14. El regreso.

1.4K 154 5
                                    

¿OTRA VEZ TÚ?

Capítulo 14.

—Ades Cooper

Acaricio la mejilla de Abby mientras ella duerme, se ve tan tranquila cuando duerme y no entiendo por qué hace un rato estaba tan alterada y llena de miedo, hace mucho no la veía ponerse tan mal, me pregunto ¿por qué de nuevo esas pesadillas? ¿Por qué ella asegura que su papá está vivo? Algo debió pasar para que se comportara de tal manera que me hizo sentir mal al verla tan llena de miedos como cuando la conocí.

No tiene sentido que el padre de Abby siga vivo, todavía recuerdo que cuando ella era una niña y fui a acabar con su padre me contó que su madre le había disparado a su papá por cosas que hizo. No sé qué pensar y me gustaría que Abby no tuviera razón en lo que dice porque de ser así esto será un caos interminable.

Escucho toques en la puerta y veo que es Owen que ha llegado, le hago señas para que entre sin causar ruido, y me levanto con sumo cuidado para que Abby no despierte.

—Ya me contó Celeste lo que pasó.

Me dice casi en un susurro.

—Sí, se puso muy mal, la hubieras visto, decía que su papá está vivo y que entró aquí a su habitación —me paso la mano por el cabello.

—Lo más seguro es que diga esas cosas por todo lo que debió sufrir en su pasado —me pone la mano en el hombro—. No estés triste por ella, sabes que Abby es muy fuerte.

—Me preocupa que vuelvan esas pesadillas que tenía antes, ella no merece todo lo que le pasa, es tan buena.

—Solo cuídala, es lo que necesita —me da un apretón de mano y sale de la habitación.

Regreso a la cama, Abby tiene los ojos medios abiertos, me regala lo más parecido a una sonrisa y cuando me siento a su lado coloca su cabeza en mi regazo, acaricio su cabello alborotado y ella no dice nada. Es extraño que esté tan callada porque desde que vino se mantiene hablando y me gusta que sea de esa manera.

—¿Qué fue lo que pasó? Estabas muy alterada.

—¿Te acuerdas del doctor que te atendió?

—Claro, el que andabas molestando con la enfermera, pero ¿qué tiene que ver él en la conversa?

—El día que arreglamos las cosas yo lo vi junto a mi tía, ellos discutían, no entendía por qué hasta hoy que sin querer escuché cuando mi tía decía que no quería que supiera que él es mi verdadero padre —mis ojos se abren en señal de sorpresa, pero Abby sigue calmada—. No entiendo nada, ¿por qué si es mi papá las pruebas de ADN del hospital salieron que Celeste es mi hermana? Yo tuve que sufrir un abuso sexual y ese hombre jamás estuvo para ayudarme y ahora me dice que es mi padre. Yo no sé qué pensar.

—Mírale el lado positivo a esto, no eres hija de un hombre que les arruinó la vida a ti y a tu madre, el doctor parece una buena persona —me mira—. Y sobre los exámenes de ADN, esos nunca se equivocan, a menos que alguien haya cambiado todo.

—¿Crees que alguien quiso que yo pensara que Celeste sí era mi hermana? Es que no le veo sentido, ¿quién me haría algo así y por qué? —su voz sigue tan calmada que me asusta porque es mejor sacar lo que uno siente que ocultarlo—. Algo muy raro hay en esto y no me voy a quedar aquí sentada pensando quién cambió esas pruebas.

—Tampoco puedes hacer las cosas corriendo porque saldrá todo mal, cabe la mínima posibilidad que el doctor ni siquiera sea tu padre.

—Mi tía me lo confirmó, al parecer el doctor se conoció con mi madre hace mucho tiempo, y mi tía seguro sabía que Celeste no llevaba mi sangre, pero no dijo nada —se levanta—. Tienes que venir conmigo, viajaremos al hospital donde me hicieron esos exámenes porque tengo que saber qué pasó ese día.

—No podemos ir así como así, Abby, tenemos que…

—Si no quieres no vengas, no te voy a obligar, pero cúbreme con mi tía para que no sospeche nada.

—Sabes que no dejaré que vayas sola —voy hacia ella y hago que me mire—. Solo promete que sea cual sea la respuesta que nos den lo tomarás con calma, ¿lo prometes?

—Lo prometo —me da un corto beso—. Gracias por apoyarme en esto.

Ya sé que es una idea muy loca, pero debo acompañar a Abby donde sea que vaya porque si la dejo sola puede hacer una locura. Compro los tiquetes de avión, y me voy a mi habitación a guardar algunas cosas para llevar, me doy una ducha bien corta y me alisto con lo primero que veo. Algo extraño hay en todo esto y justo por eso iré con Abby, presiento que hay algo malo en este cuento.

Salgo para la habitación de Abby después de unos minutos, la busco y no está, hay una maleta en su cama, pero ella no está por ninguna parte, salgo a mirar si quizás se quedó con las chicas en el jardín.

—¿No han visto a Abby? —me miran la cara y se ríen—. ¿Acaso me ven cara de payaso? Les pregunté dónde está Abby.

—¡Uys! Qué genio —me dice Dayana con una risita—. La dejamos durmiendo contigo.

—Sí, pero ya se había despertado, íbamos para… —recuerdo que no puedo decir nada—. Nada importante, solo no sé dónde está.

—Qué extraño, Abby no es de desaparecer así. ¿Y si le pasó algo?

—Su pesadilla —musita Víctor casi para él solo—. ¿Creen que esto tenga que ver con la pesadilla?

—Estás bien mal, amigo —Owen le da un golpe—. Lo más seguro es que esté por allí tomando aire.

—Iré a buscarla.

—Yo iré contigo —Celeste se levanta y Dayana hace lo mismo—. Ustedes vengan, par de holgazanes.

No presto atención a su discusión, me preocupa que Abby haya hecho alguna locura, volvemos a buscar por toda la casa, le preguntamos a las señoras que ayudan en la casa y al parecer nadie la ha visto, me dirijo a Karla, pero ella tampoco la ha visto desde la discusión que tuvieron, decido salir afuera para ver si la veo y los chicos me siguen, vamos rumbo a los arbustos cuando habla Owen.

—Esto es de Abby —nos muestra la cadena que Abby jamás deja, se la dio su madre, yo se la regresé hace meses porque sabía que era importante para ella, jamás se la quita y ahora está reventada.

—¿Quién se llevó a Abby? —es lo único que sale de mis labios cuando tomo la cadena en mis manos.

—Especial del «padre de Abby»—

¿Creen que los muertos salen? Pues claramente es una pregunta absurda, los muertos no salen, a menos que todos piensen que sí está «muerto», pero que sigue detrás de las sombras acechando tus pasos para atacar en el momento adecuado, nadie puede pensar que un supuesto muerto puede estar detrás de tantas maldades que han ocurrido, llevo años en un mundo de miseria porque una estúpida niña acabó con mi vida y gracias a ella su madre me dio un tiro dejando una terrible cicatriz en mi rostro que al verme al espejo me recuerda lo miserable que fue mi vida.

Nadie puede imaginarse que estoy vivo porque pagué tanto dinero como pude para que les hicieran creer a todos que había muerto, mi familia anterior jamás se enteraría de mí, la supuesta hija que tuve con Vilma estaría tranquila pensando que todo había acabado para ella, pero no pensó que su infierno apenas empezaba. Todavía recuerdo cuando me enteré de que no era mi hija y por eso la traición de su madre me llevó a violarla todas las veces que yo quería porque así sacaba todo mi odio.

He tenido vigilada a Abby durante mucho tiempo, ¿por qué no le había hecho nada? Porque estaba esperando el momento justo y mirar desde lejos cómo el doctorcito de quinta de Roberto salía de esa casa me hizo entender que había llegado la hora de hacerle pagar a todos, es hora de verlos humillados ante mí. Abby y el tonto de su verdadero padre sabrán quién soy.

Estuvo a punto de que todo se fuera al carajo cuando por una duda Celeste y Abby se mandaron hacer unas pruebas de ADN, logré pagarle a una enfermera en ese entonces para que cambiara todo y pareciera que ellas eran hermanas, más a mi favor, mis dos niñas juntas, no me importó pagar tanto dinero solo porque la enfermera que le hizo la prueba de ADN cambiara el tubito donde estaba la sangre de Abby por sangre mía y así el resultado arrojó que era 99. 9% positivo, claramente, hicieron algunos cambios y las muy tontas nunca se dieron cuenta de que yo estaba detrás de esa gran mentira.

Hace meses cuando miraba el grupo de amigos con que se relaciona mi verdadera hija Celeste y mi supuesta hija Abby, me fijé mucho en todos, pero sobre todo en una chica, se notaba tan ambiciosa como yo, es hermosa. Recuerdo que me acerqué y sin tapujos le conté todo lo que había pasado y que yo era el supuesto padre de Abby que habían matado, le ofrecí dinero y aceptó darme información de todo con la única condición que no le hiciera daño a su novio, Megan es tan ambiciosa como yo y por eso aceptó estar de mi parte a cambio de un par de dólares.

Marco el número que me ha dado Megan y al primer pito escucho la voz de Abby.

—¿Hola? —su voz parece más una pregunta que un saludo—. ¿Con quién hablo?

—¿No me digas que ya olvidaste la voz de tu papito? Me sentiría tan triste si eso sucediera —hablo con una sonrisa y se forma un largo silencio—. Vaya, veo que no me has olvidado.

—Esto es una broma de mal gusto —su voz se ha vuelto ronca.

—Los muertos no llaman, niña estúpida —gruño—. Escúchame bien porque no voy a repetir, estoy en la esquina de tu casa, te quiero aquí ahora mismo.

—¡Déjeme en paz! Usted no puede hacerme daño, ¡está muerto!

—¿No vas a venir? Está bien, entonces tu hermanita Belén pagará tu negativa, no sabes cómo voy a disfrutar jugar con ella como lo hacía contigo y así también…

—Con mi hermana no se meta —me amenaza—. Iré a verlo.

—Así me gusta, cooperando para que todos salgamos felices —me rio—. Te espero.

No la dejo decir más nada y cuelgo. Era claro que no iba a olvidar nunca lo que le hice y justo porque sabía que me iba a odiar fue que durante mucho tiempo la seguí y al verla en el parque con una de sus amigas y Belén me di cuenta de que esa niña era su punto débil.

Pasan casi tres minutos cuando veo venir a Abby hacia mí, a medida que se acerca su rostro se ve serio, pero puedo oler el miedo en su cuerpo tan tenso, cuando llega frente a mí me mira como si no pudiera creer lo que está viendo.

—Hija —acaricio su mejilla y ella me quita la mano de un tirón.

—No me toque —dice con firmeza—.¿Qué quiere? ¿Cómo es que está vivo?

—El dinero mueve al mundo, pero ya te contaré —la miro de pies a cabeza. Ha cambiado tanto—. Sube al auto.

—No me iré con usted, quiero explicaciones —me llena de rabia su actitud y la tomo del brazo, trata de irse, pero aplico más fuerza, me muerde para irse y la tomo del cuello con tanta fuerza que recuerdo cuando me metí a su habitación y la tonta pensó que era un simple sueño—. ¡Suéltame, maldito cerdo¡

—¡Cállate la maldita boca! —le doy una cachetada—. Te irás conmigo porque así lo quiero yo, ¿entendido?

—Me puede llevar donde le dé la gana, usted ya me destruyó la vida una vez y me da exactamente lo mismo lo que me quiera hacer —me escupe la cara—. Eres un infeliz.

Me lleno tanto de rabia por la manera en la que me habla que le doy un golpe en la cara tan fuerte que cae a mis brazos, la subo al auto en la parte de atrás y me subo luego yo, si la tengo a ella Roberto va venir a mí, la estúpida de Karla y Celeste también, así los tendré a todos juntos y le haré pagar uno a uno cada cosa que sufrí yo todo este tiempo, regresé para hacerles pagar y que todos me digan cuando me vean… ¿Otra vez tú?

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora