12- El prometido

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Sentía como de a poco toda esa angustia volvía a mi con más intensidad. Sentía miedo, nervios, tengo un mundo de emociones con el que no puedo cargar. No sé, si realmente el aire pesa, o son mis pulmones que se niegan a respirar con tranquilidad después de las palabras de mi padre "si te digo que creo que la niña de esas dos chicas está viva me... ¿creerías?".

-Esto tiene que ser una maldita jugarreta de la vida.

Me estaba mirando en el espejo frente a mi, y ahí estaba esa Anahí, la de hace ocho años, tenía tiempo de no verla. Tenía el rostro bañado en lágrimas, roja de tanto llorar, los ojos hinchados, ojeras y un semblante que asustaría a cualquiera. Mis manos eran pétalos en el viento, temblaban por los nervios, mi cuerpo era un manojo de dolor y desesperación. 

Había decidido volver a Los Ángeles, para poder crear mi propia clínica junto con mi prometido, con la ayuda de mi madre.  Había decidido volver, seguir siendo feliz y crear una familia con él. Pero no se si es el destino o el universo, que se empeña una y otra vez en restregarme en la cara ese maldito pasado que siempre regresa a mi de alguna u otra manera. 

Ahora resulta que cabe la posibilidad de que la niña de Sofía y Dulce esté viva. ¿Qué puedo hacer yo si resulta siendo cierto?, ¿a caso correr a ella y decirle la verdad?. Llegar después de ocho años y decirle "Hola Dulce, es un gusto volver a verte, sólo te quería informar algo importante, Camila está viva".

Quizás me trate de loca, quizás diga que me burló de ella, o en el peor de los escenarios, termino siendo asesinada por su gran odio hacía mi al decirle una nueva tragedia. 

Si eso resulta siendo verdad, ¿por qué la vida se empeñó contigo Dulce?.  Una gran parte de mi corazón desea que la niña esté viva, sería una noticia muy linda para Dulce. Pero otra parte de mi corazón me dice que puede ser una falsa alarma y así no tenga que volverla a enfrentar en mi vida. 

-Cariño, nos están esperando afuera- seco mis lágrimas rápidamente, no puedo permitir que él me vea así. Es tan bueno, tierno y amoroso que odiaría que me vea así por alguien más que él. Tomé un respiro, retoque mi maquillaje y salí con una sonrisa fingida- Creí que te habías arrepentido de regresar a los Ángeles. 

-No bebé, sólo estoy un poco nostálgica de regresar, han pasado ocho años.

-¿Estás segura que es sólo eso?.

-Sí- él sonríe y me besa.

- Te amo, preciosa.

Asiento mirando sus dulces ojos, ojalá pudiera amarte Poncho. Ojalá algún día pueda enamorarme de ti, te quiero, pero no llega ni si quiera a ser un te adoro. Quisiera volver a sentir que alguien me consume con cada beso, con cada caricia, con cada abrazo, quisiera consumirme a la hora de hacer el amor, ojalá sintiera todas estas cosas por ti, pero es imposible. Conocí el amor verdadero con Dulce y en Dulce, tal parece jamás volveré a sentir algo así por nadie, sólo ella, sólo ella es única en mi alma.

Tengo miedo a volverla a ver, tengo miedo de que mi pobre corazón no resista al impacto de volver a ver sus preciosos ojos cafés, o el simple aroma que desprende su cuerpo. 

Me encontraba caminando con Poncho de la mano hacía el auto que nos llevaría al aeropuerto, era un hecho, iba a regresar sin si quiera tomarme un minuto para cambiar de opinión. 

-Amor, notó que estás ida, como si estuvieras perdida en otro mundo en el que no pertenezco yo, ni Inglaterra- él sonríe y hace un gesto que me demuestra que se encuentra preocupado- Tienes esa mirada, esa mirada de cuando te conocí con dolor y angustia. Any, si realmente no quieres volver yo lo entiendo.

-Poncho, ya no tengo elección, tengo que volver sí o sí.

-No te entiendo- me mira en busca de una explicación.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora