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• Mi sueño fue interrumpido cuando alguien me tomo bruscamente por los hombros causando que cayera de la cama al piso.
-¿Que chingados hacia en mi cuarto anoche?—Preguntaba Iván con el ceño fruncido sin quitarme la mirada de encima.—
-No me hables a si.—Me puse de pie mirándolo con el semblante serio,estaba furiosa.—No me tienes porque venir a despertar de esta manera. Aparte es tu culpa, para que dejas la puerta sin seguro.—
-Se toca. No tienes porque invadir mi privacidad.—Grito entre dientes.—
-Estás exagerando Iván, no fue mi intención ver como te masturbabas mientras mirabas revistas de mujeres desnudas.—
Su semblante cambió a uno de alivio de un momento a otro causando confusión por mi parte.—Puta madre Michelle, me asustaste.—
-¿De que hablas?.—Indague aún si entender su cambio de humor.—
-¿Enserio creíste que yo me estaba masturbando por esas chicas? Crees que me causan satisfacción.—Relamió sus labios deleitándome con su mirada.—Alístate, en 15 minutos sale nuestra avioneta hacia la sierra.—
-¿¡Pero que no ya estamos en la sierra!?.—Lo mire confundida.—
-Si, pero vamos a ir a la mera sierra, nos vamos adentrar más, allá en donde viven los Zambadas y mis hermanos . Tú mamá llega mañana, nosotros tenemos que estar antes ahí. Y aparte, quiero proponerte algo.—
-¿Proponerme que?.—
-Michelle solo has lo que te digo, ya habrá tiempo de tus preguntas tontas.—Musito antes de atravesar la puerta de mi habitación y cerrándola a sus espaldas.—
Esta hombre es bipolar.
【 ∞∞ 】
Ya estaba casi lista, había tratado de alistarme lo más rápido posible. En lo que más me demore fue en el maquillaje, no me gusta ser sencilla en cuestión de belleza, no soy una miss universo pero me gusta causar una buena impresión. Y por alguna razón me esta comenzaba a gustar provocar a Iván.
Salí de mi habitación con las mismas maletas con las que había llegado días atrás y llegue hasta la primera planta encontrándome con gente armada.
-¿Sin todas sus pertenencias?.—Cuestionó uno de los hombres mientras me ayudaba con el equipaje. Asentí y este comenzó a caminar.—Síganos.—
Llegamos hasta una parte de la casa nunca antes vista por mi y ahí había una mini pista clandestina. Iván estaba de pie hablando con una mujer muy guapa de pelo marrón y una piel blanca como la nieve, reluciendo su hermoso cuerpo con un encantador vestido rojo. Camine hasta ellos quedando a un costado de Iván mientras me cruzaba de brazos esperando a que notaran mi presencia, algo muy incómodo. En unos escasos segundos Iván se giró a verme y solo se despidió de la mujer con la pura mirada. Mirada que decía más de mil palabras.
