Introducción

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Un sacerdote ha llegado al pueblo, todos o al menos la mayoría de los habitantes esperan a un hombre de unos 30 o 40 años quien será él que celebre las misas de su convento; sin embargo, todos se quedan atonitos al ver a un apuesto jóven de cabellos rubios, muy alto y que seguramente apenas cumplió la mayoría de edad. Eso no era lo más increíble, sino que este "niño" portaba el traje típico de color negro que usan los padres, además de un rosario en la mano izquierda y una biblia en la derecha.

-¿Quién es él? ¿De dónde viene? - se preguntaban algunos

-Es muy apuesto-que guapo es - decían las jóvenes adolescentes quienes volteaban a verlo

-¿Es en serio que un niño celebrará las misas? - decían los que no confiaban en que alguien jóven y un completo desconocido oficiará sus celebraciones de los domingos

Puede que todos en el pueblo estuvieran ansiosos y nerviosos por quién iba a dar las misas dominicales en su convento, pero quien moría de los nervios y ansiedad era el jóven sacerdote. Era su primera vez oficiando misas y era un lugar completamente desconocido para él, solo rogaba al cielo que todo saliera bien, pues al menos confiaba un poco en todo su conocimiento en religión. Al llegar al convento, ya lo esperaba el obispo para darle un tour por la imponente iglesia.

-¡Bienvenido padre! - dijo alegre el obispo - ¿Cómo estuvo el viaje? soy el Obispo Sugawara, mucho gusto

-Hola señor obispo - dijo serio, pues quería esconder sus nervios - el viaje fue toda una maravilla

-Me alegro, tu eres... ¡Ay! lo siento siempre olvido tu nombre, por más que me lo digan siempre se me olvida

-Me llamo Tsukishima señor, Tsukishima Kei

-¡Ah! cierto, bueno Kei entremos, te dire lo que tienes que hacer una vez que entres aquí y de paso te presentaré con los demás padres de aquí.

Tsukishima era un jovén nacido en una familia de clase media, sus padres eran excelentes personas y muy devotas de la iglesia, por lo que no era de extrañar que su educación fuera en colegios católicos, desde el jardín de niños hasta la preparatoria fue hecha en este tipo de escuelas, sus profesores fueron monjas y sacerdotes por lo que los actos y pensamientos "impuros" eran fuertemente castigados.

Puede parecer una tortura para cualquier adolescente, sin embargo para Tsukishima no era así, para él la iglesia era como su segunda casa y adoraba su educación religiosa, básicamente Tsukishima era el angelito y niño bien portado que cualquier señora devota de la religión quisiera tener por hijo. Además de eso, Kei era bastante inteligente y muy responsable, sus calificaciones eran simplemente perfectas y siempre pudo resolver problemas de manera eficaz y rápida; otro aspecto a destacar era su excelente corazón, su humildad y su paciencia, nunca ofendió a nadie en toda su vida, además siempre ayudo a causas que lo necesitaran. Sus padres no podían pedir más, era el hijo perfecto a sus ojos.

Al entrar y ver la hermosa construcción por dentro, a Tsukishima se le fueron los nervios y los recuerdos de su época de estudiante regresaron. Esos pensamientos rondaban la cabeza de Tsukishima mientras caminaba junto al obispo, todo en la iglesia era bonito, desde la arquitectura al estilo colonial y las hermosas figuras religiosas hechas con barro y mármol, simplemente era el lugar perfecto para Tsukishima.

-Dime Kei, ¿cómo fue que quisiste ser sacerdote? - pregunto sugawara mientras seguían caminando por la iglesia.

-Bueno...cuando termine la preparatoria, nunca me llamo la atención ninguna carrera que enseñaran en la univeridad, además, mis padres y maestros me inculcaron mucho la religión, así que me metí al seminario juvenil de mi ciudad y logre convertirme en sacerdote.

-Que bueno, creo que hacen falta más jóvenes sacerdotes, pero en esta iglesia no eres el único jóven

-¿Qué quiere decir?

-Verás, aquí se encuentran algunos jóvenes de tu misma edad, todos también apenas completaron su formación en el seminario, voy a presentartelos...aunque no te emociones solo son 3 jóvenes sacerdotes y una monja

-E-esta bien - dijo nervioso el pobre rubio, si algo no se le daba bien era socializar

En ese momento toco una campana, pero a diferencia te la que se encontraba en el exterior, esta solo hacía un pequeño tintineo pero que lograba escucharse perfectamente en toda la iglesia. En esos momentos 4 jóvenes: 3 hombres y una mujer salieron rápidamente al pequeño salón donde se encontraban Tsukishima y el obispo Sugawara.

-Mira...- el obispo cambió su cara alegre por una de cansancio y despreció total - Ellos son tus lentos y muy desastrozos colegas...

-EHH que malo es señor obispo - dijo un pequeño de cabellos naranjas que a los ojos de Tsukishima era una tierna mandarina con patas.

-Guarda silencio Hinata, les voy a presentar a su nuevo compañero y sacerdote - dijo Sugawara en tono de autoridad - Al pequeño de cabellos naranjas se llama Hinata

-Mucho gusto, yo soy Hinata...¡y no soy pequeño! - dijo Hinata, Tsukishima trato de no reirse con el comentario de "pequeño".

- Si eres un enano - dijo un guapo pelinegro de ojos azules molestando a Hinata - Buen día Tsukishima ya nos habían avisado que un nuevo sacerdote vendría, solo le recomendare que mantenga la compostura cuando tenga a esta mandarina idiota cerca...

-El que acaba de hablar se llama Kageyama - dijo el obispo un tanto molesto por el comentario una tanto arrogante del azabache - bueno Kageyama tiene razón, manten la compostura cuando Hinata te moleste, aunque trata de evitar que esos dos peleen, una vez ya llegaron a las manos - susurró el obispo al oido de Tsukishima - el pecoso que se mantuvo sereno todo el tiempo se llama Yamaguchi y él...

-¿Yamaguchi? ¿eres tú? fuimos compañeros en el jardín de niños - dijo Kei en un tono inocente recordando buenos momentos de la infancia con su mejor amigo.

-Si...espera ¿tu eres tsukki? - dijo emocionado el pecoso

-Si soy yo - sonrió el rubio dando un afectuoso abrazo a Yamaguchi

-Bueno, me alegra que ya se conozcan. Y por último la niña rubia de ahí se llama Yachi

-Es un placer conocerte Tsukishima - dijo la dulce rubia entusiasmada

-también mio Yachi - dijo Tsukishima

-Bueno los roles de cada uno son: Hinata al igual que tu es un párroco, Yamaguchi es un confesionario, cuando necesites confesarte puedes recurrir a él; Kageyama es exorcista y Yachi es monja - dijo Sugawara dando por finalizada su tarea de presentar al nuevo padre a sus compañeros - Bueno los dejo para que los cinco convivan, nos vemos

-Nos vemos señor - dijeron los 5 jóvenes en coro

La vida de Tsukishima parece haber tomado un giro para bien, pues al celebrar su primera misa le fue muy bien y logró ganarse los corazones del pueblo; al poco tiempo de celebrar misas, comenzó con obras de caridad que favorecieron su reputación, además su amabilidad con todos en el pueblo lo hicieron más popular e incluso le ofrecieron el puesto de obispo y un viaje a Roma para conocer al papa, sin embargo el declino la oferta por humildad. También consiguió llevarse bien con sus 4 compañeros de la iglesia, además son amigos bastante cercanos pues los 5 jóvenes son de la misma edad.

-Todo parece ir de maravilla, pero quién sabe que te puede traer el destino...¿verdad Kuroo? - dijo una voz ronca y profunda de entre las tinieblas.

-Por su puesto, señor - dijo burlón el sexy demonio que jugaba con sus cuernos - Así que mi siguiente alma será ese lindo niño rubio de lentes ¿verdad?

-Así es Kuroo, solo para ti

-Esto sera divertido ¿no crees? - dijo el diablillo de cabellos negros mientras soltaba una leve risita de descaro y burla.

...









Que Dios me perdoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora