16. Cuídame por que me pierdes.

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¿OTRA VEZ TÚ?

Capítulo 16.

—Ades Cooper—

Enterarme de que a Abby se la habían llevado fue duro para mí, ella no merece tanto dolor y verla llorar tan devastada en mi pecho me hace querer tenerla en una cajita de cristal para cuidarla y que nada la haga sufrir. Me ha contado todo lo que pasó y no sé cómo alguien puede hacer tanto daño, cuando llamó a Celeste todo estábamos con ella, entonces a medida que hablaba mencionaba lo de la pesadilla, y fue donde entendimos que algo estaba pasando, nos pusimos de acuerdo para llamar a la policía porque sabíamos que Abby estaba en peligro. Sabíamos que Celeste iba a hacer lo que sea para salvar a Abby, pero jamás que dejaría que le dieran un tiro en la pierna, nos han dicho que está bien y que debe tomar un descanso. El doctor Roberto sí está entre la vida y la muerte, las balas afectaron uno de sus pulmones, a Abby le ha dado más duro enterarse de la verdad porque justo ahora es que pasa esta tragedia.

—Por favor, ya no llores, el doctor va a estar bien —seco sus lágrimas con mis pulgares—. Tienes que estar bien para cuando él despierte.

—¿Cómo voy a dejar de llorar cuando todo esto es mi culpa? Yo le dije a Celeste que lo llevara —me mira. Está mal—. Yo lo desprecié cuando me fue a buscar, y todo por mi maldito orgullo, por pensar que él tenía culpa que un hombre que pensé que era mi padre me violara, así que no me pidas que deje de llorar cuando por dentro estoy vuelta nada, estoy cansada de que todo me pase a mí, harta que la vida se empeñe en darme golpes, dime ¿qué le hice yo a la vida para que sea tan injusta conmigo? Dímelo, porque yo no sé.

—No has hecho nada —la pego a mi pecho y no sé por qué mis ojos se han cristalizado—. Eres la persona más hermosa que he conocido, ¿tienes idea cuántos no desearían ser como tú? Abby, eres perfecta, la vida no es fácil, no hay persona que no sufra y el que no lo hace es porque está muerto —ubico mis manos en cada uno de sus brazos—. El doctor te dijo la verdad y él va a luchar porque tiene una deuda aquí pendiente contigo, pero tampoco puedo ocultarte las cosas, está grave y no saben si se va a salvar, pero si eso llegara a pasar recuerda que se fue feliz porque te contó toda la verdad.

—Ades, yo lo rechacé, le dije que era culpable que mi vida fuera una miseria.

—Él entiende que solo eres una adolescente, nada de esto es fácil para ti —la abrazo mientras ella solloza—. Saca todo lo que tengas que sacar, llora, esa es la única manera de sacar nuestro dolor.

La abrazo fuerte mientras llora, si antes no estuve en todos sus momentos ahora voy a estar, Abby me necesita mucho y yo la voy a cuidar, merece que yo esté para ella, no importa qué tan fuerte sea lo que se venga para su vida, yo voy a estar a su lado, el Ades que corría lejos para no enamorarse ya no existe, porque Abby me robó el corazón y voy a tenerla para toda la vida, así sea lo último que tenga que hacer.

—Días después—

Han pasado varios días que no han sido nada fácil, no puedo negar que estoy cansado porque no he dormido nada por estar pendiente de Abby que no se le despega al doctor, sé cuánto le afecta todo esto, pero todos estamos a su lado para apoyarla.

Me llené de tanta rabia cuando nos contó que Megan tuvo que ver en todo esto, las chicas querían matarla y Vans fue el que peor se sintió porque piensa que ella lo estaba usando. Abby le aclaró que ella lo quiere, pero su ambición le ganó.

Han sido unos días verdaderamente cansones, pero nos hemos apoyado entre todos para que Abby no se sienta tan mal, ella solo quiso salvar a Belén, jamás pensó que todo esto pasaría. Debo decir que duré un día completo en una celda porque cuando acompañé a Abby para que diera la declaración terminé por irme encima del imbécil que ocasionó todo y Owen por seguirme en todo también se le fue encima y por más que Abby y Celeste pagaron la fianza no nos dejaron salir por irrespetar la autoridad y nos dejaron todo el día en la celda.

Descargué toda la rabia encima de ese hombre quien tanto daño le ha hecho a Abby y no tengo rastro de remordimiento, él se lo merecía. Abby no puso denuncia contra Megan porque ha dicho que primero le dará unas buenas arrastradas, no regresará a Reino Unido sin antes darle una paliza que bien que se la tiene merecida por ser tan terrible y ambiciosa.

—Te ves muy cansado, amor —Abby me pasa un café—. Creo que debes ir a descansar un rato, vienes más tarde si quieres.

—No sé para qué me dices eso sí sabes que no me iré de aquí, tú también estás cansada y aquí sigues —le doy la mano para que la tome y la dejo sentada en mis piernas—. Deja de insistir porque no te dejaré sola.

—Si lo que te preocupa es que haga una locura pues fíjate que no haré nada —me besa, sus labios se sienten bien sobre los míos porque encajan a la perfección—. Ándale a descansar, ¿si? Por favor, mi amor, solo serán unas horas, puedes decirle a Víctor o a una de las chicas que venga.

—Me pareció muy lindo que me llamaras mi amor, y mucho mejor que me besaras, pero no me iré —trata de renegar, pero la callo con un beso—. Ya deja de insistir.

—Me caes tan mal.

Se levanta y se acerca a la camilla donde está el doctor con sus ojos cerrados, se inclina para darle un suave beso en su mejilla

—Despierta, mira que yo te estoy esperando, papá.

La escucho cómo le dice cosas bonitas, él está dormido, pero seguro la debe escuchar, Abby es sincera con él y le dice mil cosas que había guardado, me levanto del mueble y la escucho hablar.

—Cuando despiertes iremos a la playa, solo me quedan días aquí y si estás conmigo los vamos a pasar juntos, bueno, mis amigos y mi novio están también, por supuesto mi familia —la escucho reír—. Debemos ir al parque, así como las niñas pequeñas, ya sé que estoy grande, pero me debes todos los helados y dulces que no me diste en mi niñez —escucho un sollozo de su parte—.  En serio ya no juegues conmigo, abre los ojos.

Un par de lágrimas se me escapan cuando la escucho decir todo aquello, mi niña no merece tantos males. Sé que el doctor va a despertar y ella va a ser feliz, le quedan pocos días aquí en Londres y necesito que sean los mejores para cuando se vaya se acuerde únicamente de los momentos bonitos que ha pasado.

Si antes prefería quedarme callado para que no me dijeran cursi ahora ya no me importa porque mi manera de ser y mi aspecto no definen quién soy, porque puedo amar sin límites a la única chica que ha puesto mi mundo patas arriba desde que la vi por primera vez. No pensé que mi vida tendría tanto impacto con la llegada de una chica que parecía tímida ante los ojos de todos, pero que yo descubrí que era tan divertida y llena de sueños como ninguna chica y eso fue lo que captó toda mi atención y así seguirá siendo hasta que Dios quiera.

—Abby Jones—

Estoy quedándome dormida con la cabeza en la camilla del doctor, siento unas manos tibias sobre mi hombro, abro mis ojos y me encuentro con una enorme sonrisa, pego un grito cuando veo que ya despertó, y él me da una sonrisa de boca cerrada, no sé por qué me ha dado tanta felicidad verle sus ojos mirándome con extrañeza y cierta duda. Lo abrazo y él me corresponde como puede.

—¡Ay Perdón! No debí abrazarlo, me emocioné —me disculpo sin quitar la tonta sonrisa de mis labios—. Nos pegó un susto bien grande.

—Me gusta que me abraces —baja su mirada hasta su herida—. ¿Hace cuánto me tienen aquí?

—Hace días, pero no se preocupe, yo lo cuidé y antes que me diga cualquier cosa le aclaro que me iré a su casa para cuidarlo también —me mira con detenimiento—. ¿Por qué me mira así?

—Pensé que te ibas a alegrar que me pasara esto, tú no me quieres y…

—Jamás me alegraría que le pasara algo malo, no tiene idea cómo sufrí pensando que se iba a morir —me acerco—. ¿Va a aceptar que lo cuide?

—Si me dejas de hablar de usted yo puedo aceptar.

—En serio que se aprovecha de todo —niego con la cabeza y no le digo más nada porque voy a buscar a alguien que lo revise.

No sé si son ideas mías, pero parece que no hay ningún doctor en este piso, me regreso para el cuarto donde está Roberto, pero como yo soy así he interrumpido un tierno beso que se está dando la jefe Rivera con Roberto.

—Perdón, yo no sabía que usted estaba aquí.

—No te vayas —me detiene la jefe—. Puedes quedarte, yo solo venía a ver cómo estaba Roberto, pero me encontré con que se había despertado.

—Ya puedes estar tranquila, aquí la generala que tengo como novia me ha revisado, me encuentro bien, debo tener reposo que es lo normal.

—Qué bueno —sonrío un poco incómoda—. Yo creo que mejor los dejo solos, iré a llamar a mi novio.

—¿Es tu novio el joven que trajeron hace días porque lo habían apuñalado? —asiento a la pregunta de la jefe—. Hacen una bonita pareja, él está en el piso de allá abajo, lo vi cuando venía, está con una señora.

—Sabía que si no eran novios iban a terminar juntos —miro a Roberto y sonríe—. Ándale, vez que te espera tu Romeo.

—No me jodas con eso —le hago mala cara, pero cuando salgo suelto una risita—. ¡Cuidado con hacer el delicioso!

Escucho sus risas y sigo mi camino, no sé por qué me parece que son relajados, no voy a decir que voy a ceder tan rápido, pero dejaré que se ganen mi cariño, yo también tengo derecho a ser feliz. Miro a mi tía y a Ades juntos, los saludo con una sonrisa y un abrazo, mi tía me ha explicado que ella no sabía nada y gracias a ella la herida de mi pierna no me duele, el imbécil ese me cortó en la pierna, pero va a pasar un buen rato refundido en la cárcel.

—¿Qué tal tu padre? —pregunta mi tía y me cruzo de brazos—. Ok, el doctor Roberto.

—Roberto ya despertó, lo dejé con su novia —me siento en una de las sillas que están desocupadas—. ¿Y los chicos?

—Es un buen avance que le digas Roberto y no doctor Roberto —Ades bromea y le saco el dedo, se acerca hasta que su nariz roza la mía—. Jamás lo vuelvas hacer, puedo sacarte mi dedo, pero también sabes perfectamente que puede entrar y no te digo dónde porque estás apretando tus piernas así que tienes que saberlo —me susurra.

—Esos susurros me hacen pensar que nada bueno te está diciendo este joven —mi tía se ríe—. Es que se les nota las ganas.

—Tía —la regaño—. Ades solo me está diciendo lo bonita que estoy, ¿cierto?

—Bonita sí estás, y también te tengo ganas.

—Buena por esa —mi tía choca sus puños con él y los miro con el entrecejo junto—. ¿Y esa cara?

—¿Desde cuándo tan unidos? Ades es bien gruñón y jamás te sonríe y ahora están así, chocando puños y riendo, ¿de qué me perdí?

—Hicimos una tregua, mi amor —me besa—. Así no tienes que sentirte del lado de ninguno.

—Tan bellos —le digo con sarcasmo y se ríen—. Les pregunté por los chicos.

—En la casa, se quedaron con Belén —mi tía me mira—. Vidal te ha mandado besos, ya regresa hoy.

Vidal está en un viaje de negocios.

—Ya lo extraño, pero que me aproveche por el día de hoy porque mañana me iré a casa de Roberto, iré a cuidarlo, lo necesita, ¿te molesta que vaya con él?

—Por supuesto que no —me dice.

—¡Oh! Me van a abandonar —Ades solo me mira—. Pensé que te quedarías conmigo.

—Me tienes por el día de hoy, cuídame porque me pierdes.

Le guiño un ojo.

—Esta noche es para los dos —me abraza—. Te daré duro.

—Como un carro viejo —suelta una carcajada.

—Les brota el amor.

Reímos de lo que dice mi tía y nos quedamos hablando, me alegra que por lo menos se lleven mejor, no me gustaría sentirme dividida, los dos son tan importantes para mí y no me gustaría tener que elegir porque la verdad es que los amo.

Ades tiene que hacerme suya esta noche porque solo estamos de beso y ya extraño sentir su piel entre mis dedos, me encanta todo de él, la manera en la que me toca, la manera en la que se mueve encima de mí, la manera en la que me besa me vuelve loca y estoy dispuesta a dejarme hacer lo que él quiera, extraño todo de él y no me voy a negar a nada de lo que esta noche Ades me quiera hacer.

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora