3- La cena

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Había pasado un mes, desde ese día en el que Dulce se quebró en llanto en mis brazos, un largo mes en el que ya no peleamos como es de costumbre, de hecho ya no me habla, ya no le hablo, ni siquiera para pelear como era de costumbre.

Decir que esa mujer no me vuela la cabeza sería una completa mentira, y decir que la sola idea de imaginarme en sus labios otra vez no me produce nada, sería también una mentira de mi parte. Ella me gusta, me gusta desde que sus ojos chocaron por primera vez con los míos sin saber que era la novia de papá. Y si tengo que confesar algo sería, la maldita envidia que me recorre cada vez que mi padre la abraza frente a mi..

Se que todas estas cosas no están bien, estamos hablando de la mujer de mi padre, es asqueroso tan sólo la idea de traicionarlo.

Pero ella me llama con la mirada, aunque intente huir de su presencia. Hay ocasiones en los que me siento observada por unos instantes, es como si me analizara, como si quisiera algo de mi, como si intentara obtener algo más. Todo esto pasa en momentos en los que, estoy sola en la sala, en la cocina, en la piscina, cuando está con mi padre no me mira, no existo.

-Realmente te estás volviendo loca, Anahí.

Estaba frente a un espejo, me estaba observando en el. Tenía puesta una túnica azul, y un hermoso diploma colgaba justo al lado del espejo. Hoy me había graduado de secundaría, estaba apunto de entrar a la universidad, a punto de dejar mi casa, mi vida aquí.

-Tú...- era su voz, realmente era su voz después de un largo mes sin dirigirme la palabra- Anahí, acaba de llegar tú madre junto a su marido.

-Gracias- le sonreí, pero ella no me sonrío de vuelta, ella me dio una mirada algo dura y puedo jurar que cada parte de mi cuerpo quiso correr a ella y preguntar, ¿por qué demonios me odias, que te hice para que no me hables?, pero claro, eso no va a pasar.

Salí de mi habitación muy desanimada, realmente no quería celebrar, no me sentía de ánimos para absolutamente nada.

-Mi amor, felicidades- sonreí al ver a mamá, después de un mes sin verla.

-Gracias, má- la abracé deseando irme de nuevo con ella- Te extrañé mucho.

-Yo a ti mi amor, estás hermosa.

-Hola, Any- me dice el sujeto que es mi padrastro- Te felicito, pronto serás una hermosa universitaria.

-Gracias- le sonreí.

-La mesa está lista- dijo Dulce acercándose a nosotros y colocando su brazo sobre mis hombros. ¿Ahora qué?, ¿acaso intenta verse como toda una señora de su casa?, o de plano intenta fingir frente a mi madre que me cuida como si fuera su hija.

-Gracias, Dulce- mi madre le sonríe y Dulce le devuelve la sonrisa acariciando mi cabeza.

-¿Vamos no, cariño?- me pregunta con una sonrisa.

-Estás loca- le dije mirándola mal.

Dulce, les dio una mirada a mi madre y a mi padrastro ante mi comentario.

-¡Ay!- me mira- Tú siempre con tus bromas, ya chiquita, ¿que va a pensar tú madre de mi?- se ríe y me lleva con ella hasta el comedor.

-Suéltame- le dije entre dientes- No tienes que fingir que me quieres.

-Me harás quedar mal con María, cálmate- dice susurrando.

-Te odio- le metí un codazo intentando salir de su agarre mientras caminaba.

-Contrólate...

-Que hermosas mis dos princesas sin pelear- mi padre besó a Dulce en sus labios y acto seguido beso mi frente- María, Rodrigo- les extiende la mano a ambos- Pueden sentarse, están en su casa.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora