17-Latidos

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Nadie nunca pudo ir en contra de lo que dictan los latidos del corazón.

Porque cuando amas alguien más que a ti mismo, todo en tú mundo cambia. Quieras o no siempre pasa. Tus días no son los mismos, tampoco lo son tus comportamientos. Más aún cuando te nombran a esa persona, o tan sólo estás cerca de ella. Tú humor no es el mismo, tú no eres el mismo.

Estoy dividida por lo que dicta mi corazón, y por lo que grita la razón. Siempre es así, son los únicos caminos a seguir.

La razón dice que me vaya, que siga mi camino lejos de Dulce. Que le cierre la puerta en la cara y diga no. Que simplemente haga como si nunca me hubiera reencontrado con ella en la casa de Tate.

Pero mi corazón dice que me quede. Quiere explorar lo que siento, quiere adentrarse en mis sentimientos y llevarme a otro mundo, llevarme al amor. Quiere que desee plantar bandera en ese terreno, sin miedo, sin preocupaciones, sin nada que me invite a retroceder.

Mi corazón, ese que alguna vez la amo en el cuerpo de Sofía Bravo, ese corazón siempre tan enamorado de Dulce María, que aún en otro cuerpo la sigue eligiendo a ella. Admitirlo es jodido pero a veces siento como si esa chica viviera de alguna manera en mi.

Ver sus ojos tristes me derrumbaban, ella estaba sentada en la silla plegable, con su rostro escondido entre sus manos. Deseaba que me fuera, ¿pero como hacerlo cuando la amo tanto?.

-Dul...

-Anahí, por favor vete- saca sus manos de su rostro.

-Acabo de dejar a mi novio adentro de mi casa, por correr detrás de ti.

-Gracias, ¡qué gran sacrificio!- dice poniéndose de pie- Fue un error, ese día, ese beso que me diste, fue un error llevarte a mi casa y hacerte el amor, también fue un error venir aquí a buscarte. ¡Estoy harta de ti!, ¡estoy harta de todo esto!, ¡de sufrir!.

-Dulce- comencé a caminar prácticamente corriendo detrás de ella, necesitaba hablar con ella disculparme, necesitaba que dejará de mirarme con rabia, necesitaba sus besos. Quería que me llevara con ella para siempre- ¡Carajo!... por favor...- de pronto sentí como el aire se me fue de los pulmones, comenzando a sentir un latido pausado y sin energía- Dulce... ayúdame...- le pedí pero ella iba tan sumida en su enojo conmigo que no me prestaba atención- Dul...

*DULCE*

-¡Anahí!- grité al verla caer al suelo, ni siquiera me dio tiempo de sostenerla. Inmediatamente toda la furia que sentía se había transformado en una angustia letal- Any- le doy unas palmaditas en el rostro pero ella no reacciona- Mi amor, ¡Anahí despierta!.

Es la segunda vez en mi vida que siento que mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Cada latido es con fuerza, cada latido duele, cada latido me desespera. Siento que tengo en mis manos una bomba de tiempo a punto de explotar.

No sé exactamente de dónde había sacado tantas fuerzas, pero la logré alzar entre mis brazos y a como pude caminé con ella hasta la puerta de la mansión.

Entre gritos logré que me abrieran la puerta. Ahora todos estábamos desesperados, Poncho le daba los primeros auxilios a Anahí, mientras yo me hundía entre lágrimas en los brazos de María, la madre de Anahí.

Ella no reaccionaba, y los ojos de Poncho en este momento no nos decían nada bueno, se veía asustado, nervioso y dolido.

-¡Tenemos que llevarla a un hospital cuanto antes!.

Él la levantó entre sus brazos y tanto María como yo corrimos detrás de él.

Habían muchas voces en mi alrededor, doctores y enfermeras corriendo de un lugar a otro. Tate y Will llorando mientras Poncho hablaba con María. Cada uno viviendo la desesperación a su manera, todos pensando en lo mismo, Anahí.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora