Capitulo 30

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Charlie Weasley

¿Mudarme de la Madriguera para cuidar de Annie? Mi madre siempre tenía un plan bajo la manga y ¡Vaya que sí era sorprendente! Tiré unas camisas, remeras y ropa interior en mi maleta extendida, luego tres pares de botas. Demás cosas, agite mi varita mágica cerrando y trabando la valija. Alguien golpeo la puerta, suspiré. Abrí, viendo a mi madre con una sonrisa cálida y paso, cerrando detrás de ella. Me crucé de brazos esperando que dijera algo sobre su gran plan de emparejarme con Annie.

-¡No me mires así!-exigió, sacando unas sábanas de la cesta que traía con ella-. Nunca presentaste alguna chica, ya comenzábamos a pensar que no tenías corazón.

-Mamá, no era necesario eso.

-¡Claro que lo es!-rugió mirándome tras dejar la ropa dentro del armario-. La chica no entiende nada, no sé ríe de los chistes de los gemelos y siempre pregunta por todo-señalo ella las causas de su plan, sonrió-. Serás bueno para ella, confía plenamente en ti y eso es lo que necesita ahora. Creer.

No tenía argumentos para eso. Asentí con la cabeza, tomé mi maleta sobre la cama. Mi madre me abrazó con cariño, me dio unas palmadas en el hombro animándome a no joder esta oportunidad. Salí, caminando por el pasillo hacia el comedor donde me detuve en el rellano de las escaleras observando a Annie conversar con Hermione sobre la esclavitud de los elfos. Claro que la chica no entendía nada de eso, solo asentía y sonreía mientras la adolescente le hablaba con conocimiento. Bajé las escaleras, donde sus voces se detuvieron, acercándome a ellas. Hermione hizo un movimiento para preguntar, pero decidió ahorrar los comentarios y le agradecí que no fuera metida.

-¿Vamos?-pregunte a Annie que asintió con una sonrisa. Nos despedimos de Hermione- Aparición conjunta.

-Es que, nunca te...

¡Crack! Desaparecimos. En cuanto, llegamos oí los ladridos de su mascota que se acercaba a nuestro lugar y Annie cayó de rodillas. Sonreí, ayudándola a levantarse como siempre pasaba, aunque esta vez, no fue su cara. Creo que iba mejorando en esto. Dejé mi maleta en el salón, noté que la ventana estaba abierta dado que Zaria podía salir y entrar a su antojo. Me encamine a Annie que acariciaba a Shago, me acerqué observando su gran sonrisa, sus imitaciones agudas jugando con el animal. Eso me gustaba en ella, que no dejaba de ver lo bueno a todo lo que parecía imposible, siempre luchaba por seguir adelante y daba pasos segura. Annie Rozier era valiente, seguramente estuviera en Gryfflindor.

-La verdad que no es necesario que te quedes-empezó diciendo, poniéndose de pie y me observó con frialdad. Rasqué mi nuca pensando algo para convencerla-. He estado enferma por semanas, puedo cuidarme sola.

-No es eso-le dije, me senté en el brazo del sillón-. Sin darte cuenta, estás alejando a la gente que quiere quedarse contigo porque le agradas y eres cool. A veces, deberías aprender a medir tu manera de hablar y actuar. No es bueno quedarse solo, siempre-le dije honestamente. Las cejas de la chica se elevaron sin esperarse que le dijera esto-. Annie no hagas lo mismo que hice yo hace tiempo. Fue un error.

-¿Por qué viniste a Gran Bretaña?-soltó, dejándome desconcertado del tema principal. Arrugué el ceño sin entender-No son tus dragones, Charlie. Siempre cambias el argumento cuando te preguntan por ellos.

-No sé trata de mí, Annie-le desvié el tema, me acerqué a ella-. Lo importante eres tú, ahora mismo. Tienes que adaptarte a todo este mundo, pero no podrás lograrlo sola, asique déjame que sea tu guía.

Ella no dijo nada, se cruzó de brazos clavado aquellos enormes ojos verdes que estudiaban mis palabras. Hasta que suspiró rendida de no tener alguna excusa para contradecirme. Touche. Me arrimé tomándola de las manos, estaban frías y tomé su temperatura, parecía que estaba estable. Baje mi mirada a sus ojos, desviándome a sus labios entreabiertos y respiración agitada por la cercanía. Termine de cruzar el límite de nuestros cuerpos, apreté su cintura contra mí y ella me besó sin dudar. Sentí su dulce sabor a caramelo, era húmedo pero agradable. Subí sus brazos acomodándolos sobre mi cuello, mientras seguíamos besándonos. Giré sobre mí, caímos sobre el sillón.

-Charlie...-suspiró entre los besos.

-No voy a arrepentirme.

Phoenix 2#Cantos y plumasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora