pueblo más cercano no huyas o que intentes matarme en el camino para hacerlo?

Ok respira, no vayas a abofetearlo – ¿Es en serio? – Ayer mientras lo ayudaba a llegar al fuselaje tuve la percepción de que me sería difícil ganar su confianza, pero también pensaba que hasta el momento mis acciones hablaban por si solas – Si hubiera querido asesinarte ya lo habría hecho. Es más, ni siquiera te habría bajado de donde colgabas o después curado la herida, eso me hubiera facilitado mucho la huida ¿no te parece?

– Pues no lo sé, francamente no sé qué pensar de ti.

Bajo su atento e intimidante escrutinio guardé silencio un instante buscando la manera de hacerle ver que no mentía – Mira, sé que no te fías de mí, tampoco confío ya en cualquier persona, pero evidentemente las circunstancias no son normales ni las mejores. No tenemos tiempo para conocernos y así decidir si fiarnos del otro, ni para ponernos a discutir si soy o no culpable – Me acerqué a él manteniéndole la mirada – Realmente no te has puesto a pensar por qué ocurrió esto. Es más que obvio que a alguien le incomoda que yo siga respirando. Dame aunque sea el beneficio de la duda – Le pedí.

Más allá de la MontañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora