«-Aquí tenéis a una pareja sádica siendo ositos cariñositos.
Me dije a mi misma hoy, si hice al Luzuplay más tóxico que Chernobyl, ¿Por que no podría hacer eso a la inversa con el Mangelito?
; Cabe aclarar que:
-No todo tiene que ver con sucesos que...
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"Tío, ¿Y esto que?"
-Se preguntó a sí mismo el "pelirrojo", se pegó varias cachetadas a ver si despertaba, pero ni durmiendo estaba. Ahora era idéntico a Ángel, y solo imaginarse del escándalo que iba a hacer Ángel por esto era espantoso.-
-Suspiró y fue hacia su habitación, para su sorpresa se lo encontró despierto y sentado al borde de la cama. Este chateaba por su teléfono sin expresión alguna, el "pelirrojo" fue a sentarse junto a él acariciándole la cabeza. Se quedaron callados, solos se escuchaban las teclas al ser presionadas sonar, era algo incómodo.-
"¿No te sorprende?"
"Ni en lo más mínimo."
-Respondió ángel, dejó de ver su teléfono y comenzó a acariciar su cabello ahora largo y pelirrojo. Manuel le acercó y le sentó en su regazo, dándole un cálido abrazo.-
"No mentías cuando decías que era muy cómodo tenerme sentado encima tuyo."
-Manuel comenzó a acariciar las caderas del contrario, terminando en darle una nalgada, recibiendo un leve quejido por parte de Ángel. Este le observo con el ceño fruncido.-
"Tío, relativamente te estás tocando a ti mismo."
"¿De que manera te refieres?"
-Ángel se quedó unos momentos procesando la pregunta, cuando entendió pudo sentir como sus mejillas ardían de la vergüenza. Alejo a Manuel de el posando su mano en su rostro haciendo fuerza para que se apartara.-
"Guarro."
-Igualmente terminaron los dos riéndose, fueron hacia la cocina para poder comer algo antes de salir. Problema había, debían de actuar como el otro, y sus personalidades eran muy distintas en varios aspectos. Cuando terminaron se vistieron y fueron hacia el ayuntamiento, saludaron a los chicos en la comisaría y llegaron a su destino.-
-Ángel normalmente se encargaba de ayudar a Manuel con el papeleo, supervisión sobre el pueblo y últimas noticias sobre el mismo. Pero ahora Manuel aprovecharía de tener el día libre, no dejar a Ángel solo, pero disfrutar un día relajado acariciando los pétalos de los claveles que tenían reposando en un jarrón sobre la ventana. El silencio abundaba en la sala, se podían escuchar los árboles crujir por el bosque, aves cantar y el viento soplar. Sonidos naturales que formaban la plácida tranquilidad de la habitación.-
"¿Ángel?"
"Dime cielo..."
-Manuel suspiró y comenzó a jugar con sus dedos.-
"¿Recuerdas lo que nos dijeron los dioses?"
"¿Si? ¿Por qué?"
-Los nervios de Manuel aumentaron al instante, intentaba calmar su respiración desesperada. Al recordar las palabras de los dioses un ataque de inseguridad se le vino encima, intento calmarse y hablar lo más claro que pudo.-
"Sobre el fin...todo lo que pasará después de esta vida, que no nos queda nada de tiempo. ¿No lo has pensado? P-Podría ser hoy, mañana o en unas semanas..."
-Manuel se tapó la boca con una mano para acallar su respiración descontrolada, pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y este comenzó a temblar. Ángel se percató al segundo, caminando hacia el para abrazarle en forma de consuelo.-
"Sí, lo tengo en cuenta siempre y todos estamos preocupados...pero solo te pido algo."
"¿E-Eh?"
"Que te calmes..."
"Oh..."
-Manuel cortó su llanto y aceptó el abrazo, tenía en mente algo más motivador de parte de Ángel, pero vio que no. Entre el silencio pudo escuchar pequeños quejidos casi inaudibles cerca suyo. Ángel estaba luchando por no llorar, pero se le hizo imposible.-
"Y que te quedes conmigo..."
-...-
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