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Mi vista se nublaba y mi pie se erizaba con tan solo escuchar aquellas detonaciones y sin ser capaz de poder moverme. El comando contrario había lanzado de alguna manera una granada al interior de la casa dejando como resultado un completo caos.
Tenía la certeza de que los demás habían logrado esquivar todo tipo de objeto que les pudiera causar daño, en cambio yo no tuve tiempo, cuando a duras penas intentaba ponerme de pie volví a caer debido a la honda de presión que se esparció en cuestión de segundos por el gran ataque de los contrarios.
-¿Michelle estás bien? .—Iván se acercó preocupado a mi y me tomo en sus brazos, seguido de eso llegó Don Mayo y Alfredo mientras que los otros trataban de lidiar contra los de Jalisco.—
-Me duele mucho .—Sincerice cerrando mis ojos con fuerza. Me sentía demasiado débil, debido a los problemas que había tenido antes con la sangre proveniente de mi nariz sin ninguna razón y este ataque fue como la gota que derramó el vaso, tengo un dolor de cabeza fatal.—
-¿Crees aguantar? Nos tienen rodeados .—Dijo Don Mayo sin dejar de verme con el semblante de preocupación, me limite a asentir no muy convencida y eleve ambos de mis brazos para que me ayudaran a ponerme de pie.—
-¡Plebes! ¡plebes! .—Llegó Vicente alarmado.— Ya valió madres,matamos a quien no debíamos y las pinches Jaliscas le dijieron al Mencho por el radio. Y dijo que ya está en camino.—
-¿¡Si se dan cuenta de lo que está pasando!? ¡Si el Mencho viene las cosas no quedarán de la mejor manera! .—Dijo Iván entre dientes.—
-¿Lo dices tú? Que te la pasaste aquí adentro haciendo no se que vergas.—Dijo Vicente con despegó y negando unas cuantas veces.—
-Oyeme bien sueto, yo estaba ayudando a Michelle. ¡Porque yo si me preocupo por los demás! No como tú, que en cuanto callo la bomba corriste como marica.—Ivan hablaba con una completa desestiminacion y firmeza.—
-¿Estás bien Michelle?.—Vicente intentó acercarse a mi pero Iván lo tomo de la manga de su saco y lo jalo hacia atrás.—
-Te dije que tenías prohibido acercartele. A si se esté muriendo.—
-¿¡Entonces para que chingados me reclamas que no me preocupo por los demás!? Hablas puras pendejadas Iván.—
-Ya cálmense los dos ome.—Dijo Don Mayo ya cansando de el parloteo de aquellos dos jóvenes.—Aquellos matándose y ustedes aquí peleando. Michelle te tenemos que llevar a afuera, aquí adentro te puedes intoxicar.—
-¡El Mencho está aquí! .—Serafín y Alfredo llegaron hasta nosotros sobresaltados.—
-¿¡Que!? Pero si hace unos minutos apenas lo habían mandado a traer.—Murmuró Vicente sin poder creerlo.—
