«-Aquí tenéis a una pareja sádica siendo ositos cariñositos.
Me dije a mi misma hoy, si hice al Luzuplay más tóxico que Chernobyl, ¿Por que no podría hacer eso a la inversa con el Mangelito?
; Cabe aclarar que:
-No todo tiene que ver con sucesos que...
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"Oh, eres tú..."
—Dijo el azabache pasando delicadamente sus dedos por aquella espada que tenía atravesada por el corazón. Este estaba experimentando dolor, pero era incapaz de expresarlo. El filo de aquel arma tenía una temperatura muy alta, cosa que hacía que la piel se fuera desintegrando y la sangre se apegara a este.—
—El pelirrojo sonrió al escuchar las palabras de su amado, camino un poco, dándose la vuelta he inclinándose ente el. Podía ver aquella expresión muerta e insensible que siempre tenía, en total, el pelirrojo y el rubio fueron los únicos que lo hicieron sonreír en la vida, solo que el corazón del azabache estaba destinado al rubio, siendo un amor casi correspondido.—
—Faltaba muy poco para que el azabache cayera rendido al suelo, recostándose en el mientras la sangre se esparcía por este. Pero el azabache no estaba triste, al darse cuenta que moriría sonrió.—
"¿Por que sonríes?"
—Escuchó las palabras del contrario, pero siguió en su realidad comenzando a reír, sangre brotaba de su boca, pero no le importaba mucho. El pelirrojo estaba perdiendo la paciencia, lo tomó del mentón para que le mirase.—
"Háblame, para eso tienes boca."
"¿Si querías estar...a-a mi lado para siempre...Por que me alejas?"
"Vivo o muerto no estaré nunca a tu lado."
"Te quedarás solo para siempre."
"Nadie nunca te soporto, solo yo...HAHAHAAH."
—El azabache comenzó a reír mucho más fuerte, con las poca fuerza que le quedaba tomó el mango de la espada arrancándosela soltando un quejido.—
"Te haré el favor de que esto parezca suicidio, ahora, vete si no quieres visitar a Rubén también."
—El pelirrojo se tapó la boca ante la escena, este comenzó a sollozar al ver como Ángel daba su último respiro antes de caer. Sus manos temblaban, era a la única persona que juró proteger y la asesinó. Nunca le gustó ser una persona impulsiva, solo que no podía evitarlo.—
—Le hizo caso, se levantó rápido y corrió por las escaleras saliendo de ese lugar.—
—No valía la pena haberlo asesinado, pero eso fue un daño irreversible por lo que, debería de vivir con la culpa para siempre.—
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