Capítulo 4

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Las épocas de lluvia habían llegado, y ese día, había una tormeta que hacía que nadie saliera de su casa. Por aquellos días el convento estaba completamente sólo, el único sonido que se escuchaba eran los pasos del padre Tsukishima. Pues los demás padres, incluido el obispo, se habían ido a una misión muy importante y las monjas se les había pedido ir a hacer una obra de caridad a una zona pobre del país, por lo que tardarían unos cuantos días en regresar.

Tsukishima al ser el único padre no hacía realmente mucho, se la pasaba leyendo su biblia, rezando o haciendo algo de limpieza en el convento. En aquel día de tormenta, se encontraba leyendo su pequeña biblia , ya que, al parecer el sonido de la fuerte lluvia le tranquilizaba; todo iba normal hasta que la puerta principal del convento empezó a ser golpeada fuertemente, haciendo que el rubio detuviera su lectura y fuera a ver que pasaba.

Mientras se acercaba a la puerta, el ambiente comenzó a ponerse frío y su tranquilidad se esfumo. Al abrir la enorme puerta, se encontró con Kuroo que se encontraba completamente mojado, seguramente había salido a la calle y mientras paseaba empezó a llover; por lo que Tsukishima, de manera amable, lo invito a pasar y le pregunto que había pasado.

-Señor Kuroo ¿qué hace aquí? - dijo Tsukishima quien cerró la puerta para que no entrará el agua

-Perdonemé padre, pero salí un rato al parque y me dirijía a casa cuando empezó a llover y...no tenía a donde ir y lo único que tenía cerca era la iglesia - dijo Kuroo con un pequeño escalofrío

-Ya veo... - dijo Kei extrañado, pues si bien no había lugares aledaños al parque, el convento se encontraba algo lejos de aquel sitio -Puede quedarse un rato mientras pasa la lluvia, si sigue afuera se enfermará

-Gracias padre - dijo Kuroo deslizando una sonrisa agradable

Tsukishima se disponía a irse cuando la mano fría y humeda de Kuroo lo detuvo, aunque a pesar de su temperatura baja, Kei por alguna razón la sentía calida. Tsukishima volteó a ver a su contrario quien temblaba de frío, este le dió una sonrisa de vergüenza preguntando si Tsukishima no tenía un cambio de ropa.

-Perdone padre pero...¿no tiene algun cambio de ropa extra? creo que tengo fiebre  - Dijo Kuroo apenado, mientras Tsukishima le sentía la frente, en efecto tenía fiebre

-Creo que sí, venga conmigo...de paso le haré un té para que disminuya la temperatura -dijo Kei de manera amable mientras sonreía 

-Muchas gracia padre, no se como se lo pagaré - dijo Kuroo devolviendole la sonrisa a Kei

Ambos comenzarón a caminar en los adentros de la iglesia, Kuroo seguía a Tsukishima por detrás mientras que es sus adentros se burlaba de él por ser tan tierno e inocente ~Me sorprende que te hayas tragado un cuento tan simple Kei~ pensaba Kuroo mientras sonreía de manera pertubadora; mientras que Tsukishima se sentía incomódo por llevar y cuidar de alguien que apenas había conocido hace unos meses, además la sóla presencia de Kuroo hacía que el ambiente se pusiera tenso y aún más frío.

Apesar de la escena incómoda y de la tensión del momento, Tsukishima jamás se atrevió a voltear a ver a Kuroo hasta que llegaron a una habitación de huéspedes, que mas bien era como un pequeño departamento. Ambos entraron al cuarto y Tsukishima le dió el cambio de ropa a Kuroo, este consistía en una camisa, un par de pantalones y un ligero abrigo, después de esto, se dispuso a hacer el té con la pequeña cocina de la habitación.

-Aquí tiene la ropa, puede cambiarse mientras yo preparo su té, creo que hay una frazada en la cama...puede cubrirse con ella - dijo Kei mientras se dirijía a calentar el agua

-Gracias padre - dijo Kuroo mientras se desprendía de sus mojadas prendas

Tsukishima espero a que el agua estuviera lo suficientemente caliente, pero mientras eso sucedía miro hacía donde se encontraba Kuroo quien se encontraba cambiandose de ropa. En el momento Kurooo tenía su torso completamente descubierto; tenía una espalda, brazos y abdomen bien trabajados, además de unas buenas proporciones en el rostro, fácilmente podría modelar para cualquier marca de ropa.

Que Dios me perdoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora