15- Contigo

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-¿Según tú puedes ofenderme, luego seguirme y comerme a besos, para luego marcharte como si nada?.

Sentía como sus manos apretaban con fuerza mi cintura, como si odiara la idea de que me fuera. Pero no sólo sus manos me lo decían, si no sus ojos. Trato de ignorar lo que su toque me provoca pero todo se aviva en el momento que coloco mis manos en su cuello una vez más y a pesar de que mantenemos una distancia, su cercanía me perturba de una manera considerable.

-Dulce, escúchame- tomé un respiro y la miré a los ojos- Esto que pasó no fue más que un impulso de mi parte... me equivoqué y...

-Anahí, impulso o no, ya te dije- sus dos manos se posan sobre mis mejillas que para estás alturas sentía que ardían- ¿En serió piensas que te voy a dejar ir después de que me comiste a besos?.

-Du.. Dul...- balbuceo y me maldigo por darle el poder de desestabilizarme- Me voy, tengo que descansar y volver con mi novio... de verdad lo siento.

Comienzo a caminar alejándome de ella, sentía mi pecho apretado del dolor que en mi generaba verla, sentirla, besarla, indudablemente la seguía amando. Pero ahora las cosas son muy diferentes, estoy comprometida y ella, ella no es más que una rompe corazones que no toma en serio a nadie.

-¿No te cansas de fingir ante los demás que todo va muy bien pero en realidad todo es una porquería?- ella va caminando detrás de mi, sigue hablando causando que quiera salir corriendo y esconderme en Inglaterra de dónde nunca debí salir.

-Dulce, yo no finjo... soy feliz con él, tengo una profesión intachable- siento que en cualquier momento voy a perder el control de mi cuerpo y voy a caer. Odio que ella haga esto, que me detenga, que no me deje ir, pero yo tuve la culpa, yo la seguí, yo la besé. ¡Maldición!, sólo quiero irme y hacer esto menos difícil.

-Es tan agotador tener que llevar una máscara puesta todo el tiempo para que la gente a tú alrededor no se dé cuenta de lo que realmente sucede. Esa mascara la tengo desde hace años, sólo tú puedes quitarla.

-Dulce, no hagas esto- le digo suavemente.

-Ocho años no han sido suficientes para superarte Anahí, creo que la vida entera no lo será- siento que mi corazón late tanto sobre mi pecho que una opresión dolorosa se instala sobre el- Y sobre todo sabiendo que te vas a casar...

-Dul yo...

-No digas nada, no es necesario que lo hagas.

Me giro sintiendo como una lágrima se escapaba de uno de mis ojos.

-¿Por qué me haces esto?- la encaro y ella me mira seriamente sin decir nada- Destruiste a mi familia por venganza hacía mi, me enamoraste y me tiraste, encerraste a mi padre. Por si fuera poco, te haces amiga de Tate y Will. ¡¿Qué es lo que quieres conmigo?!- le grité sintiendo un inmenso dolor en el alma- Yo realmente te amaba, Dulce, era sólo una niña de 17 años y te aprovechaste de mi para dañarme cruelmente como nunca nadie lo hizo... ¡¿por qué?!- le grité esto último comenzando a sentir más lágrimas descender- En ese entonces parecía que te importaba, incluso ahorita pareciera que aún te importo, cuando la realidad es que me odias- llevo mi mano a mi blusa y me la desabotono un poco- Me odias, por esto- señaló la cicatriz apenas visible de mi operación- Tengo el corazón de Sofía, y por eso no merezco tú amor, ¿cierto?.

Dulce, baja la cabeza al esquivar mi mirada.

-Mírame...

-No te odio, Anahí, ya no- se acerca hasta a mi y toma mis mejillas nuevamente con sus manos- Lo siento tanto, siento haber sido una egoísta, siento haber destruido tú familia, pero se me hace imposible no odiar a tú padre, eso si no lo siento... jamás dejaré que vuelva a ver la luz del día mientras yo viva- dice cerrando los ojos, los vuelve a abrir y me besa la mejilla sobre mis lágrimas- Pero a ti jamás te podre odiar... jamás Anahí.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora