24. Necesitaba verte.

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¿OTRA VEZ TÚ?

Capítulo 24.

—Abby Jones—

Sigo sin poder creer lo que mis ojos están viendo, espabilo repetidas veces para ver si estoy viendo mal, pero no, la pequeña Belén está frente a mí con una sonrisa y su lindo traje rojo hace ver su piel más blanca, se me tira encima y yo la abrazo.

—Manita —me dice cuando me pongo a su altura y beso su mejilla—. Yo quería verte ya.

—Princesa —le dedico una sonrisa—. ¿Quién te trajo?

—Espero que para mí también hayan besos  —levanto la mirada y lo veo a él, sus ojos azules me miran con gran emoción, su sonrisa se ha hecho más grande y mi corazón amenaza con salirse. Lo abrazo con tanta fuerza que siento que lo voy a desarmar, pero es que lo extrañaba, no sabía que iba a venir, le doy un corto beso porque está Belén y no quiero que ande viendo nuestras muestras de cariño—. Estás tan guapa como te imaginé.

—Por favor, tengo ropa de estar en casa y mi cabello está desordenado —lo invito a pasar—. ¿Qué haces aquí?

—Manito quería verte, yo le lloré para que me trajera —me explica Belén mientras mira por todos lados.

—Salió más dramática que tú.

—Tampoco exageres, Ades —lo abrazo—. Yo quería verlos ya, los he extrañado.

—Y nosotros a ti también —Ades me besa en el cuello y yo le sonrío.

—Mami dice que manita y manito se aman mucho.

Estamos por responderle cuando se escuchan las risas de Dayana y Celeste.

—Estaba que le tiraba los tomates encima a la cajera, la muy estúpida me miraba como si... Celeste no termina de hablar cuando se da cuenta de que no estoy sola—.¡Belén!

—Manita Celeste —Belén le sonríe y la abraza para luego irse donde Dayana—. Tía Dayana.

—Preciosa —la carga—. Qué guapa estás hoy, bueno, tú siempre estás tan hermosa.

—Mami me compo este vestido —nos reímos por cómo habla, ella en vez de decir compró ha dicho compo. Es una ternura.

—Ya sabía yo que no iban aguantar tanto tiempo sin estar juntos —habla Celeste—. Ades se enamoró, ¡increíble!

—Cállate —le saca el dedo del medio. Ades y Celeste jamás se van a llevar como personales normales.

—Vayan a la habitación, seguro los dos se traen unas ganas que... —levanto mi mano en señal de stop y Dayana comprende que está la niña—. Claro, ganas de descansar, es que el viaje debió ser largo, yo les haré algo de comer, me quedo con Belén.

—¿Te he dicho que tienes una mejor amiga tan comprensiva? No sé, tan maravillosa —Ades se pone la mano en el pecho y sé de quién sacó lo dramática Belén.

—Nunca me lo habías dicho, únicamente dices que es pesada y que...

Me pone la mano en la boca.

—Viste, le dije que eras una belleza. Belén, te quedas con las chicas, nosotros vamos a guardar unas cosas.

Ella solo asiente.

—Se la guardas bien, digo, así no se pierde.

Nos reímos de lo que dice Celeste.

Le indico a Ades cuál es mi habitación, apenas ponemos un pies dentro de ella le pongo seguro a la puerta, y cuando doy la vuelta unos labios carnosos me reciben, me besa con desesperación, doy un corto brinco para dejar mis piernas enrolladas en su cintura, Ades camina conmigo hasta la cama donde me deja caer, él quedando en medio de mis piernas, me sigue besando, está sacarme la blusa de tirantes que llevo puesta, recuerdo que por ser fin de semana me tocó hacer todo el aseo a mí y estoy sudada, así que lo detengo.

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora