Capítulo 5

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Los primeros rayos del sol empezaban a salir, Tsukishima despertó con cansancio y dolor en la cadera y espalda baja, él no sabía el por qué. Al parecer, Tsukishima no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, además, las apasionadas marcas de "amor" dejadas por Kuroo ya no estaban, era como si hubiera sido un sueño y nada más.

A pesar de que el dolor no era grande, si era molesto para Tsukishima, pues le dificultaba hacer sus tareas diarias ~posiblemente hice un mal movimiento con mi cuerpo ayer~ pensaba Tsukishima...era lo más lógico para él; Kei era demasiado inocente que ni siquiera la idea de que tuvo sexo con alguien pasó por su mente.

A pesar de estar fatigado y adolorido en la parte media de su cuerpo, se acordó de que ese mismo día regresaban sus colegas sacerdotes y las monjas, por lo que debía apurarse con lo preparativos de llegada, es decir, preparar comida (aunque Kei no era un chef, sabía cocinar muy bien), limpiar el salón donde se reuniría con ellos, hacer oración, entre otras cosas.

Tsukishima terminó con todos lo preparativos y a los pocos minutos llegaron todos sus colegas junto con las monjas, todos tenían un rostro alegre, lo que mostraba que tuvieron un buen viaje. Tras ver la alegría y sonrisas de sus compañeros, el dolor físico de Tsukishima pareció irse por un momento, pues a el también le alegraba ver a sus compañeros, quienes ya se habían convertido en su segunda familia.

-Hola de nuevo padre Tsukishima ¿nos extraño? - dijo alegre el obispo Sugawara

-Buenas tardes...si los extrañe - dijo Tsukishima algo apenado pero con una dulce sonrisa

-¡TSUKKI! es un gusto de nuevo ¿me extrañaste? - dijo Yamaguchi abalanzándose sobre su amigo

-¡Padre Yamaguchi compórtese por favor! - dijo Sugawara tras ver la reacción del pecoso, aunque tampoco podía culpar lo, aún estaba en la adolescencia

-¡Hola Yamaguchi! me alegra verte  - dijo el rubio sin quitar su agradable sonrisa

Yamaguchi y Suga fueron a dejar sus cosas, detrás de ello iban las monjas quienes amables saludaron a Tsukishima, este también les correspondió el saludo felizmente. Todo era color de rosas, hasta que de la camioneta bajaron Hinata y Kageyama, y como en la mayoría de ocasiones, iban discutiendo.

A pesar de solo tener un año de servicio en el convento, Tsukishima sabía perfectamente que no importaba el lugar o situación, Kageyama y Hinata peleaban hasta por la cosa más simple; esta vez no era la excepción, pues al mismo tiempo que caminaban hacía el convento, se iban gritando e insultando.

-No importa el lugar, esos dos nunca se dejan en paz - dijo Sugawara mientras salía del convento para terminar de desempacar

-¿Y ahora por qué discuten? - preguntó Tsukishima un poco sarcástico

-Pasamos por una granja de ganado bovino y había un animal  de un color café específicamente grande y bien cuidado, Hinata dijo que era un toro y Kageyama le contesto que era una vaca...y con eso empezaron a pelear - dijo el obispo un tanto fastidiado

Tsukishima intento no reírse con lo que le dijo el obispo, no es que quisiera burlarse de sus compañeros, pero es que realmente esos dos podían discutir por todo. Tsukishima trato de mantener la compostura y saludar a sus dos colegas quienes al notar que Kei se encontraba en la entrada principal detuvieron su pelea.

-¡Buenas tardes padre Kei! ¡Espero que se la haya pasado bien mientras no estábamos! - dijo el pelinaranja dando pequeños saltos hacía Kei

-Bienvenido hermano Hinata, es un gusto de nuevo - dijo Tsukishima algo apenado, pues le seguía sorprendiendo el hecho de que una persona tan pequeña pudiera gritar tan fuerte

Que Dios me perdoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora